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El conflicto de Irak

El jefe de las tropas en Irak pide más tiempo

El general Petraeus advierte que una retirada precipitada tendría "consecuencias devastadoras"

Antonio Caño

Con la expectación y los nervios de las grandes ocasiones en la historia del Capitolio, el jefe de las fuerzas estadounidenses en Irak, el general de cuatro estrellas David H. Petraeus, pidió ayer al Congreso un acto de fe en su capacidad de reconducir la guerra y le solicitó unos meses más, hasta el próximo marzo, antes de tomar decisiones sobre una significativa retirada de tropas. Petraeus advirtió que una salida precipitada de aquel país provocaría más violencia y potenciaría a Al Qaeda, y aseguró que sería un atrevimiento aventurar el número de soldados que pueden quedar en Irak a partir de julio de 2008. "Un repliegue precipitado de nuestras fuerzas tendría probablemente consecuencias devastadoras", dijo Petraeus en la Cámara de Representantes de EE UU.

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El general Petraeus puso todas sus medallas y condecoraciones sobre la mesa para tratar de convencer a un Congreso y una opinión pública contrarios a la guerra de que las cosas han mejorado notablemente en los últimos meses, que el objetivo de un Irak estable es todavía posible y que, sin esconder ninguno de los obstáculos por salvar, la continuación del esfuerzo militar merece la pena.

"Creo que los problemas de Irak exigirán un esfuerzo de largo plazo. No hay respuestas fáciles ni soluciones rápidas. Aunque creemos que este esfuerzo puede tener éxito, llevará tiempo. Es necesario reconocer, no obstante, que un repliegue precipitado de nuestras fuerzas tendría probablemente consecuencias devastadoras", dijo Petraeus ante una sesión conjunta de los comités de Fuerzas Armadas y Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes. Hoy comparecerá ante el Senado.

Contra la opinión de organizaciones pacifistas que han puesto en duda la independencia del general y que trataron ayer en varias ocasiones de interrumpir su discurso con gritos, Petraeus prometió que hacía este informe de acuerdo con su propio criterio, sin intervención del Pentágono ni de la Casa Blanca. El jefe de las fuerzas en Irak aseguró que "se ha producido un declive generalizado de la violencia" y que "los objetivos originales del refuerzo de tropas se han cumplido en términos generales". Petraeus destacó que los actos de violencia se han reducido en ocho de los últimos 12 meses, y afirmó que el número de incidentes en las últimas dos semanas es el más bajo desde junio de 2006.

Petraeus citó también progresos significativos en lo que respecta a la desarticulación de santuarios de Al Qaeda, la captura de extremistas chiíes, la reducción del número de asesinatos de carácter étnico o religioso y la mejora de la preparación del Ejército iraquí.

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Diagnósticos contradictorios

Este diagnóstico contradice otros mucho más pesimistas facilitados en los últimos días al Congreso por investigadores de prestigio, como la Oficina de Control del Gobierno. Algunos expertos han puesto en duda los métodos de contabilidad del Ejército en Irak y han acusado a Petraeus de minusvalorar las cifras más pesimistas.

En todo caso, es el informe presentado por Petraeus el que servirá de base para las decisiones que el presidente George W. Bush anunciará esta misma semana en un mensaje televisado a la nación y el que será discutido para sentar la posición del Congreso. La mayoría demócrata, decididamente contraria a respaldar los planes de Bush, tendrá más difícil negar la solicitud de un prestigioso jefe de las fuerzas armadas.

En ese papel, Petraeus pidió ayer que le dejen continuar con el calendario que él tiene previsto. Este calendario incluye un progresivo repliegue a partir de este mismo mes con la salida de una unidad de marines que formaba parte del refuerzo de 30.000 hombres y mujeres concluido en junio. Una brigada completa será retirada a mediados del mes próximo y cuatro más en los primeros siete meses de 2008, de forma que el número total de soldados a mediados de julio sea de unos 130.000, similar al que había antes del refuerzo.

A partir de ese momento, Petraeus recomienda no hacer más pronósticos: "No creo que sea razonable hacer un cálculo de más reducciones de tropas al menos hasta mitad de marzo próximo". Petraeus reconoció que algunos en Washington, acuciados por su deseo de reducir el número de soldados, pueden sentirse tentados de cambiar la naturaleza de la misión, de la consecución de estabilidad para Irak a la simple labor de lucha antiterrorista. "Hacer ese cambio ahora sería, desde nuestro punto de vista, prematuro", advirtió.

Las palabras de Petraeus fueron precedidas por otras de sus más distinguidos anfitriones demócratas y republicanos, que pusieron en evidencia el clima de profunda división política en el que habrá que responder ahora a la solicitud del general. Por primera vez desde el comienzo de esta guerra, Bush no está en el centro del huracán. En silencio y recluido en su despacho en la Casa Blanca, el presidente tuvo, sin embargo, su mejor día en muchos años.

El general Petraeus (centro), acompañado por el embajador de Estados Unidos en Irak, Ryan Crocker, poco antes de su comparecencia.
El general Petraeus (centro), acompañado por el embajador de Estados Unidos en Irak, Ryan Crocker, poco antes de su comparecencia.ASSOCIATED PRESS

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