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Reportaje:Elecciones en Irak

La difícil papeleta de los pactos

Ante una improbable victoria por mayoría absoluta, la alianza política más votada deberá buscar una coalición para elegir presidente y formar Gobierno

Ángeles Espinosa

Al margen de cuál sea el resultado de las elecciones de ayer en Irak, lo difícil está por llegar. Superado el peligro de que la insurgencia local o Al Qaeda arruinaran la jornada, los políticos iraquíes se enfrentan ahora a la necesidad de negociar y alcanzar pactos para lograr un Gobierno no sólo representativo sino estable y, en la medida de lo posible, funcional. Y a la vista de la fragmentación política y las rivalidades sectarias, la tarea puede resultar bastante más ardua que la de atraer a los votantes.

Salvo sorpresas, resulta improbable que un único bloque político se alce con los 163 escaños que le permitirían gobernar por sí mismo. Así que va a ser necesaria una coalición de al menos dos socios para poder elegir nuevo presidente y formar Gobierno. Tanto el mapa político como los sondeos preelectorales apuntan a que una de las tres o cuatro principales coaliciones (el Estado de la Ley del primer ministro Nuri al Maliki, según la mayoría de los observadores) logrará una mayoría relativa, con dos o tres grupos muy igualados detrás.

En el mejor de los casos, los nuevos ministros ocuparán sus cargos en julio
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Incluso descartada la pesadilla de un virtual empate de esos actores principales, el más votado se enfrentará a numerosos retos. Desde mantener las alianzas electorales hasta tender puentes a los adversarios para poder gobernar, hay un largo camino en que no está claro quién llena el vacío de poder. La Constitución no estipula cómo debe dirigirse el país en el periodo entre las elecciones y la inauguración del nuevo Gobierno. Y no estamos hablando de un par de semanas.

Aunque se espera conocer los resultados para el jueves, éstos no serán válidos hasta que la Alta Comisión Electoral Independiente los declare oficiales. En 2005, la Comisión tardó tres meses en revisar las denuncias de fraude. Una vez que lo haga, el actual presidente, Yalal Talabani, tiene 15 días para convocar al nuevo Parlamento. La primera sesión elige al presidente de la Cámara y a sus dos vicepresidentes, que deben contar con el respaldo de al menos 163 diputados, la mitad más uno del total.

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A partir de ese momento, el Parlamento dispone de 30 días para elegir al nuevo jefe del Estado. Dado que se requiere una mayoría de dos tercios y, por tanto, intensas negociaciones entre los principales grupos, el esfuerzo puede llevar más tiempo. Sólo entonces empieza el proceso formal de formación de Gobierno, aunque sin duda los pactos estarán avanzados para haber permitido los pasos anteriores.

El nuevo presidente tiene otros 15 días para encargar al líder del grupo más votado que forme su Gabinete. En el plazo de un mes, el primer ministro designado tiene que presentar su equipo ante el Parlamento y conseguir su aprobación. Si no lo logra, el presidente debe elegir otro posible primer ministro, que no necesariamente tiene que salir del segundo grupo con más escaños, y se repite el último paso.

Este laborioso proceso, concebido para que el Gobierno tenga que operar por consenso, significa que en el mejor de los casos llevará cuatro meses hasta que los nuevos ministros ocupen sus puestos. Los más realistas no esperan que estén trabajando antes de septiembre. Y los iraquíes tienen prisa por ver, finalmente, un equipo que trabaje de verdad para mejorar unas condiciones de vida que apenas han cambiado desde el cambio de régimen.

Estado en el que quedó un edificio de Bagdad tras la explosión de una bomba durante la jornada electoral.
Estado en el que quedó un edificio de Bagdad tras la explosión de una bomba durante la jornada electoral.REUTERS

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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