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Reportaje:

El futuro de Siria pasa por Idlib

La provincia fronteriza con Turquía se ha convertido en el principal foco de insurrección contra el régimen - Helicópteros artillados atacan desde el aire

Enric González

Idlib era solo una remota provincia agraria al noroeste de Siria, junto a la frontera turca. Ahora es el lugar donde está en juego el futuro de la revuelta contra el presidente Bachar el Asad y, por extensión, el futuro de todo Oriente Próximo. Idlib ha sido escenario de las primeras deserciones relevantes en el Ejército sirio y el propio Gobierno de Damasco admite que "de forma intermitente" ha perdido el control sobre la provincia. Eso ha abierto la posibilidad de que se produzca una situación similar a la de Libia, con un "territorio rebelde" en el que los insurgentes puedan organizarse y en el que sean posibles intervenciones extranjeras de tipo humanitario o militar.

La información disponible, como desde el inicio de la crisis, resulta confusa y ocasionalmente contradictoria. Pero los recursos bélicos desplegados para someter Idlib demuestran que el régimen considera muy grave la situación. Maher el Asad, hermano del presidente y virtual jefe del Ejército, utiliza helicópteros artillados para atacar desde el aire las ciudades de Jisr al Shughur y Maaret al Numan. El uso de la fuerza aérea por parte de Muamar el Gadafi en Libia fue el hito que separó en aquel país la revuelta política de la guerra abierta.

Bachar el Asad aún es fuerte. El final de la revuelta resulta imprevisible
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También es nueva la autorización concedida a un pequeño grupo de periodistas de medios internacionales para que acompañaran a las tropas sirias. El enviado de la agencia estadounidense Associated Press explicó que a menos de dos kilómetros de Jisr al Shughur, la columna de vehículos militares con la que viajaba fue tiroteada y tuvo que detenerse. No hubo heridos. Cabe la posibilidad de que el incidente fuera organizado por el propio Gobierno para respaldar su versión de que se enfrenta a "grupos terroristas armados", pero todo indica que las tropas de El Asad topan en Idlib con una resistencia mucho menos pacífica que en otras zonas del país. Jisr al Shughur escapó al control de Damasco hace una semana. Eso es mucho tiempo para una dictadura como la siria, que presume de ser implacable frente al menor asomo de disidencia.

El cambio de actitud del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, es otro acontecimiento significativo. Erdogan hizo grandes esfuerzos para acercarse al régimen sirio y cerrar la crisis que a finales de los noventa amenazó con provocar una guerra entre ambos países, a raíz del apoyo de Damasco a los rebeldes kurdos en Turquía. En los pasados dos años estableció una amistad personal con Bachar el Asad y desde el inicio de la revuelta, en marzo, ha hablado por teléfono casi diariamente con el presidente de Siria. Hasta la semana pasada, Erdogan apostaba por la voluntad reformista de El Asad y creía que la situación podía reconducirse. Ahora habla de "atrocidades inaceptables". El dirigente turco ha dedicado las últimas jornadas a actos electorales y sus palabras pueden tener un tinte populista (la violencia del Ejército contra la población civil es tan impopular en Turquía como en el resto de los países vecinos); sin embargo, no se apunta a un radical giro diplomático para ganar unos votos cuando se es el claro favorito.

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La frontera turca es la más delicada para Siria. Turquía pertenece a la OTAN, lo que facilitaría todo tipo de misiones de asistencia si Idlib se convirtiera finalmente en "territorio rebelde", y cuenta con una población mayoritariamente suní que simpatiza con los suníes sirios, protagonistas de la revuelta contra un régimen, el de El Asad, basado en la minoría chií alauí y respaldado en general por la minoría cristiana.

El número de refugiados sirios en Turquía es aún manejable: algo menos de 5.000 en las tiendas de campaña instaladas por la Media Luna Roja junto a la frontera, más una cantidad indeterminada en domicilios privados. Pero Erdogan ya ha anunciado que acogerá a cuantos haga falta. La opción de enviar a la familia a un territorio seguro podría empujar a muchos hombres sirios a empuñar las armas (Damasco dice que las que circulan por Idlib han sido enviadas por los Hermanos Musulmanes desde Turquía, aunque parece más probable que hayan sido robadas a su propio Ejército) y a sumarse a una insurrección.

Bachar el Asad aún es fuerte. El desenlace de la revuelta resulta imprevisible. En cualquier caso, la importancia estratégica de Siria (aliado de Irán, dominante en Líbano a través de la milicia chií de Hezbolá, teórico estandarte de la resistencia árabe contra Israel) hace trascendentales los acontecimientos de Idlib.

Manifestantes antigubernamentales en una calle de Damasco, tras el rezo del mediodía del viernes.
Manifestantes antigubernamentales en una calle de Damasco, tras el rezo del mediodía del viernes.REUTERS

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