La detención del magnate petrolero Jodorkovski divide al Kremlin

Los círculos políticos y financieros de Moscú estaban pendientes ayer de cuál será el destino del jefe de la Administración presidencial, el ultraliberal Alexandr Voloshin, cuyo cese o continuación en el cargo es considerado como una importante señal sobre la futura política de Vladímir Putin. Voloshin seguía ayer trabajando, pese a que diferentes medios rusos reiteraban que el funcionario ha presentado su dimisión a resultas de la detención del magnate Mijaíl Jodorkovski.

Según el diario Vedomosti, el presidente aceptó su dimisión el martes tras una conversación de varias horas. La marcha de Voloshin, que estuvo asociado al magnate exiliado Borís Berezovski, sería el cambio más importante de la Administración presidencial desde que Putin llegó al poder en 2000.

Sin embargo, medios políticos consultados por esta corresponsal opinaban que Putin y Voloshin, sumamente hábil en las intrigas entre bastidores, podrían haberse planteado condiciones mutuas, después de que el presidente se asombrara de las consecuencias negativas de las acciones emprendidas contra Jodorkovski. La marcha de Voloshin del Kremlin y la sustitución del ala liberal de la Administración presidencial por representantes de los siloviki, los sectores vinculados con los órganos de seguridad y el Ejército, sería una señal negativa más para los inversores.

Con un celo poco habitual, la Fiscalía General del Estado protestó judicialmente la decisión de elegir a Valeri Shajnovski como senador de la región de los Evenos, en Siberia. Shajnovski, que está acusado de evasión de impuestos, es uno de los dirigentes de Yukos y su elección como senador le daría inmunidad ante la justicia.

Mientras, el periódico Kommersant publicó ayer la nota explicativa de la fiscalía sobre los cargos que pesan sobre Jodorkovski. Las tres páginas comienzan acusando al magnate de crear una banda delictiva para controlar con estafas empresas en vías de privatización.