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Madrid Río no estrenará quioscos hasta el otoño

El Ayuntamiento limita a seis kilómetros por hora la velocidad de las bicis pero la convivencia con los paseantes aún despierta quejas

En Madrid Río hay zonas de paseo, árboles, toboganes, pistas deportivas, tres láminas de agua que recuerdan vagamente a piscinas -la playa, lo llaman- y mucho más. Lo que no hay es un solo quiosco donde tomarse un café o un refresco. Y no porque el Ayuntamiento no haya querido instalarlo. El proyecto contempla hasta 20 puestos de venta o cafeterías a lo largo de sus casi ocho kilómetros. Pero hasta ahora ningún empresario había presentado una oferta para gestionarlos.

Tras sacar dos concursos, y ver cómo ambos quedaban desiertos, el Ayuntamiento ha tirado por el camino de en medio: los cuatro primeros los construirá y explotará el Casino de Madrid por adjudicación directa.El contrato de adjudicación de los primeros cuatro quioscos de Madrid Río ya está firmado, según fuentes de Urbanismo, y ahora se están tramitando las licencias necesarias. Estarán terminados a finales de verano, un año después de lo que había previsto inicialmente el Ayuntamiento. Los quioscos son dos "cafés-bar" y dos cafeterías (más grandes). Los primeros, a la altura del Puente de Segovia y de la calle de San Zacarías; las segundas, a la altura de la calle de San Rufo y del pasaje de Montserrat. Los cuatro establecimientos tendrán terrazas con mesas.La concesión, que el Consistorio tuvo que ampliar a 25 años porque se dio cuenta de que en 10 -la primera oferta- los empresarios no podían amortizar la inversión, prevé, según el pliego de condiciones, casi 600.000 euros para construir y dotar inicialmente los quioscos de la zona norte y casi 400.000 para los de la sur, con un canon anual de unos 15.000 euros cada uno. Los pliegos dejan poca libertad creativa a la concesionaria. El Ayuntamiento fija cómo debe ser el mobiliario, el menaje y hasta el tipo de letra de los rótulos y el diseño de cartas y menús (nada de hojas fotocopiadas). Con la llegada de los quioscos se solucionará uno de los problemas que más madrileños citan cuando se les pregunta por los defectos de Madrid Río: no hay un baño público en kilómetros.

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El Ayuntamiento descartó instalar baños públicos independientes en las riberas del Manzanares. Pero eso no sería un problema, pensó, porque las cafeterías y los bares que se iban a construir los llevarían incorporados. Sin embargo, aún no ha abierto ningún establecimiento y, por tanto, tampoco sus lavabos. Así que ahora, con el parque inaugurado y tomado por miles de madrileños cada fin de semana, sí hay un problema. Que se soluciona recurriendo a los bares del entorno, según explican los paseantes. Muchos mencionan la falta de urinarios como uno de los grandes fallos de Madrid Río. Pero hay otro que, en una encuesta sin pretensión científica realizada este jueves, se coloca en el número uno de los defectos del parque urbano: la difícil convivencia entre bicicletas, peatones y patinadores.

El mejor momento para comprobarlo es un domingo por la tarde. Por los 30 kilómetros de sendas de Madrid Río circulan familias con niños pequeños a pie; patinadores más o menos duchos; ciclistas en plan paseo o en plan deporte, con su casco y su maillot; chavales en monopatín y parejas de octogenarios cogidos del brazo. De todo. Los caminos no están segregados, no hay carril bici. Las quejas de los usuarios obligaron al Ayuntamiento a actuar. Hace unos días empezaron a aparecer señales pintadas en rojo en el pavimento que avisan: "Ciclista precaución". El Consistorio ha decidido limitar la velocidad de las bicicletas a seis kilómetros por hora y dejar claro mediante los carteles que la prioridad la tienen los que van a pie.

Pero resulta que no ha contentado ni a unos ni a otros. "Seguro que el que ha decidido eso no ha montado en bici en la vida", ironiza Daniel Rivas, de 60 años. Vive en Villaverde y se acerca al parque de la Arganzuela por el anillo ciclista. Para circular a esa velocidad, mejor ir a pie, argumenta. Y tiene claro cómo lo solucionaría él: "Señalizando una parte para las bicis y otra para los peatones". Nada que no haya sopesado antes el Ayuntamiento. "Había que incorporar la bicicleta así que hicimos un estudio para crear un carril independiente, pero los técnicos nos dijeron que no era seguro", explica la concejal de Urbanismo, Pilar Martínez. "En el parque hay 17 zonas infantiles, los niños cruzan de un lado a otro; los carriles bici son más inseguros", añade, y argumenta además que hay tramos del parque lineal demasiado estrechos como para delimitar dos sendas distintas. "No quedaría sitio para árboles, plantas..."

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Los ciclistas protestan por la velocidad de peatón que les imponen, y los peatones siguen considerando que la convivencia con las dos ruedas es peligrosa. "Los de las bicis parece que van solos. Pasan como balas, despendolados. De repente te giras y te pasa uno rozando", se queja Aureliano López, de 62 años, vecino de la zona que camina todos los días una hora por Madrid Río. "Hago seis kilómetros", presume. Carlos Araco, de 38 años, pasea con sus hijos Héctor, de 6, y Zoe, de uno y medio. Y sabe bien lo que es tener que estar sujetándolos permanentemente por si pasa un patinador o un ciclista lanzado. "Los hay muy cuidadosos y otros que parece que van compitiendo, y además se quejan", asegura. "Habría que delimitar los carriles de unos y otros", piden María José y Araceli, madres de dos niñas de cinco años que esperan ansiosas su turno para tirarse por el tobogán más alto del parque.

¿Qué pasa si los ciclistas no respetan el límite? ¿Habrá multas? "No hay que sancionar a nadie para que sepa lo que puede o no hacer", asegura, conciliadora, la concejal de Urbanismo. No es partidaria de las multas, pero la normativa prevé que la Policía Municipal sancione a los que superen los seis kilómetros por hora. A muchos ciclistas aún les sorprendía ayer ver las señales, que se seguirán pintando por todo Madrid Río durante dos semanas más. La intención del Ayuntamiento está clara: "El río es un parque pensado para pasear, no un medio de transporte. Las bicicletas tienen el anillo ciclista para correr", insiste Martínez.

Las nuevas señales son un ejemplo más de cómo el uso va guiando los ajustes del Ayuntamiento. En los toboganes, por ejemplo, hubo que construir unos escalones porque los niños subían por la pendiente y pisoteaban las plantas. Aún hay obras de mejora en muchos puntos, como en la margen de la avenida del Manzanares, cerca del puente de Praga, donde están construyendo unos caminos en piedra para acceder al parque. Y parece claro que habrá que replantar algunas zonas, porque no es extraño encontrar arbustos y arbolillos secos. A vecinos como Antonio (dice que no quiere que salga su apellido), de 60 años, les llama la atención el estado del césped de la playa urbana, con tantas calvas que ya no parece que antes hubiera hierba. Defectos aparte ?entre ellos la falta de sombra que ya se empieza a sufrir? muchos opinan como Antonio: "Esto es una maravilla. Yo vivía ahí al lado y nunca había visto el río".

Las sendas de Madrid Río no distinguen entre paseantes, ciclistas, corredores y patinadores.
Las sendas de Madrid Río no distinguen entre paseantes, ciclistas, corredores y patinadores.ULY MARTÍN
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