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Cumbre del G-8

El G-8 incentiva el cambio en el mundo árabe con un plan de ayudas

Obama discute en la reunión sobre el relevo en el FMI y el escudo antimisiles

Antonio Caño

Los líderes del G-8 decidieron respaldar el levantamiento a favor de reformas democráticas en el mundo árabe y pusieron en marcha un plan para estimular esos cambios a través de incentivos económicos. La cumbre de esa organización en Deauville (Francia) discutió también el modo de coordinar sus acciones para castigar a los regímenes de esa región que han optado por reprimir a su población y sentaron las bases de lo que debería de ser un nuevo orden en Oriente Próximo y el norte de África.

Los ministros de Finanzas de las ocho mayores potencias mundiales (Estados Unidos, Rusia, Alemania, Japón, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá) se reunirán en las próximas semanas con representantes de países árabes para determinar las necesidades específicas de cada uno de ellos, empezando por Egipto y Túnez, que ya se encuentran en fase de transición hacia la democracia. "La política es importante, la diplomacia es importante, pero en última instancia los pueblos tienen que ver las ventajas concretas de los cambios por los que luchan", declaró ayer el asesor de seguridad de la Casa Blanca Ben Rhodes.

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Los presidentes negociaban ayer los últimos detalles sobre la declaración que será hecha pública hoy, sobre la que persisten algunas dudas en relación con el grado de condena a algunos de los regímenes que han recurrido a la violencia, particularmente Siria, país sobre el que Rusia apuesta por ser más prudentes. El presidente ruso, Dmitri Medvédev, abordó ayer ese asunto en una reunión bilateral con el presidente Barack Obama. Medvédev considera que la OTAN está haciendo una interpretación agresiva de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Libia y teme que ocurra algo similar con Siria si Rusia da luz verde.

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Esas discrepancias no impedirán, en todo caso, que esta cumbre concluya con el mensaje contundente de que el club más poderoso del mundo decide romper con el statu quo y apostar por una nueva era de democracia en el mundo árabe. Obama ha sido el líder que con mayor energía ha traído este asunto a la reunión.

La Administración norteamericana se anticipó hace dos semanas con el anuncio de un plan de salvamento económico para un área en la que la inestabilidad actual puede agravar la situación económica. El Banco Mundial ha reducido las perspectivas de crecimiento en el mundo árabe del 5% al 3,5%. Estados Unidos ha aprobado ya una reducción de un millón de dólares de la deuda de Egipto y un millón en garantías de préstamos. El Banco Mundial añadirá 4,5 millones de dólares para ese país y 1,5 millones para Túnez. Parte de esas cantidades están condicionadas a la certificación del respeto a los derechos ciudadanos y a la transparencia en la gestión de los Gobiernos. Los países europeos y el FMI sumarán otras cantidades próximamente.

Esto no satisface por completo las necesidades expresadas por Egipto y Túnez, cuyos representantes en esta reunión han reclamado alrededor de 12 millones de dólares para evitar un deterioro mayor de sus economías. Pero, a juicio de la Administración norteamericana, sienta unas bases de cooperación que servirá para que otros países se sientan alentados a seguir ese camino.

Obama venía a Deauville con la misión principal de sacar adelante ese proyecto. Pero esto no es Dublín ni Londres, donde en los días anteriores fue aclamado y agasajado sin fin por irlandeses y británicos. Aquí se tuvo que encontrar con un anfitrión siempre renuente a jugar un papel secundario y, sobre todo, con un presidente ruso que puso sobre la mesa el obstáculo más grave de las relaciones ruso-norteamericanas en estos momentos: el sistema de defensa europeo.

Obama eliminó el proyecto de escudo europeo diseñado por su antecesor. Pero Moscú tampoco está satisfecho con la alternativa que está poniendo en marcha Estados Unidos, un sistema móvil de detección de misiles preparado para interceptar cohetes de Irán o Corea del Norte, pero inútil frente al armamento ruso. Medvédev cree esa versión pero sospecha que, en un futuro, los norteamericanos podrían mejorar su tecnología para hacerla válida frente a los misiles rusos. Los dos presidentes se comprometieron a seguir trabajando en este asunto para no crear tensiones innecesarias.

El presidente norteamericano fue objeto también de la presión de los cuatro países europeos para que respalde la candidatura de la ministra francesa de Finanzas, Christine Lagarde, a la dirección del FMI. EE UU no ha dado aún su apoyo a esa candidatura aunque podría hacerlo en breve.

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, muestra a su homólogo estadounidense, Barack Obama, el lugar que le corresponde dentro de la foto de familia del G8.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, muestra a su homólogo estadounidense, Barack Obama, el lugar que le corresponde dentro de la foto de familia del G8.KONSTANTIN ZAVRAZHIN (GETTY)

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