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Columna
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El cine español es uruguayo

Y un poco argentino. Es decir, el cine español es latinoamericano. Y un poco español, pero lo justo. I'm so sorry, Spain, pero esto es lo que pasa por ser different desde tiempo inmemorial. Menos mal que la memoria es caprichosa, libérrima, testaruda, y lo que nos pasó aquí puede recordarlo un chaval uruguayo y hasta una chica de ficción. Sí, lo que pasaba en los 80 en el barrio de Argüelles o en el Pinar de Chamartín estaba pasando en Uruguay; concretamente, en el pueblito de Tacuarembó. Doy fe. Y de fe estamos hablando, creedme: lo comprobaréis cuando vayáis a ver Miss Tacuarembó, primera película del artista uruguayo Martín Sastre, que acaba de recibir en la sección Zonacine del Festival de Málaga sendos premios a la mejor película y al mejor guión. No es para menos. Que tomen nota los responsables civiles de las películas españolas que, con su querencia por los géneros de la astracanada torrentil o de un ya tedioso guerracivilismo, han empujado a los espectadores a coger el sentido contrario al de las salas de cine, por no hablar del camino de enmedio en el que cargas y descargas sin tener que moverte del sofá, ya me entiendes.

Qué deliciosamente irreverente es 'Miss Tacuarembó', la primera película del artista Martín Sastre

Llega, pues, Miss Tacuarembó a devolvernos las ganas de tirar por la calle Luchana a sentarnos en una sala oscura, las ganas de no apartar la vista de una pantalla grande mientras te llenas la boca y la pechera de montones de palomitas (oh my god!). Eso hicimos en su preestreno en el cine Palafox, donde está en cartelera la mejor película del actual cine español. Un poco española también es, ya que ha sido coproducida por CoolShot, productora española especializada en cine publicitario cuyo debut en el largometraje, de las manos ejecutivas y directivas de Jesús Corredera y Eva Marciel, no podía ser más certero. Basada en la novela homónima del escritor y músico tacuaremboense (¡!) Dani Umpi, Miss Tacuarembó es también la primera película escrita y dirigida por Sastre, cuya brillante e intensa trayectoria en el videoarte le ha valido el reconocimiento internacional y su participación en bienales internacionales en La Habana, São Paulo y Venecia. En 2004 recibió el Primer Premio ARCO de la Comunidad de Madrid para Jóvenes Artistas y en 2008 el Premio Faena al Arte Latinoamericano por su vídeo Qué pretende usted de mí, un mensaje de la Argentina al Fondo Monetario Internacional. Si al genio de enfant terrible de Sastre le unimos el talento deslumbrante de las actrices Natalia Oreiro y Mirella Pascual, la presencia iconográfica de Rossy de Palma y la música de Miranda!, tenemos asegurado el disfrute de una cinta que, en palabras de Sastre, "podía ser una comedia musical, un musical religioso, una comedia romántica o costumbrista, un thriller, una película, un vídeo clip, porque es todo eso junto. Posiblemente un multigénero audiovisual que podríamos definir como Comedia Pop".

Es una Comedia Pop, así, con mayúsculas, y a través de una multirreferencialidad que va de Cristo al culebrón Cristal, de las canciones de misa con guitarra a las de Flashdance con calentadores, de unos walkie-talkie de plástico rosa a un frasco rosado de Anäis-Anäis. Nuestra infancia, nuestra adolescencia, aquellos sueños: "las promesas triunfalistas de la era Reagan", dice Sastre, "en las que algún día todos podríamos ser famosos", aunque, como advierte en la película la ultracatólica mamá de esas diabólicas gemelas que representan todo lo odioso del mundo, la fama no sea una virtud cristiana. Qué deliciosamente irreverente es Miss Tacuarembó, qué valiente: "Cristo son los padres" y también alguien con quien se puede hablar y a quien se puede increpar (lo hace aquí la Natalia niña como lo hacía Pablito Calvo en la mítica Marcelino, pan y vino). No se puede comprender, más que desde la óptica de un temor caduco y cómplice con la oscuridad, que esta película tenga, como he oído, problemas de distribución por motivos religiosos. Ni se entiende que no haya recibido la más mínima subvención. Así nos va. Al cine español, quiero decir. Que luego no digan. Sorry.

Miss Tacuarembó es una comedia pagana (como la definió la periodista y pornófila Eva Roy, con quien tarareé en la butaca una canción de misa que emergió cual milagro de mi memoria). Es una película gay, como el amigo, del alma, lo es ("todos somos gais", zanja Rossy de Palma). Muestra en todo su esplendor la perversidad de la televisión, la basura moral de unos realities donde el sensacionalismo disfraza al drama. Y, como la vida misma, Miss Tacuarembó también lo es: un drama, un culebrón. Y además es una película vegetariana, como su director y como la protagonista. Dan ganas de decir con ellos: "Algún día el mundo será nuestro".

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