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Las elecciones regionales se perfilan como un plebiscito sobre Sarkozy

Los sondeos auguran una ajustada victoria socialista y una abstención histórica

Antonio Jiménez Barca

Nicolas Sarkozy se prepara para un fracaso sonado en las elecciones regionales, cuya primera vuelta se celebra mañana en Francia. Si hace dos semanas los sondeos pronosticaban un empate entre su partido, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), y el Partido Socialista francés (PS), éste ha ido avanzando a lo largo de la campaña y ya se sitúa por encima, con un punto de diferencia. El jefe del Estado ya se lo espera, y colocándose la venda antes que la herida, aseguró hace unos días: "Las elecciones regionales tendrán consecuencias regionales". Es decir, no habrá crisis de Gobierno, ni baile de ministros ni medidas traumatizantes tras la previsible derrota.

Incluso, en un intento de tranquilizar a su propio Gabinete, en el último Consejo de Ministros, celebrado el pasado miércoles, aseguró a los ministros candidatos (hay cinco) que no deben preocuparse por el (previsiblemente mal) resultado que obtengan mañana. A Sarkozy ya le han salido críticas por esta especie de sordera a lo que se le avecina: "Se equivoca si no oye lo que se está levantando en este país, un viento de revuelta, de rechazo a su política", asegura el dirigente socialista Pierre Moscovici.

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En Francia, mañana perderá Sarkozy, según los sondeos. Pero también la clase política en su conjunto: se espera una abstención del 50%, la más alta jamás alcanzada en unas elecciones francesas si se exceptúan las europeas. La crisis, el paro, el descrédito de los políticos, el hartazgo, una campaña aburrida y sucia, cuando no mezquina... Todo ha contribuido a que mañana la mitad de los franceses tenga previsto quedarse en casa. El fenómeno llama tanto la atención que la revista dominical de Le Monde dedica su portada de hoy a este ejército de decepcionados ilustrada con el dibujo de un hombre sonriente tumbado al sol y un título elocuente: "Elecciones regionales: ¿Por qué no irán a votar?"

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Sarkozy aseguró hace unos días que, como presidente de la República, desde el punto de vista institucional, su papel consistía "en no entrar en una campaña, en no interferir". No lo ha cumplido: durante la semana pasada visitó fábricas y criticó la jornada laboral de 35 horas -medida adoptada bajo Gobierno socialista- como ejemplo de rémora para la productividad. Cuando le afearon su conducta poco neutral, Sarkozy replicó: "Ahora resulta que es la primera vez que yo visito fábricas... Mi trabajo es escuchar al pueblo y no estar encerrado en el Elíseo".

No se ha encerrado, claro. De hecho, hoy, precisamente, la víspera de las elecciones, aparece publicada en Le Figaro Magazine una larguísima entrevista suya en la que da algunas pistas sobre lo que será la segunda parte de su mandato, que termina en 2012. Ahí adelanta, por ejemplo, que tras el cambio del sistema de pensiones, que se llevará a cabo en otoño, habrá un cierto periodo de apaciguamiento en las reformas.

A la izquierda de la UMP de Sarkozy, el partido centrista MODEM, comandado por el ex ministro François Bayrou, que ya cosechó un sonado revés en las elecciones europeas de junio de 2009, con un 8,2%, se despeña aún más: las encuestas le otorgan solamente un magro 4,5%.

Y mucho más a la derecha, Jean-Marie Le Pen, presidente del Frente Nacional y cabeza de lista de la región PACA [Provenza-Alpes-Costa Azul], disputará las que serán sus últimas elecciones antes de abandonar la jefatura del partido, cosa que hará a finales de 2010 o principios de 2011. Su hija, Marie Le Pen, también candidata por la región de Nord-pas-de-Calais, se juega la legitimidad de sucederle. Los sondeos dan al Frente Nacional un 8,2%.

EL GRUPO SOCIALISTA. Martine Aubry goza de viento de cola

A Martine Aubry, primera secretaria del Partido Socialista (PS), se le ha visto a gusto a lo largo de la campaña. Acostumbrada en los últimos tiempos a los reveses (las elecciones europeas significaron un batacazo con un 16,4% de los votos), a los congresos a cara de perro ganados por los pelos y a sentirse cuestionada por unos y otros en su propio partido, el viento cada vez más favorable de las encuestas y la cercanía de un triunfo electoral le han devuelto la sonrisa.

La victoria socialista consolidará, por fin, su situación a la cabeza del PS. Pero ojo, también su gran rival en el partido, Ségolène Royal, candidata de la región de Poitou-Charentes, saldrá fortalecida.

EL PARTIDO ANTICAPITALISTA. El velo que frenó el tirón de Besancenot

El Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), liderado por el batallador Olivier Besancenot, un político treintañero que meses atrás gozaba de aceptación en la izquierda, cosechará un revés considerable. Los sondeos le dan sólo un mísero 1,5% de los votos. Menos incluso que el 5% que obtuvo en las anteriores regionales. El NPA ha dinamitado sus opciones con una campaña apresurada y, sobre todo, por la sorprendente, mediatizada y algo inexplicable aparición de una candidata musulmana en la lista de Aviñón, llamada Ilham Moussaïd, ataviada con velo y declarada anticapitalista, proabortista y feminista que sembró el estupor en toda Francia.

LOS VERDES. Una incógnita llamada Cécile Duflot

En las pasadas elecciones europeas, en junio de 2009, la sorpresa llegó del lado verde. La candidatura de Europa Ecología, liderada por el eurodiputado y viejo líder del Mayo del 68, Daniel Cohn-Bendit, logró un 16,2% de los votos, a sólo dos décimas del Partido Socialista (PS).

Una de las incógnitas de las elecciones de mañana será si la formación verde repetirá el éxito. Para ello cuenta con Cécile Duflot, de 34 años, secretaria general de los Verdes, cabeza de lista por Ile-de-France. Ella se define como una "persona normal que sigue yendo en metro" y esa marca de normalidad y cercanía la catapultaron como candidata. Los sondeos les dan un 14%.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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