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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

"Juro, o prometo desempeñar..."

A propósito de la cada vez peor relación entre lengua y derecho, un episodio que se repite en cada toma de posesión ministerial es el de las fórmulas de juramento.

Parece haberse consolidado la idea de la promesa sustitutiva del juramento como una afirmación pública de laicismo y, al contrario, el juramento como expresión de religiosidad. Según sea el signo del político, se espera de él que haga una cosa u otra, como un guiño a su gente y una declaración de principios.

Sin embargo, con eso se olvida algo tan simple como que jurar es algo distinto a prometer y, sobre todo, que no supone necesariamente una profesión de fe determinada. Jurar no es otra cosa que declarar o prometer tomando por testigo algo o alguien que se considera sagrado; ahora, como bien se ha dicho, no se debe confundir lo sagrado y lo sacro, ignorando que lo sagrado va más allá de lo religioso y que se puede cifrar en los hijos, las ideas o el honor de cada uno (o en "la madre que le parió", Vid., Gregorio Salvador, "La lengua y el derecho, la percepción del filólogo", en el volumen La proliferación legislativa, un desafío para el Estado de derecho, Madrid, 2004, pp. 636-637, aunque el diccionario de la RAE aún parece caer en esa misma confusión).

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Y así, no veo el reparo a que un ateo, un no creyente, un no practicante o simplemente un tibio, jure por su propia conciencia y honor (art. 1 RD 707/1979). ¿Por qué poner pegas a eso, que todos consideramos intangible y sagrado? No en vano, hasta en una fuente tan peculiar como la Wikipedia se dice que al ateo se le recibirá el juramento "por lo que más aprecie y respete (por la ética, por la moral, etcétera)". ¿Por qué permitir que unos y otros se apropien de palabras y las tiñan de un contenido político que no tienen?

En fin, que no creo que sea la falta de creencias religiosas en el Olimpo griego lo que hace que un médico haga las promesas de la Declaración de Ginebra de 1948 (rev. 2006) en lugar de jurar por "Apolo el médico y Esculapio y por Hygeia y Panacea y por todos los dioses y diosas".

Tal vez lo malo sea que el compromiso, la firmeza y la resolución de ánimo de una persona al emprender una tarea y asumir sus responsabilidades precisen de juramentos.

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