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EE UU rearma a los árabes para frenar a Irán

Los demócratas critican el acuerdo para dar ayuda militar a los países aliados de Oriente Próximo

El Gobierno de Estados Unidos considera que un incremento sustancial del material militar en los países de Oriente Próximo es la mejor fórmula para conseguir la estabilidad en esa zona y contrarrestar el peso de Irán. La secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, justificó ayer el aumento de las ayudas militares a países árabes y a Israel como la manera de "enfrentarse a la amenaza del radicalismo" islámico. Arabia Saudí recibirá uno de los planes de asistencia militares más valiosos, a pesar de que la Casa Blanca pone en duda su interés por colaborar en la estabilización de Irak.

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El conjunto de ayudas a los países árabes se compensa con un incremento del 25% en ayuda militar a Israel, hasta un total de 22.000 millones de euros a lo largo de los próximos 10 años. En ese mismo periodo, Egipto -que mantiene una relación estable con Israel- obtendrá 13.000 millones de dólares (9.500 millones de euros); el resto del presupuesto, en torno a 7.000 millones de dólares (5.100 millones de euros), se destinará a ayudas militares para Bahrein, Kuwait, Omán, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos. La ayuda militar de Estados Unidos permitirá a estos países modernizar su arsenal con tecnologías que facilitan, entre otras cosas, la instalación de sistemas de guía en sus misiles para que puedan ser dirigidos a objetivos concretos.

Con la operación, Washington reforzará a sus aliados suníes en la zona del golfo Pérsico, que recientemente habían mostrado su preocupación ante el ascenso de la influencia chií alentada desde Irán. La ayuda de EE UU a sus históricos enemigos no ha pasado inadvertida para Irán. Mohamed Ali Hosseini, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní, criticó la política de Washington en Oriente Próximo: "América sólo tiene una política para esta región y es la de crear miedo y preocupación en la zona". "Lo que el golfo Pérsico necesita es seguridad, estabilidad, paz, prosperidad y desarrollo económico", añadió.

Aunque el primer ministro israelí, Ehud Olmert, está satisfecho con un reparto que solidifica su supremacía militar en la zona, su Gobierno no ha logrado la compra de aviones F-22 capaces de evitar la detección en radares.

Antes de partir en un viaje de cuatro días por esa zona, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, justificó la modernización del armamento en la zona como una herramienta "para impulsar las fuerzas de moderación y apoyar una estrategia global que compense las influencias negativas de Al Qaeda, Hezbolá, Siria e Irán". Según la lógica de Rice, el incremento del material militar en una zona tan frágil "mejora su capacidad de asegurar la paz y la estabilidad en la zona del Golfo".

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Las ayudas militares a Arabia Saudí contrastan con la dudosa cooperación de ese Gobierno en la lucha contra el terrorismo y la estabilización de Irak. El embajador de Estados Unidos ante la ONU, Zalmay Khalilzad, ha criticado abiertamente la actitud de ese país. En declaraciones a la CNN y en un artículo de opinión en The New York Times, Khalilzaid acusó al Gobierno saudí de mostrar a lo sumo desinterés por mejorar la situación en Irak: "Nos gustaría y querríamos que hicieran más de lo que están haciendo. Y en ocasiones no sólo no están ayudando, sino que están haciendo cosas que minan el esfuerzo por avanzar".

La paradoja saudí

Es paradójico que EE UU y Riad amplíen su cooperación militar cuando ésa es la percepción de Washington y cuando el rey Abdalá, hace unos meses, se refirió a la presencia estadounidense en Irak como "una ocupación extranjera ilegal". En mayo, el Gobierno saudí no invitó al primer ministro iraquí, Nuri Al Maliki, cuando organizó una gira por la zona.

Del mismo modo que el Congreso estadounidense obligó a Ronald Reagan a reducir un paquete de ayudas militares a Arabia Saudí en 1986, los demócratas pueden forzar una revisión a la baja de la propuesta actual. Dos congresistas de ese partido, Anthony Weiner y Jerrold Nadler, han anunciado su intención de bloquear el acuerdo "en el momento en el se nos notifique". Según Weiner, Arabia Saudí "no debería recibir ni un gramo de ayuda militar de EE UU hasta que denuncie el terrorismo de manera inequívoca y tome medidas para prevenirlo".

El primer ministro británico, Gordon Brown (izquierda), estrecha la mano del presidente estadounidense, George W. Bush, tras su conferencia de prensa ayer en Camp David.
El primer ministro británico, Gordon Brown (izquierda), estrecha la mano del presidente estadounidense, George W. Bush, tras su conferencia de prensa ayer en Camp David.REUTERS

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