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PUNTO DE OBSERVACIÓN | OPINIÓN
Columna
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La Generación del Milenio

Soledad Gallego-Díaz

Uno de los primeros éxitos de la banda británica The Who se llamaba My generation, y su frase más coreada decía: "Espero morir antes de llegar a viejo". Roger Daltrey y sus amigos pertenecían a la llamada Generación Baby Boom (nacidos después de 1946), y su canción fue uno de los mayores éxitos de 1965. Antes que ellos estaba la Generación Silenciosa (que sufrió en la infancia la Gran Depresión y que luchó en la II Guerra Mundial) y detrás de ellos llegó la famosa Generación X (1965-1980), que creció bajo el constante bombardeo del consumo, conoció la llegada de Internet, el fin de la Unión Soviética y la aparición del sida, y quedó caracterizada, al menos en muchos libros y enciclopedias, como un grupo algo apático y poco conflictivo.

Los que llegan ahora a la mayoría de edad son los primeros que usan, desde la más tierna infancia, poderosas tecnologías

La generación actual -la que nació después de 1980- empezó identificándose como Generación Y (por eso de que va después de la X), pero, poco a poco, va siendo conocida como la Generación del Milenio. Millennials Rising: the next great generation fue un libro de éxito publicado en 2000 por los sociólogos norteamericanos Howe y Strauss, y cada día parece que ese concepto, la primera generación que alcanza la mayoría de edad en el nuevo milenio, se ha hecho definitivo. Es una generación caracterizada, por encima de todo, por su uso, desde la más tierna infancia, de nuevas y poderosas tecnologías y, según un amplio sondeo realizado en Estados Unidos por el Pew Research Center, tiene una "pinta" estupenda, y Howe y Strauss no se equivocaban al anunciar "una gran generación".

Pew les preguntó qué es lo que, según ellos mismos, caracteriza a su generación. El uso de nuevas tecnologías, la música y el hecho de que somos más liberales y tolerantes fueron, por este orden, las respuestas más frecuentes. La Generación X se autodefinió en su día también como "tecnológica", aunque en mucho menor grado, y consideró que era más bien conservadora y que todavía se interesaba algo por los valores éticos del trabajo de sus predecesores. La Generación del Milenio no reclama superioridad moral respecto a las anteriores y es la primera que no cita la ética del trabajo como algo importante. Al mismo tiempo, es la generación que menos importancia le da a la raza y que mejor se relaciona con diferentes grupos étnicos, quizá porque es también la más diversa racialmente. Es la menos religiosa (en el sentido de que pertenece menos a religiones organizadas), la más optimista y la más educada de la historia de Estados Unidos.

Los jóvenes del milenio son menos escépticos sobre el poder del gobierno que sus padres y abuelos, apoyaron a Obama y aun ahora, cuando la mitad siente que el presidente no ha hecho lo prometido, son mayoría los que siguen pensando que no es culpa tanto de Obama como de sus oponentes políticos y de los grupos de intereses. En esta generación hay más jóvenes que nunca que se declaran políticamente liberales (un término más relacionado en Estados Unidos con el centro izquierda que con el liberalismo europeo). Además nunca ha habido tantos jóvenes tolerantes con la homosexualidad ni tantos convencidos de la igualdad de géneros. Pese al desempleo que les afecta -el mayor en décadas-, son los más confiados en que lograrán vivir razonablemente.

Socialmente consideran que su rasgo más marcado es su disposición al cambio y su elevada pertenencia a redes sociales. (Dos tercios afirman haber creado un perfil en alguna de esas redes). Ese es, sin duda, el más significativo, pero existen otros rasgos igualmente llamativos. Por ejemplo, solo seis de cada diez fueron educados en un hogar con padre y madre, y aunque chicos y chicas siguen colocando formalmente la familia como objetivo principal, se calcula que más de un tercio de las jóvenes de 18 a 29 años tendrán hijos sin estar casadas. Cuatro de cada diez jóvenes del Milenio se ha hecho al menos un tatuaje (el 70% en zonas escondidas), y uno de cada cuatro, un piercing que no está en el lóbulo de la oreja.

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