_
_
_
_
_
Entrevista:

AMAIA ORTEGA GANADORA DE LA BEHOBIA-SAN SEBASTIÁN "Me comparan con la Marion Jones de las pruebas populares"

Hace dos años, todas las ambiciones atléticas de Amaia Ortega pasaban por seguir el ritmo de su marido, correr con desahogo para poder charlar con él y su grupo de amigos mientras se ejercitaba. Solía abandonarle, agotada, quince minutos después de empezar a trotar. Ahora, su marido no aguanta su cadencia y se emociona ante los progresos de su mujer. El domingo pasado se impuso en la Behobia-San Sebastián sin más estrategia que la de rebajar su marca del año anterior, sin entrenamientos científicos, pruebas de esfuerzo, dietas o carné de federada. Amaia corre cuando le apetece, preparó medianamente la Behobia y hasta la fecha no se preocupa por rentabilizar sus extraordinarias e innatas capacidades físicas. Su pasado como jugadora de baloncesto (mide 1,79) ha convertido a esta donostiarra de 28 años en el alter ego popular de Marion Jones. Pero sigue empeñada en no convertir en obligación algo que sólo considera un satisfactorio entretenimiento. Pregunta. ¿Cómo cambió el baloncesto por el atletismo?

Respuesta. Jugué en el Donosti Las Banderas y en la UPV, pero en el primero no jugaba casi y era desesperante. Me di cuenta de que era más importante mi carrera de derecho, que de ella saldría mi sueldo, así que acabé por abandonar. Empecé a correr porque me gustaba la idea de acompañar a mi marido y a su grupillo y poder pasarlo bien con ellos. Nunca me propuse ganar nada.

P. Muchos se preguntan por qué no se federa.

R. Ya he participado en deportes como federada y prefiero ir por libre. El año pasado pensé que al correr la Behobia no volvería a hacerlo, pero he repetido. Hago esto pero tengo ilusión por hacer otras cosas. No he podido tocar la bicicleta estática del gimnasio, ni he podido ir tanto a la sauna como me gusta. A partir de ahora vuelvo a la anarquía; correré cuando me apetezca y competiré si me encuentro bien, pero yo sólo preparo más o menos la Behobia. El año pasado la corrí en 1 hora y 19 minutos, pero era la segunda carrera que corría en mi vida. Me di cuenta de que entrenando un poco podría hacer cosas majas.

P. ¿Y por qué no lo hace?

R. No sé. Pereza o, que sé yo. Quizá si estuviera soltera y viviera con mis padres, teniendo todo hecho, me animaría, pero no es el caso.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

P. A Isabel Eizmendi, que quedó segunda y lleva media vida entrenándose, debe parecerle injusto lo suyo.

R. Isabel no me da pena, me la dan los niños pequeños, las crías que entrenan un montón con una ilusión enorme. En cambio, yo que tengo facultades no las aprovecho...

P. ¿No le va ese tipo de vida?

R. Ahora mismo mis amigos y mi marido han empezado a ir al monte y no sabes la rabia que me daba no poder acompañarles el sábado, algo que nunca he hecho y que me apetece conocer. Prefiero hacer muchas cosas diferentes antes que centrarme en algo que me esclavice.

P. Al acercarse a meta corría sonriendo.

R. Pues sí, es que iba tan feliz. Estaba emocionada al saber que iba a ganar.

P. O sea, le gusta ganar.

R. Sí claro, como a todo el mundo, pero no corrí para ganar. Lo hice para rebajar mi marca. Miré el reloj por vez primera en el kilómetro 10 y vi que era un tiempazo y podía ganar. Además, alguien me dijo que iba la primera y eso me animó todavía más.

P. ¿Qué significado tiene para usted competir?

R. Acabar una carrera es una satisfacción enorme. No es lo mismo que jugar al baloncesto, donde puedes ganar sin jugar bien. Corriendo he sentido alegrías que el baloncesto nunca me dio, quizás porque no era buena. Es una gozada que te animen, que te aplaudan tanto. El que me acompañaba me dijo al acabar que cada vez que me animaban le subía el ritmo. En la Zurriola ví a mi padre, era feliz. Además, no tuve que darlo todo: ví las caras de los demás y la mía no era la peor.

P. ¿No merece la pena dedicarse al atletismo más en serio para tener más a menudo esa gratificación?

R. Quizá sí, pero sin federarme. Sé que pierdo mucho al no federarme, sobre todo desde el punto de vista de los entrenamientos.

P. Podría recibir esa ayuda sin federarse.

R. Lo sé, conozco a algún preparador, pero no me decido. Lo malo es que puede convertirse en un suplicio, una obligación. Yo les diría a los preparadores que no me agobiaran: "soy Amaia y no quiero matarme".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_