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Sarkozy pide en Japón una reforma mundial de la seguridad nuclear

El Gobierno no evacuará la zona de 20 a 30 kilómetros de Fukushima

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, hizo ayer en Tokio un llamamiento para una reforma global de las normas de seguridad de las plantas nucleares, que debería llevarse a cabo antes de fin de año, en respuesta a la grave crisis atómica que vive Japón. "Es nuestro deber compartir nuestra experiencia de forma precisa con el resto del mundo para evitar que vuelva a suceder un accidente parecido", aseguró tras entrevistarse con el primer ministro japonés, Naoto Kan, quien respaldó la iniciativa.

Sarkozy, que este año preside el G-20, dijo que Francia quiere organizar en mayo en París una reunión de los responsables nucleares de este grupo de países para fijar las nuevas normas de seguridad. "No es en absoluto normal que no existan estas normas internacionales", afirmó el presidente en la Embajada francesa en Tokio poco antes de reunirse con Kan, informa France Presse.

La visita es un mensaje de "calma y transparencia para gestionar la crisis"

Sarkozy ha sido el primer mandatario extranjero en visitar el país asiático desde el terremoto y el tsunami del pasado 11 de marzo, que devastaron la costa noreste del archipiélago y desencadenaron el peor desastre nuclear que vive el mundo desde Chernóbil (Ucrania, 1986). La visita "de solidaridad con el pueblo japonés" del dirigente francés ha venido acompañada del envío de expertos de la compañía nuclear francesa Areva para ayudar a los técnicos japoneses en las labores de estabilización de la central de Fukushima, la cual, según los expertos, tardará probablemente meses.

La visita de Sarkozy se produce a pesar de que Francia fue uno de los primeros países en pedir a sus ciudadanos que se fueran de Tokio y en enviar aviones para evacuarlos por la crisis nuclear. Además, París dejó en evidencia a Japón desde un principio al decir que el desastre en Fukushima debía ser calificado con el grado seis en la escala internacional de siete, en lugar de con cuatro, como lo había calificado la agencia de seguridad atómica de Japón, que más tarde lo revisó a cinco. Francia también fue el país que instó a la Comisión Europea a que controlara los alimentos importados desde de Japón para detectar si había trazas de radiactividad.

Por todo ello, no es de extrañar que Sarkozy haya tratado en las escasas horas que ha permanecido en Tokio de calmar el malestar japonés. El presidente francés aseguró que su visita estaba destinada a mostrar su apoyo a las víctimas de la catástrofe, "ayudar a afrontar esta situación" y enviar un mensaje de "calma y transparencia para gestionar la crisis".

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Areva, cuya presidenta, Anne Lauvergeon, ha viajado también a Tokio, dijo que proporcionará toda la ayuda técnica que necesite Tokyo Electric Power (Tepco), la compañía que opera la central de Fukushima. Francia es una de las mayores potencias nucleares del mundo. Tiene el segundo mayor número de centrales después de Estados Unidos, y el 75% de su energía eléctrica es de origen atómico. Japón -que obtiene el 30%- es el tercer país con más reactores, 55. Fukushima I tiene reactores de General Electric, mientras que Areva es el fabricante del combustible MOX, mezcla de uranio y plutonio, utilizado en el reactor número 3. Sarkozy insistió en que la nuclear sigue siendo una fuente de energía viable y añadió que cree que sin ella es imposible disminuir las emisiones de dióxido de carbono, responsables del calentamiento global.

El terremoto y el tsunami paralizaron el sistema de refrigeración de Fukushima, lo que provocó el sobrecalentamiento de los reactores, varias explosiones e incendios, y la fuga de radiactividad. Los equipos de emergencia luchan desde entonces para intentar estabilizar la planta atómica y evitar una fusión del núcleo de los reactores, y han rociado con agua la central para intentar mantener bajo control las temperaturas. Esto ha originado gran cantidad de agua con altos niveles de radiactividad, que se teme que acabe en el mar. Los altos índices de radiación encontrados en el océano cerca del complejo atómico -ayer alcanzaron 4.385 veces el límite legal- indican que la radiación se está fugando continuamente, aunque la agencia de seguridad nuclear japonesa afirma que no sabe cómo.

El Organismo Internacional para la Energía Atómica y la organización ambiental Greenpeace han instado al Gobierno japonés a que amplíe la zona de exclusión obligatoria más allá de los 20 kilómetros definidos hasta ahora, porque han sido encontrados altos niveles de radiactividad, incluso a 40 kilómetros de la planta. Sin embargo, el portavoz del Gobierno, Yukio Edano, dijo que las autoridades están controlando continuamente los datos y, de momento, no es necesario. El Gobierno instó la semana pasada a quienes viven en la franja situada entre 20 y 30 kilómetros de la central a que la abandonen, aunque afirmó que es una medida voluntaria.

Más de 172.400 refugiados continúan viviendo en escuelas y edificios del Gobierno, tras perder sus hogares o verse obligados a abandonarlos a consecuencia del terremoto, el tsunami o el desastre nuclear. Un total de 11.438 personas murieron y 16.541 continúan desaparecidas como consecuencia del temblor de tierra y la ola gigante, en la peor catástrofe natural que sufre Japón desde que comenzó a registrar datos hace 140 años.

Como era previsible, las trazas de yodo y cesio emitidas por Fukushima se pueden detectar ya, aunque a niveles ínfimos, en todo el hemisferio norte. El pasado día 26, la red española detectó en Cáceres restos de la emisión procedente de Fukushima.

Cientos de damnificados por el tsunami hacen cola para recibir comida y papel higiénico en un reparto organizado por el Ejército en Yamada (prefectura de Iwate).
Cientos de damnificados por el tsunami hacen cola para recibir comida y papel higiénico en un reparto organizado por el Ejército en Yamada (prefectura de Iwate).EFE

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