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PUNTO DE OBSERVACIÓN | OPINIÓN
Columna
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Cuatro semanas sombrías

Soledad Gallego-Díaz

Hace tiempo que el partido socialista no se enfrenta a un mes de septiembre tan sombrío. De las cuatro o cinco semanas próximas va a depender, en buena parte, la posibilidad del presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, y de su Gobierno de recuperar algo de imagen, no solo frente a la opinión pública sino también ante sus propios militantes y seguidores. El problema es que ya no existe margen para digerir nuevos juicios falsos o acciones equivocadas. Un fallo en la manera de afrontar o reaccionar ante la huelga general o la pérdida de las primarias socialistas en Madrid, un error de juicio a la hora de negociar los Presupuestos, colocaría al presidente, a su Gobierno y a los cargos socialistas, en una posición sin salida y todos son ya conscientes de ello.

Las primarias del PSOE de Madrid no son contra Esperanza Aguirre, sino para decidir el control interno del partido

En situaciones tan volátiles como la presente, lo habitual en el mundo político es, además, que cada uno busque la manera de asegurarse un papel en el periodo poselectoral. No se trata, pues, de cuatro semanas básicas para recuperar imagen para ganar las elecciones (eso, quizás, llegará después), sino de un periodo de tiempo decisivo para dirimir el control de las parcelas de poder interno. Eso es lo que, aparentemente, está sucediendo en el PSOE. Las primarias de Madrid no están tanto dirigidas a arrebatar la presidencia de la Comunidad a Esperanza Aguirre como a decidir quién controlará el partido socialista de Madrid, la antigua y feroz Federación Socialista Madrileña, tras las elecciones.

Si pierde Trinidad Jiménez, que se presenta como la "candidata de Zapatero", su grupo habrá perdido un punto estratégico desde el que participar, más tarde, en el nuevo reparto de poderes dentro de la organización global. Tomás Gómez, que ha ganado un perfil más marcado gracias a que Pérez Rubalcaba le presentó como el hombre "capaz de decir no" al presidente Zapatero, es una especie de candidato "antipolítico" que puede terminar dando más juego del esperado y que, sobre todo, puede lograr, incluso, ampliar su poder interno, rodeado de antiguos y peligrosos representantes de la FSM.

Una batalla parecida se desarrolla en el Partido Socialista de Cataluña (PSC), donde tampoco da la impresión de que se esté luchando para impedir la victoria de Convergencia i Unió en las elecciones, sino para aclarar el reparto de influencias. La división del PSC, la pugna por quien se queda con el partido, daña la imagen del PSOE, como la dañó toda la operación del nuevo Estatut de Autonomía. Si los partidarios de crear un grupo propio en el Congreso de los Diputados lograran hacerse con la mayoría de la organización catalana, el reparto del poder dentro del PSOE sufriría también un dramático golpe.

En Euskadi, el reparto de influencias dentro de los socialistas dependerá también de lo que ocurra en la negociación de los Presupuestos Generales del Estado. El momento cumbre de la legislatura se producirá a primeros de octubre, cuando se voten las enmiendas a la totalidad. El PSOE solo puede conseguir que se rechacen con el apoyo del PNV, lo que, a estas alturas, parece bastante probable. Pero el rechazo de las enmiendas a la totalidad no asegura el voto final de los nacionalistas vascos, sino la apertura de una dura negociación que afectará a los bloques del Partido Socialista de Euskadi (PSE).

Rodríguez Zapatero deberá revalidar su imagen en otro campo de minas: el debate parlamentario sobre la presencia española en Afganistán, que quedó aplazado ante la urgencia de las medidas económicas pero que regresa a la agenda, en un momento todavía más envenenado. La opinión pública no entiende qué hacen las tropas españolas en un escenario en el que se está produciendo una formidable lucha por el poder regional entre Pakistán, India e Irán, y es obligación del presidente del Gobierno dar una explicación coherente. Quizás sería una ocasión para pulir su liderazgo, deteriorado desde aquella todavía no bien explicada noche en la que atendió las urgentes llamadas de los líderes europeos, norteamericano y chino.

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