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Reportaje:

Salvar el planeta Tierra... con gasolina

Operación 'Libertad Verde', para eliminar el dióxido de carbono del aire y convertirlo de nuevo en gasolina

Si dos científicos del Los Alamos National Laborarory, en EE UU, están en lo cierto, dentro de 50 años seguiremos conduciendo coches de gasolina y lanzando a la atmósfera grandes cantidades de dióxido de carbono, ese gas que atrapa el calor, pero el dióxido de carbono no calentará el planeta.

Los científicos, F. Jeffrey Martin y William L. Kubic Jr., proponen un concepto, que han llamado muy patrióticamente Libertad Verde, para eliminar el dióxido de carbono del aire y convertirlo de nuevo en gasolina.

La idea es sencilla. Se bombea el aire sobre una solución líquida de carbonato de potasio, que absorbe el dióxido de carbono. Luego se extrae ese dióxido de carbono y se somete a reacciones químicas que lo convierten en combustible: metanol, gasolina o combustible para aviones.

Este procedimiento podría transformar el dióxido de carbono, un contaminante indeseado que contribuye al cambio climático, en una fuente inmensa de combustibles renovables. El ciclo cerrado -las mismas cantidades de dióxido de carbono emitidas y eliminadas-, haría que los coches, los camiones y los aviones que usaran los combustibles sintéticos ya no contribuyesen al calentamiento planetario.

Aunque todavía no han construido una fábrica de combustible sintético, y ni siquiera un pequeño prototipo, los científicos afirman que todo se basa en la tecnología existente. "Todo lo que hay en el concepto ya ha sido construido, está en funcionamiento o tiene un pariente muy cercano en funcionamiento", asegura Martin.

La propuesta de Los Alamos no incumple ninguna ley física, y otros científicos, como George A. Olah, un químico de la Southern California ganador del Nobel de química, y Klaus Lackner, catedrático de geofísica en la Universidad de Columbia, han planteado por su cuenta ideas similares.

Martin afirma que él y Kubic han desarrollado su concepto en mayor detalle que otras propuestas anteriores. Sin embargo, hay una importante pega que explica por qué nadie ha construido una fábrica para convertir el dióxido en gasolina: exige mucha energía.

Para solucionar ese problema, los científicos de Los Alamos han desarrollado una serie de innovaciones, incluido un nuevo procedimiento electroquímico para recuperar el dióxido de carbono absorbido por la solución de carbonato de potasio. El procedimiento lo han puesto a prueba en el garaje de Kubic, en un sencillo aparato con aspecto de tartera un tanto rara.

Según los científicos, hasta con esas mejoras, el proporcionar energía para producir gasolina a escala comercial -unos tres millones de litros diarios-. Exigiría una central eléctrica sólo para eso, preferiblemente nuclear.

Desde el punto de vista tecnológico, no se requiere un reactor nuclear. Los mismos procedimientos químicos podrían conseguirse también con energía obtenida mediante paneles solares, por ejemplo, pero no sería tan rentable económicamente.

Martin y Kubic tienen intención de realizar una demostración sencilla en el plazo de un año y tener un prototipo más grande dos años después. Consideran que su idea es la alternativa más convincente de las que disponemos. "Ésta es la única que conozco que aborda todas las preocupaciones actuales", remacha Martin.

ALEXANDER RUESCHE

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