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El conflicto de Oriente Próximo

Israel desafía a Irán con un nuevo misil

El Jericó 3 tiene un alcance de 4.500 kilómetros y puede llevar una cabeza nuclear

Las Fuerzas Armadas de Israel han probado con éxito un misil de largo alcance como parte de un sistema de defensa para desarrollar en varias fases por si el país fuese atacado con cohetes balísticos. El misil y sus características son una incógnita aún, aunque la radio israelí, atribuyendo la información a fuentes extranjeras, lo identificó como el Jericó 3. La prueba se desarrolló tres días después de que el primer ministro israelí, Ehud Olmert, asegurase que Israel estudiará todas las opciones para impedir que Irán desarrolle armas nucleares.

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Olmert compareció el pasado lunes ante la comisión de Asuntos Exteriores y de Defensa del Parlamento israelí, y allí aseguró: "No descartamos ninguna opción. Todo lo que pueda impedir a Irán adquirir una capacidad nuclear es legítimo". El primer ministro añadió que "los iraníes continúan con sus esfuerzos para dotarse de armas no convencionales, y nosotros también deberíamos utilizar todos los medios disponibles para impedirlo".

Si el misil fuese de la tercera generación de los Jericó, que llegaban hace unos años a 2.000 kilómetros de distancia, en su radio de acción entrarían todos los países árabes vecinos -la mayoría de los cuales desde la guerra de 1948 son beligerantes con el Estado hebreo- y también Irán, cuyo presidente, Mahmud Ahmadineyad, sin pelos en la lengua dice que lo que se debe hacer es "borrar a Israel del mapa".

Los responsables de la prueba, realizada desde la base de la Fuerza Aérea en la playa de Palmachim, en el Mediterráneo, se limitan a informar de que el éxito alcanzado con este misil tierra-tierra es "muy importante". Según expertos militares extranjeros, el misil tendría un alcance de 4.500 kilómetros y capacidad para llevar una cabeza nuclear, química o bacteriológica de 1.300 kilos.

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Es una incógnita si este ensayo tiene algo que ver con la gira por Oriente Próximo del presidente de EE UU, George W. Bush, el principal aliado de Israel. En todos los Estados árabes, que tratan de apaciguar a Ahmadineyad, Bush no dejó de apuntar al Gobierno de Teherán como "peligroso" por sus presuntos planes para conseguir armas nucleares.

Esta última amenaza estuvo en el centro de las conversaciones que Bush celebró hace una semana con el Gobierno de Olmert. Como en el caso de sus misiles y armas no convencionales, Israel ha seguido tradicionalmente una política ambigua, pero expertos extranjeros creen que posee más de 200 artefactos atómicos en sus arsenales.

Las autoridades, sin reconocerlo, aseguran que "Israel no será el primero en introducir armas nucleares en Oriente Próximo", aunque recientemente a Olmert y al presidente de Israel, Simón Peres, se les deslizó sin quererlo alguna frase que dio a entender que su país es la única potencia atómica de la región.

El sistema balístico israelí también incluye la fabricación a toda marcha de un misil más simple, pero imprescindible para contrarrestar a los artesanales Kasam de los palestinos, que, con un kilo de dinamita o poco más y un alcance de entre 11 y 15 kilómetros, tienen en jaque a unos 200.000 israelíes.

Con esos misiles, lejos siquiera de parecerse a un Katyusha, como los empleados por el Ejército Rojo de la desaparecida Unión Soviética para frenar a los tanques de Adolf Hitler, los palestinos están librando en estos días lo que el primer ministro Olmert describió ayer sin ambages como "una guerra", y reconociendo irónicamente la impotencia de las fuerzas armadas israelíes a fin de detenerlos, pues "no tenemos una fórmula mágica" para hacerlo, explicó. [Mientras, varios ataques aéreos israelíes llevados a cabo ayer en la franja de Gaza mataron al menos a siete palestinos, incluidos una madre y su hijo, informa Reuters].

La vieja doctrina militar israelí sobre la guerra murió. Ésta respondía a la pequeñez del territorio (21.000 kilómetros cuadrados) y prescribía que "la guerra debe ser llevada a suelo enemigo", para dejar a salvo a la población civil israelí.

La primera experiencia la vivieron los israelíes al ser atacados en 1991 por Irak con 40 de sus misiles durante la segunda guerra del golfo Pérsico, sin participar en la contienda. El gran temor era que llevasen gases letales. No fue así.

La segunda, mucho más dolorosa por sus consecuencias en muertes y daños materiales, fue la del verano de 2006, cuando los milicianos libaneses de Hezbolá dispararon casi 4.000 de sus Katyusha, no mucho más precisos que los Kasam, contra localidades judías y árabes del norte de Israel.

Para saber más del nuevo misil, que sobrevoló Jerusalén y asustó a la población al creer que venía de territorio palestino, aparentemente no bautizado aún y tal vez también capaz de interceptar los cohetes Shahab de Irán -que también pueden llegar a Israel-, habrá que esperar a que lo revelen los expertos extranjeros, porque los israelíes no lo harán.

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