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El asesor de medio ambiente de Obama dimite para aplacar la ira republicana

Van Jones fue soez con la oposición y suscribió la idea de que Bush permitió el 11-S

Antonio Caño

Barack Obama aceptó ayer la dimisión de uno de sus asesores de segundo nivel en un intento de contener la feroz campaña conservadora en su contra y de reducir el tono izquierdista de su Gobierno. A la mitad de un puente vacacional, la Casa Blanca anunció la renuncia de Van Jones, que actuaba como asistente del presidente en materia medio ambiental. Jones estaba siendo en los últimos días el blanco de los ataques de varios comentaristas conservadores que lo citaban como ejemplo del supuesto grupo de radicales de izquierdas que Obama ha instalado en la Casa Blanca.

Uno de los reproches contra Jones era el haberse referido a los dirigentes republicanos en un acto público en San Francisco con expresiones soeces que la prensa norteamericana, por buen gusto, no reproduce. Igualmente se le acusa de que su nombre aparecía en un manifiesto de 2004 en el que se pedía investigar la implicación del Gobierno de George Bush en los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Su salida cobra relevancia por el crítico momento del presidente
Obama se desgasta en su afán de lograr la reforma sanitaria por consenso

Jones había ya pedido disculpas por sus insultos y había negado también su apoyo al citado manifiesto, asegurando que ese documento no recogía entonces ni ahora sus opiniones sobre el 11-S. Pero eso no fue suficiente para detener los ataques contra él.

Según explicó ayer el propio Jones en un comunicado, esas críticas forman parte de un intento de la oposición de desestabilizar la Administración de Obama en un momento crucial de su programa de cambios.

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"En vísperas de históricas luchas por el sistema de salud y la energía limpia, los oponentes de estas reformas han montado una despreciable campaña de injurias contra mí. Están utilizando mentiras y distorsiones para distraer y dividir", afirma el asesor dimitido.

El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, declaró ayer que Jones había decidido dejar su cargo, pese a las numerosas presiones de amigos y colaboradores para que se quedase y peleara, con el objetivo de no perjudicar más a Obama y no desviar la atención sobre la agenda del presidente.

Van Jones era, aparentemente, una figura de cierta relevancia entre los círculos progresistas de California, donde había destacado en la lucha por los derechos civiles y a favor del cuidado del medio ambiente.

No era, sin embargo, un político muy conocido en Washington, donde saltó a la fama en las últimas semanas, gracias especialmente a la reiteración con la que uno de los presentadores del canal de televisión Fox, Glenn Beck, ha aludido a su biografía. El programa de Beck es uno de los mejores ejemplos de la clase de retórica que la ultra derecha está empleando estos días contra Obama, a quien se menciona constantemente como un racista, un comunista, un antiamericano y un peligro para la nación.

En la dimisión de Jones hay también, no obstante, un cierto reconocimiento por parte de Obama de que algunos miembros de su Gobierno pueden pertenecer a corrientes políticas que no coinciden exactamente con el pensamiento mayoritario de los norteamericanos.

Al mismo tiempo, con esta medida, el presidente intenta, obviamente, quitarle razones a quienes le acusan -entre ellos, algunos comentaristas que le apoyaron al principio- de haberse escorado excesivamente a la izquierda.

Es difícil medir cuánto hay de cierto en esa acusación o en qué áreas de su gestión se ha producido de forma más remarcada, sin embargo, resulta innegable que la mera intromisión de Obama en un asunto como la reforma sanitaria, que afecta a fuertes intereses económicos, es un motivo para desatar las iras de la derecha.

Obama ha intentado hasta ahora sacar adelante una reforma consensuada con los republicanos. El miércoles, en una intervención ante un pleno de ambas cámaras del Congreso, intentará fijar su posición al respecto. Pero cada día parece más lejana la posibilidad de una ley votada por la oposición.

Un editorial del diario The New York Times recomendaba ayer al presidente abandonar sus esfuerzos de atraer a los republicanos y defender un proyecto que recoja claramente sus propias ideas y objetivos. Lo mismo piensan muchos congresistas demócratas, que creen que el presidente se ha difuminado en exceso en su afán por el consenso. Ese temor dentro del Partido Demócrata ha crecido hasta el punto de ponerse por primera vez en cuestión la fortaleza del liderazgo de Obama.

Van Jones, el dimitido asesor de medio ambiente del presidente Barack Obama.
Van Jones, el dimitido asesor de medio ambiente del presidente Barack Obama.ASSOCIATED PRESS

Los 'pecados' de Jones

- Revolucionario. En los noventa estuvo involucrado con un grupo denominado Standing Together To Organize a Revolucionary Movement (Alcémonos Juntos para Organizar un Movimiento Revolucionario). Algunas cartas póstumas de sus fundadores lo definen como un movimiento anticapitalista, pacifista y comprometido con "la solidaridad entre los pueblos oprimidos" y partidario de la "acción directa".

- 11-S. En 2004 suscribió una carta que respaldaba la teoría de que el ex presidente Bush tuvo conocimiento de que iba a producirse el ataque terrorista y que éste fue utilizado como pretexto para ir a la guerra. A Jones también se le reprocha haber hecho declaraciones despectivas sobre el Partido Republicano.

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