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Tribuna
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Lo que está pasando (Reloaded)

El título les sonará: The Matrix Reloaded (Larry y Andy Wachowski, 2003). Es la segunda entrega de la saga The Matrix, en la que se apunta el camino hacia el desenlace. ¿Hacia dónde apunta el desenlace de la situación que padece hoy la economía del planeta? ¿Qué puede haber más allá del presente? ¿Qué hay más allá de la recuperación, cuando ésta se produzca? Recuperación: ¿cuándo será? ¿cómo será?

Nadie ha sido culpable de lo que está pasando: la crisis se está produciendo porque se ha agotado un modo de funcionar, un modelo económico y no sólo económico, y para salir de este agotamiento no basta con anfetaminas.

Dicho de otro modo, no basta con planes de ayuda ni planes de estímulo; porque nos hallamos ante una crisis sistémica. No es el fin del mundo, pero sí será el final de una manera de funcionar. La solución estará en la aparición de algo nuevo, y no en una reedición de lo viejo; no bastará con un lifting de lo antiguo, ni con una readaptación, aquí no vale el "algo debe cambiar para que todo siga igual" de Il Gatopardo.

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La salida está en consumir, sí, pero sólo lo necesario; producir, también, pero sólo lo conveniente

Lo nuevo: cambios profundos que alteran las formas de hacer, de actuar. Durante la Gran Depresión también se gestaron cambios sistémicos, y la contribución de esos cambios a la salida de la crisis fue esencial, fundamental.

La solución que se encontró entonces fue la intervención activa del Estado en la economía, el gasto público como motor económico, la búsqueda del pleno empleo de los factores productivos, del pleno empleo del factor trabajo. Y también el sobredimensionamiento del individuo, la exacerbación del individualismo llevado hasta sus últimas consecuencias; y durante unas cuantas décadas aquellos cambios permitieron que el nuevo modelo funcionara, y que lo hiciera muy bien. También ahora tendrá que haber cambios radicales para hacer frente a la nueva crisis, que también es una crisis sistémica, como la del 29. La pregunta es, ¿en qué consistirá ahora el cambio sistémico, cómo será?

Pienso que el hiperindividualismo que ha permeado todos los órdenes de la economía, de la sociedad y de la política en estos últimos 50 años tiene los días contados. Un individualismo no sólo en términos de persona, que también, sino de país, incluso de área económica.

Y pregunto: si ya nos hallamos en un mundo posglobal, ¿qué sentido tiene pensar en términos de persona, de región, de país, de zona? El cambio que se avecina terminará con esa fase individualista de la historia, y traerá consigo la necesidad imperiosa de coordinar grupos, asociar colectivos, colaborar en proyectos comunes. Y toda esa coordinación no habrá que hacerla sólo a cortísimo plazo, sino al revés. ¿Por qué? Porque es infinitamente más eficiente para operar en una atmósfera de recursos escasos, que es la que viene ahora, la del nuevo mundo en el que vamos a tener que movernos.

Eficiencia: utilización de las cantidades óptimas de recursos a fin de obtener la cantidad necesaria de los bienes que sean precisos. Existencias cero; desperdicios nulos; elaborados innecesarios, ninguno. Producir aquello que sea necesario, en la cantidad conveniente; consumir en la misma medida.

Tras la Gran Depresión, la solución consistió en aumentar la propensión al consumo para que ese consumo tirase de la producción; y la cosa funcionó. Pero el precio de ese crecimiento ha sido el desperdicio: se ha profundizado en la competitividad desperdiciando de todo, y propiciando la reducción en el precio de los recursos, de las commodities, las materiales, las financieras y las humanas, todas.

La salida de esta situación está en dar la vuelta al razonamiento: consumir, sí, pero sólo lo necesario; producir, también, pero sólo lo conveniente; y coordinando medidas a nivel mundial.

Coordinación, asociación, regulación: competitividad, eficiencia y productividad tienden a confluir: un automóvil que usa una sola persona durante una hora diaria no es eficiente; una instalación industrial utilizada al 60% de su capacidad, tampoco lo es.

En su momento, al ensamblarse aquel automóvil, al construirse esa instalación, se generó PIB; pero ahora hemos de cambiar, porque a partir de ahora un crecimiento del PIB generado por ese método ya no será bueno, porque no será eficiente.

Extrapolen ustedes, pensemos en la especulación financiera ¿Dónde radica la eficiencia de especular con los tipos de cambio, o con un derivado financiero, o con un puñado de metros cuadrados construidos?

Hemos agotado un modo de hacer. No lo critiquemos ahora: ha funcionado, pero ahora tenemos que poner en marcha un nuevo modo de hacer que no debe estar basado en algo superado porque sería inútil.

Hay un pero: algo así siempre tiene consecuencias, unas consecuencias para las que nadie nos ha preparado y sobre las que nadie nos ha informado, unas consecuencias que tendremos que ir aprendiendo sobre la marcha y a las que sobre la marcha tendremos que ir adaptándonos.

Santiago Niño Becerra es catedrático de Estructura Económica en la facultad de Economía del IQS (Universidad Ramon Llull). Acaba de publicar El crash del 2010 (Los Libros del Lince).

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