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Un provocador leal al rey, nuevo líder islamista marroquí

El congreso del PJD da una lección de democracia eligiendo a Benkiran

Amina Khabab tenía entonces 32 años y, con su cámara a cuestas, rodaba para la televisión marroquí 2M imágenes de un debate parlamentario a principios de julio de 2001. De sopetón, la voz altisonante de un hombre interrumpió la sesión: "No podemos tolerar que una mujer se pasee con estos atuendos. ¡Es intolerable!".

El diputado que apostrofó a Khabab era Abdelilá Benkiran, que ahora tiene 54 años, y hace una semana fue elegido nuevo secretario general del Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD), la principal formación islamista legal en Marruecos. La "indecencia" de la mujer consistía en ir vestida con camiseta y vaqueros.

Mujeres 'indecentes', conciertos y gays son blanco del nuevo secretario general

Desde entonces, Benkiran ha soltado otros muchos improperios. Cuando era su director, a finales de 2004, el diario islamista At Tajdid publicó un editorial en el que sostenía que el tsunami que golpeó Asia era un castigo divino por permitir el turismo sexual, y que pronto le tocaría también el turno a Marruecos.

Más recientemente, en un debate televisivo sobre la homosexualidad, afirmó que se trataba de una "enfermedad, una tara" causante de la propagación del sida en el país. En cuanto a los festivales musicales que se celebran en verano en Marruecos, no son más que un concentrado de "picardía, impureza y suciedad". Benkiran rehúsa los contactos con parte de la prensa como el semanario francófono Tel Quel, al que acusa de "socavar el islam y el carácter árabe" de Marruecos.

En contra de todos los pronósticos, Benkiran derrotó, con el 56% de los sufragios, al secretario general Saad Eddine el Othmani en el congreso del PJD. Los compromisarios reprocharon a Othmani el escaso éxito del partido en las legislativas de hace 10 meses. Fue entonces el más votado, pero no logró los escaños que anhelaba. La retirada de la carrera por el liderazgo del partido del candidato radical, Mustafá Ramid, dio la victoria a Benkiran.

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En público, Benkiran es un bocazas -su predecesor era un modelo de prudencia verbal-, pero, en el fondo, se "le considera como moderado, o, más exactamente, pragmático", recuerda el semanario Tel Quel en un editorial. Extravertido, jovial y colérico, este ingeniero "ladra pero no muerde", asegura un periodista que le trató años atrás.

Empezó su militancia política en las filas de las Juventudes Socialistas, antes de afiliarse, en 1976, a la Juventud Islamista. Detenido y torturado, según él, en tres ocasiones, negoció con el Ministerio del Interior la legalización de su grupo, en 1982, a cambio de suavizar su ideología.

Desde su entrada en el Parlamento, repite que "cualquier reforma constitucional sobre las atribuciones del rey debe efectuarse concertándose con el soberano", que hoy en día ostenta el grueso del poder ejecutivo. Mohamed VI le llamó por teléfono para felicitarle por su elección y le envió después una carta en la que expresa el deseo de que "continúe por la misma senda constructiva" que Othmani.

El congreso reiteró, en su resolución final, el "apego" del PJD a la monarquía, pero instó a desarrollar la democracia mediante "reformas institucionales", así como a luchar contra la "depravación moral". Calificó también a Ceuta y Melilla de "ciudades ocupadas" cuya liberación exigió.

Incluso los más acérrimos detractores de la formación islamista conceden que su sexto congreso fue un modelo de democracia comparado, sobre todo, con el funcionamiento de los partidos en el poder en Marruecos, tan anquilosados que no logran celebrar reuniones periódicas o cuyos líderes se eternizan en la jefatura recurriendo a todas las artimañas.

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