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Las lluvias siguen golpeando Río mientras las muertes ascienden a 633

Un niño de seis meses sobrevive 14 horas bajo los escombros alimentado con la saliva del padre

El Cristo Redentor del Corocovado, símbolo protector de la ciudad de Río de Janeiro, es dibujado hoy por los viñetistas brasileños con la faja de luto en su brazo abierto. Las lluvias que han vuelto sobre la región del desastre, sobretodo en Petropolis y Nova Friburgo, han generado más muerte, miedo y destrucción. Más deslizamientos de tierra han enterrado de nuevo a familias enteras. El Gobierno de Río de Janeiro ha declarado el estado de calamidad pública en siete municipios y ha anunciado la edificación de 3.000 viviendas para parte de las cerca de 6.050 familias que perdieron sus casas y otras que tendrán que ser reubicadas por residir en áreas de riesgo. La presidenta, Dilma Rousseff, ha declarado tres días de luto nacional, contados a partir de este lunes, que el gobernador carioca, Sergio Cabral, ha ampliado hasta siete en este Estado, informa O Globo.

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Las autoridades también concentran sus esfuerzos hoy en restablecer todos los servicios públicos debido a que numerosas áreas continuaban sin suministro de energía eléctrica, agua y telefonía. El Gobierno regional da así los primeros pasos para la reconstrucción mientras los equipos de rescate siguen sus trabajos, principalmente en las áreas que estaban aisladas y cubiertas de toneladas de tierra, piedras y barro que se deslizaron de las montañas.

Más agua en un mes que en todo el año

En Teresopolis, donde el centro de entrenamiento de la Federación Nacional de Futbol se ha convertido en un almacén de víveres y en habitaciones improvisadas para los equipos voluntarios des rescate, 133 personas se encuentran desaparecidas y son buscadas debajo de los escombros y de los metros de barro acumulados. Los muertos oficiales son 633, pero el número crece sin parar y el anuncio de fuertes lluvias los próximos días amenaza con nuevas muertes. La urbe más afectada es Nova Friburgo con 287 fallecidos, seguida de Teresópolis con 271. A cierta distancia se sitúan Petrópolis con 56 y Sumidouro, cuyo alcalde, Joares Corguinha, corrigió la cifra de víctimas mortales facilitada hace unas horas para elevarla a 19. Ayer, la mayoría de los helicópteros del Ejército se tuvieron que quedar en tierra sin poder despegar por las fuertes lluvias en Friburgo, donde ha caído en un mes más agua que en todo el año.

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En la región de Brejal, amenaza con romperse una presa lo que ha hecho que las gentes del lugar huyesen utilizando pequeños senderos entre la vegetación usados por los animales, sin esperar a los equipes de rescate. El miedo es un común denominador en la zona, donde la economía está quebrada y las fuerzas del orden vigilan para que no se aprovechen los especuladores de turno que han hecho aumentar los precios de todos los productos de primera necesidad hasta al mil por mil.

Mientras tanto, y a pesar de la ayuda de las Fuerzas Armadas llegadas al lugar, existen quejas sobre la falta de coordinación de la entrega de víveres que llegan de todo el país y se amontonan a veces al aire libre, hasta bajo la lluvia, sin que se consiga distribuirlos. En Nova Friburgo el 20 % de los muertos son niños. Las ataúdes blancos llorados por las madres desesperadas son una imagen común cada día en los noticiarios. Ha consolado y emocionado al país la historia del pequeño Nicolás, de seis meses, que permaneció enterrado durante 14 horas con su padre bajo los escombros y que sobrevivió gracias a su padre. Según la directora de la maternidad de Nova Friburgo, Naría José Reis, donde se encuentra acogido el niño, el padre estuvo haciéndole chupar todo el tiempo la saliva de su boca, lo que impidió que se deshidratara. Cuando ambos salieron a la luz, el padre, Welington de 25 años, levantando el hijo al cielo exclamó: "Dios mio, creo en los milagros". No sabía aún, sin embargo, que su mujer y madre del bebé, Renata Costa de 28 años había muerto abrazada a su madre, también fallecida.

Una calle destrozada por los deslizamientos de tierra en Nova Friburgo, 130 kilómetros al norte de Río.
Una calle destrozada por los deslizamientos de tierra en Nova Friburgo, 130 kilómetros al norte de Río.AFP

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