_
_
_
_
_

Un rescate reservado a Bill Clinton

Los carceleros norcoreanos informaron a las dos periodistas estadounidenses de que el único mediador que sería aceptado era el ex presidente demócrata

El martes, las periodistas Euna Lee y Laura Ling estaban a la espera de ser trasladas a un campo de trabajos forzosos, a cumplir la sentencia de 12 años a las que les había condenado el régimen comunista norcoreano por entrar ilegalmente en el país en marzo. "De repente, se nos dijo que íbamos a acudir a una reunión", dijo Ling ayer en una conferencia de prensa, recordando sus últimas horas en Corea del Norte. Recorrieron pasillos y, al abrirse las puertas de una sala, se encontraron de frente con el ex presidente de EE UU Bill Clinton en persona. "Estábamos estupefactas", añadió. "Pero supimos, en nuestros corazones, que la pesadilla de nuestras vidas había acabado".

Clinton era el único que podía salvar a estas dos mujeres, que trabajan para Current TV, la televisión que es, en parte, propiedad del que fue su vicepresidente Al Gore. Ambas entraron en Corea del Norte cuando grababan un documental sobre trata de mujeres en China. No tenían visado, y fueron arrestadas y juzgadas en secreto, en una época en la que las relaciones entre EE UU y Corea del Norte pasaban por uno de sus mínimos históricos, con Pyongyang acometiendo demostraciones nucleares y lanzando misiles en pruebas y Washington protestando por ello en todos los foros internacionales posibles.

Kim Jong-il rechazó al resto de enviados propuestos por la Casa Blanca
Más información
Bill Clinton, cumpleaños sin Hillary

EE UU no tiene relaciones diplomáticas con Corea del Norte, así que las dos mujeres quedaron a su suerte, en un país hostil, carente de prácticas democráticas. La Casa Blanca y el Departamento de Estado trataron de utilizar todas las vías no oficiales a su alcance para pedir al dictador Kim Jong-il que perdonara a las dos mujeres. Se llegó a abrir un canal de comunicación informal entre ambos países a través de su misión ante Naciones Unidas, en Nueva York.

Pero la pista decisiva llegó a través de las dos condenadas. Sus carceleros les informaron de que la única persona que sería bienvenida sería el último presidente con el que el dictador tuvo una buena relación: Bill Clinton. Lee y Ling les transmitieron la información a sus familiares en una llamada de teléfono a mediados del mes pasado. Éstos informaron a Gore, que pasó el mensaje a Washington.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

En su último año como presidente, el mismo Clinton se planteó un viaje al país, para tratar de cerrar un acuerdo duradero en materia nuclear, aunque lo canceló debido a la falta de compromiso de Kim Jong-il. Tras él, George W. Bush incluyó al país en su célebre eje del mal. Barack Obama no ha tenido un comienzo mejor, con diversos encontronazos diplomáticos con los oficiales de aquel país.

Por aquel entonces, la Casa Blanca se había planteado la posibilidad de enviar a Corea del Norte a Al Gore o al gobernador de Nuevo México y ex embajador ante las Naciones Unidas, Bill Richardson, entre otros. Ambos quedaron descartados. El asesor de seguridad nacional del presidente Obama, James L. Jones, llamó personalmente a Clinton para pedirle el favor. El ex presidente dijo que lo haría si Obama no se oponía.

Aunque el actual presidente no llegó a hablar del asunto con Clinton directamente, le dio su aprobación. Previamente, hubo que consultar con una serie de países aliados, para evitar que se interpretara el viaje como una misión diplomática.

"Cuando la información nos llegó de las dos mujeres, y de ellas al ex vicepresidente Gore, de que enviar a mi marido sería la mejor forma de asegurarnos su regreso, nos lo tomamos muy en serio", dijo ayer la secretaria de Estado, Hillary Clinton, desde Kenia, donde está de visita oficial.

Finalmente, cuando Bill Clinton obtuvo garantías de sus contactos en Corea del Norte de que regresaría con las dos periodistas, le pidió su jet privado al empresario Stephen Bing, uno de los mayores donantes del Partido Demócrata. Como un ciudadano particular, en un avión privado, Clinton marchó a Corea del Norte, donde se le recibió como a un jefe de Estado y donde el dictador en persona emitió un perdón especial.

La agencia oficial de noticias KCNA dijo que "Clinton le ofreció a Kim Jong-il palabras de sincera disculpa por los actos hostiles cometidos por las dos periodistas americanas". Su esposa lo desmintió ayer, aclarando que no hubo disculpas de por medio.

A las seis de la mañana (tres de la tarde en la España peninsular), las dos mujeres desembarcaron en el aeropuerto de Burbank, en California. Lee se abrazó a su marido y se arrodilló para besar a su hija de cuatro años. Ling se reencontró con su esposo y otros familiares, antes de dar las gracias públicamente a Clinton. Lo mismo hizo Obama, posteriormente, en la Casa Blanca. Ayer, aunque las protagonistas fueran las dos mujeres para las que acabó una pesadilla de cinco meses, fue el gran día de Clinton.

Bill Clinton y Al Gore, con las periodistas Laura Ling (abrazada por el ex vicepresidente) y Euna Lee, en el aeropuerto de Burbank (EE UU).
Bill Clinton y Al Gore, con las periodistas Laura Ling (abrazada por el ex vicepresidente) y Euna Lee, en el aeropuerto de Burbank (EE UU).AFP

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_