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El gobernador de Río de Janeiro reclama la intervención del Ejército para frenar la violencia en las calles

La criminalidad ha aumentado en las favelas por la presencia de milicias

Sergio Cabral, el joven gobernador de Río de Janeiro, el segundo Estado más grande de Brasil, ha pedido al presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, que le autorice a usar permanentemente a miembros de las Fuerzas Armadas para patrullar la ciudad. "No quiero pasar los cuatro años de mi Gobierno asistiendo a funerales de policías y civiles asesinados en la calle", argumenta Cabral. Así se expresó durante el velatorio del policía Guaraci de Oliveira, de 28 años, escolta de sus hijos, asesinado durante el asalto perpetrado por un grupo de traficantes de droga que quería robar su coche.

El gobernador, que ya había pedido la ayuda del cuerpo de élite de la Fuerza Nacional para actuar especialmente en las favelas, se ha dado cuenta de que, a pesar de buena voluntad expresada durante la campaña electoral y sus promesas de acabar con la criminalidad organizada en la ciudad, la tarea se presenta mucho más difícil de lo que parecía.

La Fuerza Nacional no ha conseguido poner orden en las favelas, donde la criminalidad ha aumentado con la presencia de las llamadas milicias, grupos parapoliciales que dicen querer contrarrestar la acción de los narcos aunque en realidad representan un nuevo peligro para los habitantes de dichas comunidades pobres. De hecho, ya se teme que las milicias pasen pronto a formar parte también del tráfico de drogas y compitan con los narcotraficantes oficiales.

El gobernador de Río acaba de regresar de una visista a Colombia, donde ha recabado información sobre los métodos usados en Bogotá para combatir la violencia urbana de la guerrilla.

15.000 soldados

Ahora, Cabral quiere en las calles a los tres ejércitos, que en Río cuentan con un contingente de 15.000 soldados. Sin embargo, el primer obstáculo proviene del nuevo ministro de Justicia, Tarso Genro, que dijo ayer que "no ve con buenos ojos la presencia del Ejército en las calles de Río", porque sus efectivos han sido entrenados para acciones de guerra y no para intimidar a delincuentes comunes.

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Entretanto, Lula se encuentra entre la espada y la pared, porque es amigo tanto del ministro Tarso como del gobernador Cabral. Con todo, es consciente de que la opinión pública, cansada de tanta violencia, está a favor de la presencia del Ejército; por eso, ayer anunció que va a estudiar el asunto para "ayudar al amigo Cabral".

Este año ya han muerto asesinados en Río 39 policías militares. En 2005, fueron asesinados 480 militares y en 2006, el número ascendió a 526. En lo que se refiere a los civiles asesinados, en lo que va de año el número supera ya el millar.

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