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La boda de Guillermo afianza a la monarquía británica

La institución pretende presentar una imagen más cercana

Si el llamado Dianagate consiguió hacer temblar los cimientos de la monarquía británica en la década de los noventa, el anuncio del compromiso del príncipe Guillermo con su novia, Kate Middleton, aspira a afianzar la recuperada normalidad de la institución y sobre todo a proyectar una imagen renovada en el siglo XXI. La boda del nieto de la reina y segundo en la línea de sucesión se celebrará el próximo verano, justo un año antes del 70º aniversario del ascenso al trono de Isabel II, una monarca que a pesar de las sucesivas crisis en la casa de los Windsor goza de enorme respeto.

"La monarquía necesita este matrimonio para funcionar", escribía ayer Matthew Engel en el Financial Times, en alusión a los traumáticos años de la separación y divorcio del príncipe Carlos y de Diana de Gales. La difusión de sus respectivos trapos sucios ante las pantallas televisivas abrió la veda para que la prensa escarbara por primera vez en los escándalos de la familia. Guillermo y Kate, subrayaban ayer la mayoría de diarios nacionales, son dos jóvenes de su tiempo (ambos tienen 28 años) que pueden conectar con la sociedad británica. Pero son al mismo tiempo sensatos y conscientes de los deberes que la institución les va a exigir. A diferencia de Carlos y Diana cuando se casaron en 1981, "llevan mucho tiempo ensayando", en palabras del propio padre del novio.

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Ya nadie especula en Reino Unido sobre la hipótesis de que Carlos renuncie en su día al trono a favor de su hijo Guillermo, tal como ocurrió a raíz de la boda del heredero con Camila, ocho años después de la muerte de Lady Di (1997). Aquellos sectores monárquicos más recalcitrantes, que no querían ver a su amante de toda la vida convertida en reina, han acabado aceptando a Camila. Y el paso de los años ha atemperado el carácter distante de Carlos y mejorado a ojos de los británicos la imagen de un príncipe ya sexagenario, cuyo futuro reinado se prevé corto, habida cuenta la excelente salud de Isabel II.

Las voces de los republicanos apenas tuvieron cabida en la amplísima cobertura que la prensa brindó al anuncio de la boda real. Se redujeron a la demanda de que sea la casa real la que pague la factura del evento, cuyo coste se estima en unos 40 millones de euros. Incluso el diario The Independent señaló como positivo el hecho de que Middleton sea una hija de la clase media. Pero dejó clara su escasa adhesión a la monarquía al ser el único gran periódico que no publicó en portada una foto de la pareja.

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El príncipe Guillermo y Kate Middleton, el martes en Londres.
El príncipe Guillermo y Kate Middleton, el martes en Londres.REUTERS

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