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La catástrofe del vuelo AF-447

Tragedia aérea en el Atlántico

Las esperanzas de hallar supervivientes del avión son prácticamente nulas

Antonio Jiménez Barca

El avión Airbus 330 de la compañía Air France despegó a las siete de la tarde del domingo (medianoche en la España peninsular) de Río de Janeiro, con 228 personas a bordo, entre ellas siete niños y un bebé. Tres horas y media después se comunicó por última vez con Brasil. El comandante avisó de que entraban en una zona de turbulencias. No dijo nada más. Después, el avión comenzó a emitir señales automáticas que informaban de diversas averías, entre las que se contaba un fallo eléctrico general. A las cuatro y cuarto (hora peninsular) desapareció en plena tormenta. Todo apunta que se precipitó al océano Atlántico en un área situada entre Brasil y África, llevándose con él a todos los ocupantes.

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Los responsables de Air France aseguraron ayer que la causa más posible del accidente es un rayo que, al alcanzar el avión, desencadenó un fallo en serie de todo el sistema eléctrico. Pero nada es seguro. El presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy, que visitó ayer por la tarde el aeropuerto Charles de Gaulle, lo remachó: "No hay ningún elemento preciso que nos indique por ahora qué es lo que ha pasado". Luego añadió algo que sí estaba claro y en la mente de todos desde hacía muchas horas: "Pero, para ser francos, hay que decir que las esperanzas de encontrar supervivientes son muy escasas".

La alarma saltó a las siete de la mañana en Francia, cuando se confirmó que el avión no respondía a ninguna de las llamadas. En el aeropuerto parisino Charles de Gaulle, aún figuraba en los paneles la hora a la que tendría que llegar el vuelo AF-447: a las 11.10. Pronto, el Gobierno francés organizó un gabinete de crisis en una zona acotada del aeropuerto para recibir a los familiares de las víctimas y organizar la coordinación de la búsqueda de los restos del aparato.

Desde el primer momento, la compañía francesa Air France apeló al mal tiempo, a las turbulencias y, a la postre, a que el avión cayera fulminado por un rayo. Desde el principio se descartó un atentado. La compañía añadió que el aparato accidentado había pasado su última revisión el 16 de abril, que se encontraba en perfecto estado y que el comandante era un piloto experimentado con más de 11.000 horas de vuelo. "El Airbus entró en una zona tormentosa caracterizada por fuertes turbulencias que desencadenaron las averías", explicaba, sin añadir mucho más, un portavoz de Air France por la mañana. Este accidente es la mayor catástrofe aérea sufrida jamás por la compañía francesa.

Poco después, el ministro de Transportes, Jean Louis Borloo, añadía que el aparato, que entró en servicio en abril de 2005, se encontraba preparado para soportar las tormentas tropicales que se producen generalmente en esa zona y que, seguramente, se había producido "un cúmulo de circunstancias" para explicar el accidente. Ya entonces, al mediodía, una fuente aeroportuaria aseguraba que no había "ninguna esperanza" de encontrar con vida a ninguno de los pasajeros del avión. En el Airbus procedente de Río de Janeiro viajaban pasajeros de 32 nacionalidades, según la compañía. La mayoría eran franceses (73), brasileños (58) y alemanes (26); también había dos españoles a bordo. Los miembros de la tripulación eran 12, incluidos tres pilotos.

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La difícil búsqueda de los restos del avión, que pueden encontrarse en un radio de cientos de kilómetros de superficie, comenzó inmediatamente. La Fuerza Aérea brasileña inició por la mañana la búsqueda con un espectacular despliegue de aeronaves -siete aviones y helicópteros, y tres barcos- que tienen como base de operaciones la isla de Fernando de Noronha, un pequeño paraíso turístico frente a las costas del Estado de Pernambuco. Francia, que pidió colaboración al Pentágono para que les ayudara con información procedente de sus satélites, y España mandaron dos aviones que tienen base en Senegal a la zona.

Según un comunicado emitido ayer por la aeronáutica brasileña, la aeronave realizó un último contacto vía radio "cuando se encontraba a 565 kilómetros" de la ciudad costera de Natal. Según las primeras hipótesis derivadas del inicio de los trabajos de búsqueda, el avión habría caído en una zona próxima al archipiélago de San Pedro y San Pablo, a unos 1.100 de la costa. El lugar, por su lejanía, es de muy difícil acceso y sus aguas alcanzan los 4.000 metros de profundidad.

El avión desaparecido, el Airbus A-330 200 desapareció tras tres horas y media de vuelo, pasado el archipiélago de Fernando de Noroña. En pleno corazón del Atlántico, el aeroplano pasó por una zona de fuertes turbulencias. Fue sobre las 4 de la madrugada hora española. El control aéreo brasileño perdió contacto de radar. A las cuatro y cuarto, un mensaje automático llegaba a los centros de control informando de un cortocircuito.Vídeo: AGENCIA ATLAS
Las últimas horas del vuelo AF 447
Las últimas horas del vuelo AF 447MARIANO ZAFRA-NACHO CATALÁN / EL PAÍS

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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