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El maná de Chávez

La Nicaragua de Daniel Ortega ha recibido unos 500 millones anuales (casi el 7% del PIB) de la generosidad del presidente venezolano, Hugo Chávez, desde 2006, un dinero que ha servido al líder sandinista para financiar programas de asistencia social como Hambre Cero, Usura Cero, Casas para el Pueblo, Plan Techo, etcétera, y de paso crear una red clientelar que ha ampliado la base popular del sandinismo.

El esquema de la cooperación venezolana es el siguiente: Managua se compromete a pagar a Caracas el 50% de la factura del petróleo en 90 días. De la otra mitad, un 25% lo destina Nicaragua a obra social a pagar en 23 años, con dos de carencia a un interés del 2%. El otro 25% pasa a formar parte del fondo ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de América), del cual el país centroamericano puede también solicitar dinero.

La oposición denuncia que toda esta ayuda no está sometida a ninguna rendición de cuentas independiente y que ha sido desviada a negocios particulares del entorno del presidente y a campañas del Frente Sandinista.

Al contrario que el presidente venezolano, Ortega no ha seguido una política de intervencionismo estatal, sino que ha mantenido una buena alianza con los empresarios. Nicaragua ha registrado un crecimiento del 4% del PIB en los últimos años, cierta estabilidad macroeconómica y un crecimiento de sus exportaciones de café y azúcar, pero la economía informal es aún enorme (ronda el 70%) y existe un grave problema de vivienda. El 17% de la población vive en la extrema pobreza.

¿Y si desaparece Chávez? "En ese caso", responde el periodista Carlos Fernando Chamorro, "no se derrumbaría la economía nicaragüense, pero sí se acabaría el maná político".

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