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Ucrania vota bajo la amenaza de nuevas protestas

Las elecciones de hoy se convierten en una prueba para la democracia del país tras la 'revolución naranja' de 2004

Pilar Bonet

Las elecciones presidenciales que se celebran hoy en Ucrania ponen a prueba la madurez de los ciudadanos y su capacidad de no convertirse en un instrumento -más allá de las urnas- en la enconada pugna entre el ex primer ministro y jefe de la oposición, Víctor Yanukóvich, de 59 años, y la actual jefa del gabinete, Yulia Timoshenko, de 49, ya que ninguno reconocerá fácilmente una derrota.

La posibilidad de movilización callejera es real, como indica el desplazamiento a Kiev de seguidores de Yanukóvich desde el Este (Donetsk) y de partidarios de Timoshenko desde el Oeste (Lvov) del país. Estos grupos de apoyo mantenían hasta ayer una presencia relativamente discreta tras situarse en algunos lugares claves en espera de la noche electoral. La alcaldía de la capital ha prohibido los mítines en la plaza de la Independencia, el escenario de la protesta popular de otoño de 2004 conocida como la revolución naranja.

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Desde entonces, los naranjas se han dividido; el entusiasmo popular ha desaparecido y los oligarcas ucranianos -como quien compra acciones de compañías- reparten apoyo y recursos entre los contendientes y se ponen de acuerdo sobre el futuro entre bastidores con un pragmatismo que admite todas las combinaciones. Además, las temperaturas invernales rigurosas y el hielo y nieve que cubren la ciudad hacen que el entorno sea más inhóspito.

Medios ucranianos relacionados con los centros de decisión coinciden en que los enfrentamientos, de producirse, tendrían carácter limitado. Añaden además que Timoshenko no tiene medios para mantener una resistencia prolongada, ya que sus patrones le han cortado la financiación. "Montar tiendas con calefacción y comida caliente en la plaza es bastante costoso", señala el politólogo Dmitri Vydrin, según el cual los seguidores del presidente Víctor Yúshenko parlamentan con Regiones sobre "las condiciones de su rendición".

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Como garante de la Constitución, Yúshenko es responsable en última instancia de los efectivos del Ministerio del Interior y del Servicio de Seguridad. Yuri Lutsenko, un partidario de Timoshenko que sigue en funciones como titular de Interior tras haber sido destituido por el Parlamento, ha dicho al periódico Zérkalo Nedelii, que está "seguro" de que "la policía cumplirá sólo las órdenes legales". Sin embargo, afirmaba no saber si sus competencias serán suficientes "para normalizar la situación". "Es posible que no y esto puede llevar a la parálisis del país", señalaba. Lutsenko acusaba a Regiones de trasladar a Kiev a personas con "experiencia de servicio en estructuras de fuerza o en servicios de escolta" a las que se paga "50 dólares al día". Admitía que los partidarios de Timoshenko también han traído a su gente, incluido un servicio para "mantener el orden público".

Boris Kolésnikov, dirigente de Regiones, aclaró ayer que su gente no ha venido a Kiev a luchar y mostró confianza sobre la capacidad de Yúshenko de mantener el orden. "El presidente está interesado en que la transferencia de poder sea legítima", dijo.

A la tensión ha contribuido la decisión del Parlamento de enmendar una ley para permitir que los colegios electorales se formen con una mayoría simple de sus miembros, en lugar de los dos tercios necesarios antes. La ley, impugnada por Timoshenko ante el Tribunal Constitucional, permite a los órganos del Ejecutivo designar sustitutos para los miembros de colegios que no acudan a sus puestos.

En primera vuelta electoral, Yanukóvich sacó 10 puntos de ventaja a Timoshenko, pero ésta ha realizado una campaña más activa e imaginativa que la de su adversario, aunque no está claro si la estudiada estrategia de la primera ministra le dará resultado o será percibida como demasiado agresiva. Timoshenko no ha logrado crear una dicotomía maniquea entre Yanukóvich y ella, identificando a su rival como la encarnación del mal.

El 3 de febrero fracasó también en su intento de movilizar a los embajadores de la UE en Kiev para que la arroparan cuando el Parlamento votó las enmiendas de la ley electoral. En vez de correr a la sede del Gobierno, algunos embajadores prefirieron acudir al espectáculo de flamenco de Rafael Amargo, organizado por la Embajada de España.

Empleados municipales tapan el cartel de Timoshenko, ayer en Kiev.
Empleados municipales tapan el cartel de Timoshenko, ayer en Kiev.REUTERS

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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