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Guerra en el Cáucaso

Rusia avanza imparable sobre Georgia

Los tanques rusos atacan desde Osetia del Sur y abren un segundo frente por el oeste - Las tropas georgianas se repliegan de Gori para proteger la capital del ataque

La guerra en el Cáucaso ha cobrado una nueva dimensión después de que Rusia expandiera ayer su ofensiva en Georgia más allá de los territorios separatistas de Osetia del Sur y Abjazia, ya bajo su control. Tropas rusas penetraron en el occidente georgiano, en la región de Senaki, en lo que constituye la primera invasión en toda regla de un país soberano tras la desintegración de la Unión Soviética. Además, el Gobierno de Georgia denunció que las fuerzas rusas habían rebasado Osetia del Sur para tomar Gori, la segunda ciudad del país, y que su Ejército se replegaba para proteger la capital, Tbilisi, a 60 kilómetros.

Moscú negó haber invadido Gori pero reconoció la penetración en Senaki, que calificó de "preventiva". El avance ruso en territorio georgiano -que se produce después de que Tbilisi firmara un alto el fuego unilateral- ha desatado la condena internacional. EE UU, la OTAN, la Unión Europea y las potencias industriales del G-7 han exigido a Rusia el fin de la ofensiva y el respeto a la integridad territorial de Georgia.

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Expertos y diplomáticos tratan de dilucidar las motivaciones rusas para abrir nuevos frentes en Georgia: desde invadir su antiguo satélite hasta destruir sus fuerzas armadas o, tal y como clama el Gobierno georgiano, derrocar a su presidente, el prooccidental Mijaíl Saakashvili, que declaró que las tropas rusas han cortado las arterias principales entre el este y el oeste del país. En una alocución televisada, el líder georgiano acusó al Kremlin de haber planeado "la ocupación de Osetia del Sur y de Abjazia" desde hace muchos años y de pretender apoderarse de toda Georgia.

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Según el Ministerio de Defensa ruso, la invasión del occidente georgiano -donde ocuparon la ciudad de Senaki y su base militar- quiere impedir más ataques contra Osetia del Sur, a 150 kilómetros. Fue ahí donde comenzó el conflicto el pasado jueves, con un ataque de Georgia contra la región separatista que generó el contraataque ruso. Moscú dice que han muerto 1.600 personas, pero las cifras no pueden ser verificadas de forma independiente.

La entrada de las tropas rusas en territorio propiamente georgiano se produjo sólo unas horas después de que un alto funcionario asegurara que Rusia no tenía intención de combatir fuera de Osetia del Sur. Ayer, los soldados rusos continuaban adentrándose en Georgia Occidental sin encontrar prácticamente resistencia.

El Kremlin ha ignorado completamente la orden de alto el fuego en Osetia del Sur firmado por Saakashvili a instancias de la Unión Europea. El vicejefe del Estado Mayor General, Anatoli Nogovitsin, señaló que los georgianos no lo cumplen, pues continúan bombardeando esporádicamente con su artillería Tsjinvali, la capital surosetia, prácticamente en ruinas. Además, el portavoz de Exteriores, Borís Malájov, dio a entender que Rusia no reconocerá, al menos de momento, la independencia de Abjazia y Osetia del Sur. La prioridad ahora, dijo, es solucionar el conflicto.

Saakashvili firmó ayer también el plan de paz propuesto por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, que hoy llega a Rusia para mantener conversaciones con su homólogo, Dmitri Medvédev, y el primer ministro, Vladímir Putin.

Los combates terrestres en Georgia han estado acompañados de bombardeos por parte de la aviación rusa, que ayer atacaron Gori y las ciudades occidentales de Batumi, Poti y Zugdidi. En esos vuelos los rusos perdieron un avión, según aseguran los georgianos. El aparato habría sido abatido sobre Gori, famosa por ser la patria chica de Stalin, y en el momento en el que allí se encontraban Saakashvili y el ministro de Exteriores de Francia, Bernard Kouchner. Según Tbilisi, con éste son ya 19 los aviones ruso derribados. No obstante, Moscú reconocía ayer la pérdida de sólo cuatro y aseguró haber abatido un avión georgiano en Osetia del Sur que atacaba las posiciones rusas en la aldea de Eredvi.

El presidente Medvédev declaró ayer que Rusia ha cumplido "gran parte de la operación para obligar a la paz a las autoridades georgianas en Osetia del Sur". Esta es la conclusión a la que llegó tras reunirse con el alto mando militar y con Putin. Además, calificó de "inaceptables" los intentos de retener por la fuerza en Georgia a los ciudadanos rusos que desean abandonar el país. "No sé para qué lo hacen, quizá creen que podrán utilizarlos como escudos". Y en su reunión con los jefes de los grupos parlamentarios, llegó a comparar a la Georgia de hoy con la Alemania nazi.

Putin, por su parte, arremetió con un lenguaje propio de la guerra fría contra quienes en Occidente defienden a Georgia. "Sorprende la envergadura del cinismo, sorprende el talento de hacer pasar lo blanco por negro y lo negro por blanco, al agresor por víctima de la agresión", señaló. "A Sadam Husein, que pasó a cuchillo varias aldeas chiítas, había que ahorcarlo, pero a los actuales gobernantes georgianos, que en una hora arrasaron 10 aldeas osetias (...), hay que defenderlos", dijo Putin.

El primer ministro ruso lamentó también que algunos "socios, en lugar de ayudar, estorben". Putin dijo tener en mente, entre otras cosas, el hecho de que Estados Unidos haya trasladado en sus aviones militares al contingente militar georgiano que combate en Irak hasta "prácticamente la zona de conflicto".

Pero la comunidad internacional no acepta los argumentos rusos. El secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, se declaró "seriamente preocupado por el uso desproporcionado de la fuerza por parte de Rusia y su falta de respeto de la integridad de Georgia". Moscú reclamó una reunión urgente con la OTAN, organismo que en abril mostró su disposición al ingreso de Georgia. De la misma forma, la Comisión Europea exigió a Rusia que frene todas las acciones militares en territorio georgiano.

Soldados georgianos pasan junto a los restos de un carro de combate de su Ejército mientras dejan su posición en Gori, a 80 kilómetros de la capital.
Soldados georgianos pasan junto a los restos de un carro de combate de su Ejército mientras dejan su posición en Gori, a 80 kilómetros de la capital.REUTERS

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