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El conflicto de Oriente Próximo

La amenaza de los grupos salafistas

Los radicales próximos a Al Qaeda consideran a los jefes de Hamás "ateos" e "infieles" - El Gobierno de Haniya aplastó en Rafah a uno de ellos en 2009

Tildan a los dirigentes de Hamás de infieles, ateos, paganos y traidores al islam. También los llaman "perros", uno de los insultos más denigrantes para un musulmán. Son unos pocos miles de personas que conforman una decena de grupos salafistas, inspirados por Al Qaeda, y que desafían al Gobierno de Hamás en Gaza.

Ansar al Sunna, una de estas organizaciones, lanzó ayer el cohete que mató al trabajador inmigrante tailandés en Netiv Ha Asara, un kibutz cuyo muro de hormigón se alza en la misma frontera con la franja. Es la primera persona que fallece, víctima de un cohete, desde que el 19 de enero de 2009 concluyera la guerra que Israel lanzó contra Gaza. Desde aquel día, un centenar de cohetes Kassam han sido disparados contra territorio israelí. Un dato que demuestra que Hamás pretende mantener la calma, aunque es incapaz de someter completamente a esos insurrectos.

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En agosto del año pasado, un clérigo salafista proclamó desde el púlpito de una mezquita el nacimiento del Emirato Islámico de Rafah, la ciudad fronteriza con Egipto. Pertenecía el religioso a Jund Ansar Allah, uno de esos grupos que promueve la

yihad global, a diferencia de Hamás, que nunca ha pretendido ampliar la lucha armada más allá de las fronteras de Israel.

El emirato duró lo que la declaración del clérigo. La policía de Gaza asaltó la mezquita, mató a una veintena de los fieles salafistas y envió un mensaje nítido a Jund Ansar Allah y demás grupúsculos fanáticos.

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El desafío, sin embargo, persiste. Y abundan las voces que afirman que será difícil de atajar. Las lamentables condiciones de vida en Gaza constituyen el fermento idóneo para el crecimiento de estos grupos. Son los responsables de los esporádicos ataques a cafés Internet, a comercios, a alguna iglesia cristiano-ortodoxa, y también del secuestro del corresponsal de la cadena británica de televisión BBC, Alan Johnston, a quien mantuvieron en cautividad durante cuatro meses en 2007.

La actividad de estos grupos salafistas -a los dos citados habría que añadir Jaljalat, el Ejército del islam y el Ejército de la Umma- supone otro reto más para el Gobierno de Ismail Haniya, que desea extirpar de raíz cualquier intento de desestabilizar a su Ejecutivo.

El ministro del Interior, Fathi Hamad, no escondía recientemente, en declaraciones a este diario, su preocupación porque decenas de individuos de Hamás han cambiado de bando. Pero advertía de que no se tolerará la insurrección.

El día en que Hamás se lanzará a descabezar estos movimientos es una incógnita. Pero de algo se puede estar seguro. No van a quedarse mirando al tendido. Ya expulsaron, en junio de 2007, a las fuerzas de seguridad leales al presidente Mahmud Abbas, que se esforzaron durante un año por derribar al Gobierno de Haniya.

Soldados israelíes, junto al cuerpo del inmigrante tailandés muerto por el impacto de un cohete, en Netiv Ha Asara.
Soldados israelíes, junto al cuerpo del inmigrante tailandés muerto por el impacto de un cohete, en Netiv Ha Asara.REUTERS

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