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La teoría de que el Airbus explotó en vuelo gana peso

Los restos y los mensajes abren nuevas vías de investigación

Antonio Jiménez Barca

La teoría de que el Airbus 330 de Air France en vuelo de Río de Janeiro a París se desintegró en el aire en medio de la tormenta con 228 pasajeros a bordo va ganando adeptos. El diario francés Le Figaro reconstruyó ayer el accidente, ocurrido el 1 de junio en un punto situado a unos 1.000 kilómetros de la costa noreste de Brasil. Y a juzgar por los expertos consultados, la forma y el tamaño de algunas de las piezas recobradas del avión por el Ejército brasileño y algunos de los 24 mensajes automáticos que el avión emitió antes de caer al mar, éste se partió mientras volaba. Estos indicios señalan que la primera causa del accidente hay que buscarla en los contradictorios valores que mostraban los defectuosos sensores de velocidad del avión.

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Air France salió ayer al paso de estas informaciones. Aseguró que es cierto que los sensores que utilizan los Airbus dan problemas y recordó que su compañía ya se ha apresurado a sustituirlos. De hecho, el director general de Air France, Pierre-Henry Gourgeon, reveló que ya tenían previsto reemplazarlos antes del accidente porque habían registrado "incidentes no catastróficos" en otros vuelos. Precisó que si el vuelo 447 con destino París salió el lunes 1 por la noche de Río de Janeiro con los sensores viejos fue porque los nuevos sólo llegaron a las oficinas de Air France tres días antes, sin tiempo para sustituirlos.

Los sensores

Gourgeon matizó que, hoy por hoy, no está "convencido" de que esos sensores hayan producido el accidente. La Oficina de Investigaciones y Análisis, el organismo oficial que se encarga de recoger y analizar las pruebas y de llevar a cabo la investigación coincide por el momento con él. Añadió que no hay evidencias que demuestren lo contrario.

En opinión de Le Figaro, y aunque precisa que es necesario guardar cierta prudencia mientras se buscan, todavía sin éxito, las cajas negras, el avión se internó en una zona de turbulencias sin que el piloto supiera a ciencia cierta a qué velocidad volaba debido a que los sensores, por la tormenta, funcionaban mal.

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Eso es al menos, en su opinión, lo que indican los primeros mensajes automáticos enviados a la sede de Air France a las cuatro de la mañana. Entrar en un área tormentosa a menos velocidad de la necesaria a los mandos de un Airbus puede acarrear que el avión, directamente, se venga abajo. Hacerlo a mayor velocidad de la convenida, sobre todo atravesando una zona de turbulencias, arrastraría otros problemas: algunos de los elementos del Airbus, como un ala o un alerón, podrían haber cedido a la presión y haberse partido, según los expertos citados por Le Figaro. También, debido a la presión, podría haber explotado una ventana o un ojo de buey, o haberse producido un agujero en el fuselaje.

Esto acarrearía, automáticamente, la despresurización del aparato y la explosión en pleno vuelo. A esto correspondería, según el diario consultado, el último y más dramático de los mensajes automáticos que quedó registrado en el ordenador central de Air France en París: "Cabina en velocidad vertical", es decir, en caída libre.

Llegada de uno de los cuerpos al aeródromo de Fernando de Noronha.
Llegada de uno de los cuerpos al aeródromo de Fernando de Noronha.AFP

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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