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"El régimen iraní acabará cuando el pueblo lo quiera y se movilice"

Entrevista con Shirín Ebadí, activista iraní de derechos humanos y Nobel de la Paz

Shirín Ebadí quiere aprovechar cada uno de los segundos que tiene fuera de Irán para airear su lucha contra las violaciones de los derechos humanos en ese país y la campaña que ha emprendido contra las ejecuciones de menores de edad. "El año pasado en Irán se ejecutaron más menores de 18 años que en ningún otro país del mundo", afirma.

La agenda de Ebadí en España incluye múltiples visitas y entrevistas. Es agotadora, pero esta mujer pequeña y corajuda no se rinde, aunque no puede evitar las lágrimas cuando se entera, justo al final de esta conversación, de que el periodista iraní, Abdulreza Tayik, que debía de haberse reunido mañana miércoles con ella en Sevilla ha sido retenido en el aeropuerto de Teherán. Le han quitado el pasaporte y le han enviado a recogerlo al Tribunal Revolucionario, desde el que se suele ir directamente a la cárcel.

Las presiones del régimen de los ayatolás sobre los activistas se han acentuado en los últimos tiempos. El Centro para la Protección de los Derechos Humanos que dirige Ebadí fue clausurado por la policía el pasado 22 de diciembre. "Aun sigue cerrado y su secretaria en prisión. Ni siquiera se le permite hablar con sus abogados, yo uno de ellos", lamenta. Sin embargo, no duda en decir que en el Irán de ahora "la situación es mucho mejor" que hace 30 años, cuando la corrupción y la represión de la dictadura del sha desencadenaron la revolución que posteriormente secuestró Jomeini.

Shirín Ebadí no sólo fue la primera musulmana en conseguir el Nobel de la Paz (2003), sino que también fue la primera jueza de Persia (1974), profesión que le prohibieron ejercer en 1979 las autoridades de la nueva República Islámica con el argumento de que las mujeres son demasiado "irracionales" y fáciles de influenciar para impartir justicia.

Empeñada en la defensa de los más débiles, no quiere que su lucha se politice y se niega a hablar de las elecciones presidenciales de junio próximo, a las que acaba de anunciar su candidatura el ex presidente Mohamed Jatamí. Los comicios son vistos como un duelo entre el reformista Jatamí y el actual mandatario, el ultraconservador Mahmud Ahmadineyad.

Pero cuando se le pregunta si votará enfatiza: "Sigo el principio de que la libertad es imprescindible en unas elecciones, y no la hay si los candidatos tienen que ser previamente aprobados por el Consejo de Guardianes". Este Consejo de los Guardianes de la Revolución es el máximo órgano de poder en Irán, un cuerpo no electo compuesto de 12 miembros -seis ayatolás y seis juristas-, que vela por la ortodoxia religiosa en las instituciones.

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Según Ebadí, lo primero es "acabar con el Consejo de Guardianes", porque aunque su existencia esté recogida en la Constitución, "las funciones y atributos que se ha otorgado son inconstitucionales". Y sin ocultar su poca confianza en los políticos, señala que la desaparición de éste sólo se conseguirá "cuando el pueblo aumente su lucha y se oponga con firmeza, al igual que la ira de las mujeres ha logrado que se cambien leyes vistas como islámicas, como la de la custodia de los hijos".

Rechaza que los iraníes sean conformistas -"los jóvenes protestan y el movimiento universitario es muy fuerte, por lo que muchos estudiantes están en la cárcel"- pero destaca que Irán ha vivido una revolución y ocho años de guerra contra Irak y "la gente ya no quiere más violencia. "Los iraníes", sostiene, "ya no creen en la revolución, quieren un cambio pacífico, una reforma del sistema aunque sea un método más largo, pero también cuando se consigue es más firme".

Para la abogada, la caída del régimen depende no sólo de la voluntad de los iraníes sino también de lo que sucede en el entorno del país. "En los vecinos Afganistán e Irak, en los países de Oriente Próximo, en el Consejo de Seguridad de la ONU (las sanciones contra Irán por su programa nuclear) y en las relaciones con Estados Unidos".

Según la Nobel de la Paz, "Washington y Teherán deben olvidar el pasado y solucionar sus diferencias a través de un dialogo sincero que debe entablarse a tres niveles: entre los jefes de Estado, los Parlamentos y sociedad civil".

Shirín Ebadí refuta que el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Irán y EE UU -rotas en 1979 tras el asalto de Embajada norteamericana en Teherán y el secuestro de sus diplomáticos- sirva para reforzar el régimen. Para la activista, lo "más importante" es el bienestar de la población y "si hay dos millones de iraníes viviendo en Estados Unidos y cada uno de ellos tiene al menos siete u ocho familiares, quiere decir que, directamente, se beneficiarán decenas de millones de iraníes".

No menciona a Barack Obama, ya se habla bastante de él, pero en sus palabras subyace un llamamiento al nuevo inquilino de la Casa Blanca para que abra sus puertas a Irán con la esperanza de que la bocanada de aire fresco ayude a evaporar el tufo de la represión del régimen.

Shirín Ebadí, activista iraní de derechos humanos y Nobel de la Paz
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