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Intervención aliada en Libia

El jefe del Pentágono admite que Libia no es un interés vital para Estados Unidos

Washington carece de planes de actuación en las crisis de Siria, Yemen o Bahréin

Antonio Caño

El secretario de Defensa norteamericano, Robert Gates, admitió ayer en público lo que ningún otro miembro de la Administración se había atrevido a decir hasta ahora pero todo el mundo reconocía en privado: "Libia no representa intereses vitales para Estados Unidos". Eso coloca a su Gobierno en la difícil y paradójica situación de justificar una guerra en el país de todo el convulso mundo árabe donde más difícil resulta de entender desde el punto de vista de los intereses norteamericanos.

Gates y la secretaria de Estado, Hillary Clinton, pasaron ayer por varias cadenas de la televisión norteamericana para defender la posición de la Administración en los frentes abiertos en Oriente Próximo. Explicaron que hay mucho en juego en Siria, un estrecho aliado de Irán que puede extender la desestabilización hacia Líbano, Jordania y el mismo Israel. Pero Clinton dijo que no hay planes de actuar en Siria.

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Clinton y Gates expresaron también su preocupación por Yemen. "Si el Gobierno colapsa o es reemplazado por otro que resulta más débil, en ese caso nos vamos a encontrar con problemas también fuera de Yemen. Al Qaeda en Yemen es el grupo más fuerte en la península arábiga. Es un problema real", dijo el secretario de Defensa. No hay planes tampoco de actuar en Yemen.

En la crisis de Bahréin se ha producido un conflicto de intereses con un aliado esencial, Arabia Saudí, con el que Gates reconoció que se han producido "algunas discrepancias". A medida que esa crisis aumente, es posible que esas discrepancias se hagan también más graves, por lo que el riesgo que EE UU asume en Bahréin es muy alto. No hay planes de intervenir en Bahréin.

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El único país en el que, de momento, EE UU ha empleado su fuerza militar es Libia, precisamente el que menos importancia representa para sus intereses. "No, yo no creo que Libia es un interés vital para EE UU, pero sí tenemos intereses allí y es parte de una región que es de vital interés para EE UU", observó Gates.

Clinton intentó, en esa misma entrevista, matizar las palabras de su compañero explicando que Libia es de interés vital para Europa y que también es importante para EE UU acudir en ayuda de sus socios europeos, como estos han hecho en Afganistán. Igualmente defendieron ambos que Libia puede tener un papel desestabilizador de sus vecinos embarcados en difíciles transiciones hacia la democracia, Egipto y Túnez. También mencionaron los derechos humanos en Libia y el régimen tiránico de Muamar el Gadafi.

Desde el punto de vista del Congreso, todo eso es muy poco para justificar una intervención militar. "Claramente, esto no es un interés vital nuestro", declaró ayer el senador republicano Richard Lugar, una verdadera autoridad en el Capitolio, un moderado que habitualmente respalda la política exterior del presidente.

Barack Obama, que esta noche se va a dirigir al país para explicar su política en Libia, va a tener que hacer un gran esfuerzo para justificar sus decisiones. Es difícil defender por qué, en ocasiones, EE UU tiene que actuar allí donde aparentemente no tiene necesidad de hacerlo.

Ahora, todo lo que quiere EE UU es transferir por completo el mando de la operación militar en Libia a la OTAN y dejar que los rebeldes se ocupen de la misión de derrocar a Gadafi. Clinton dijo ayer que la suerte del dictador libio está echada y que su caída es cuestión de tiempo. Recordó, al respecto, el ejemplo de Slobodan Milosevic, quien también parecía indestructible, pero acabó siendo detenido. Gates aludió a la posibilidad de un golpe contra Gadafi desde dentro de sus propias fuerzas: "Su Ejército puede darle la espalda, podemos ver miembros de su Ejército que decidan que no tiene sentido continuar una batalla perdida".

Esa es la receta para Libia. Pero, ¿cómo se aplica la doctrina Obama en Siria, Yemen o Bahréin? "Cada caso es diferente", respondió ayer Clinton.

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