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Ola de cambio en el mundo árabe | La crisis, vista desde Ammán

El rey de Jordania cambia al Gobierno ante las protestas

Abdalá II encarga a Marouf Bakhit una "verdadera" reforma política

El estallido popular que recorre el mundo árabe se ha cobrado su primera víctima política en Jordania. El rey Abdalá II disolvió ayer al desprestigiado Gobierno jordano y nombró a un nuevo primer ministro. Con esta maniobra, el monarca da cumplimiento a una de las principales demandas de los miles de manifestantes que, inspirados en las protestas egipcias y tunecinas, salen a la calle cada viernes después de la oración en Jordania.

Marouf Bakhit, antiguo hombre fuerte del espionaje militar del país, y con fama de honesto, será a partir de hoy el nuevo primer ministro. El llamamiento a atajar la corrupción en el reino hachemí se ha convertido en uno de los lemas de los grupos opositores. El monarca ha encomendado a Bakhit acometer "verdaderas reformas políticas", según un comunicado que emitió ayer la Casa Real. El anterior Ejecutivo fue constituido hace apenas un par de meses, tras las elecciones legislativas del pasado noviembre.

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Tanto Jordania como Egipto comparten fronteras y tratado de paz con Israel. El tambaleo del régimen egipcio ha convertido la estabilidad de Jordania en más crucial que nunca a ojos de los países occidentales y de Israel.

Las manifestaciones que han recorrido en los últimos días las ciudades jordanas transcurren de manera pacífica y no son ni mucho menos multitudinarias. Suman unos pocos miles los que participan en las protestas, que sin embargo se reparten por todo el país y han cobrado intensidad en las últimas cuatro semanas. Sindicalistas, los llamados trabajadores por día -el Gobierno les contrata por un día durante años-, seguidores de los Hermanos Musulmanes, maestros y militares jubilados componen el grueso de los que salen a la calle.

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Protestan por la subida del precio de los alimentos y del combustible y en general por la crisis económica que atraviesa el país. Pero también por los escándalos de corrupción que implican a la clase política. Piden además una reforma de la ley electoral, en la que se supone que el primer ministro Bakhit deberá trabajar.

El Frente de Acción Islámica, el brazo político de los Hermanos Musulmanes jordanos, dice no conformarse con cambios cosméticos o con reivindicaciones económicas. Quieren una reforma política en profundidad, es decir, que el reino hachemí se convierta en una monarquía constitucional y que sea el Parlamento y no el rey quien elija y destituya al primer ministro. Ayer, los dirigentes islamistas criticaron el nombramiento de Bakhit, quien ya fue primer ministro en 2007, por considerar que no supone ningún cambio de calado.

Ni los islamistas ni ningún otro grupo opositor piden sin embargo la salida del rey Abdalá II. La estabilidad, explican los analistas, es uno de los bienes más preciados en Jordania, un país de seis millones de habitantes archidividido en tribus que participan de un complejo reparto político y económico. Además de los grupos tribales, más de la mitad de la población jordana es de origen palestino y poco propensa a participar en movilizaciones de corte nacional. La división social, dicen los expertos, podría jugar a favor del rey e impedir movilizaciones como las de El Cairo.

El nombramiento de un nuevo primer ministro se produce días después de que el monarca aprobara una serie de incentivos económicos -subidas salariales a los funcionarios y subsidios para el combustible y los alimentos básicos- con los que trató de dar respuesta a unas protestas poco habituales en Jordania.

El nuevo primer ministro jordano, Marouf Bakhit, en  2007.
El nuevo primer ministro jordano, Marouf Bakhit, en 2007.REUTERS

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