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Reportaje:

Euskadi se atasca en su memoria

El Gobierno y los principales partidos se muestran incapaces de alcanzar un consenso sobre la celebración de la jornada anual en recuerdo de las víctimas

Javier Rivas

Euskadi ha sido incapaz, por las diferencias entre los partidos, de celebrar unida en la calle el final de casi medio siglo de terror y va camino, por la misma falta de consenso, de recordar por segundo año consecutivo a las víctimas bajo la sombra de la división. A menos de una semana de la celebración, el próximo jueves, del Día de la Memoria, establecido el año pasado precisamente para recordar a los afectados por el terrorismo, el Gobierno y los principales partidos no solo no han sido capaces de cerrar una declaración conjunta, sino ni siquiera de pactar la posibilidad de un acto unitario.

El escollo sigue siendo el mismo que impidió el año pasado, en el primer Día de la Memoria, que el Parlamento aprobase una declaración institucional: el papel y el recuerdo de las llamadas "otras víctimas", las atribuibles a excesos policiales en la lucha antiterrorista u otras vulneraciones de los derechos humanos. Pero si en 2010 fueron EA y Aralar quienes frustraron el consenso al considerar que se las debía incluir, esta vez el conflicto está en el expreso rechazo a ello del PP, uno de los tres partidos mayoritarios.

"Hay que hacer mucha 'cocina' y pocas declaraciones", dice un socialista
El Ejecutivo resolverá entre mañana y el martes qué decisión toma

Fuentes del Gobierno, del PSE y del PP coinciden en la difícil situación. Si ya de por sí era complicado alcanzar un consenso, dos hechos han venido a enturbiar más el debate: la campaña electoral -"nadie quiere complicarse la vida", dice un parlamentario- y el cese definitivo de la violencia de ETA sin desaparecer ni entregar las armas. Ello, unido al interés de la izquierda abertzale por priorizar su propio relato de Euskadi, ha soliviantado a muchas asociaciones de víctimas.

Varios de estos grupos ya han dejado claro que no van a celebrar el Día de la Memoria si se incluye en pie de igualdad a los afectados por la violencia etarra y de otras bandas terroristas con los de excesos policiales. "Parecería de idiotas hacer un acto de víctimas, además en plena campaña, en el que son ellas las que no quieren estar y lo rechazan", apunta un responsable popular implicado en la negociación. Las asociaciones de afectados, y en esto coinciden con el PP, creen que se está modificando el espíritu con el que inicialmente se planteó la celebración para incluir -y equipararlas- a las víctimas policiales o de la "violencia de motivación política", en la terminología de algunos nacionalistas.

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El Día de la Memoria se estableció como consecuencia de la Ley de Reconocimiento y Reparación a las Víctimas del Terrorismo de 2008. Dicha ley fija como su ámbito de aplicación aquellas personas que hayan sufrido "la acción terrorista" o la de quienes, integrados formalmente o no "en bandas o grupos armados, actuaran con la finalidad de alterar gravemente la paz y seguridad ciudadana". Es decir, ETA, el GAL y otros grupos de ultraderecha, sí, pero el reconocimiento a las "otras víctimas" discurriría por un cauce distinto. La constitución en julio pasado de la ponencia parlamentaria ahora en marcha sobre estos afectados ya abrió la primera división entre el PP (y UPyD) y el resto de formaciones, división que se mantiene.

Los populares atribuyen a su socio de Gobierno la intención de abrir el abanico para no dejar fuera a los nacionalistas, como "un guiño" a estos, interpretación de la que los socialistas divergen. El PP mantiene su rechazo al último borrador de declaración que se le ha hecho llegar. "Si se empeñan en que en el texto quede claro que también es un día de las otras víctimas, por ahí no podemos pasar", indica un miembro de la ejecutiva de esa formación.

Los populares habían llegado a aceptar que se reconociera en el texto que ha habido otro tipo de afectados por vulneraciones de derechos humanos, pero dejando claro que el 10 de noviembre no era su día. Ello le hubiera dado al PP un cierto margen para que las asociaciones de víctimas, a las que no puede desairar en este terreno y menos a dos semanas de las elecciones, lo asumieran. Pero, por ahora, no hay acuerdo.

Fuentes oficiales apuntan incluso que sería mejor no celebrar el acto o rebajar sus planteamientos a dar de nuevo una imagen de falta de unidad. Para intentar que no descarrile la posibilidad que quede de un consenso los responsables socialistas que trabajan en ello prefieren no avivar la polémica. "Tenemos que hacer mucha cocina y pocas declaraciones, que ahora mismo fastidian más que ayudan", indica un parlamentario del PSE. "No sé aún qué haremos, pero no queremos alimentar ningún tipo de discrepancia", abunda otra fuente oficial.

El PP ya ha trasladado incluso al Ejecutivo que igual es el momento de optar por una celebración "aséptica" y no leer ningún texto. "Los actos pueden ser un año de una manera y otro año de otra y, si estamos en campaña. que cada uno lo celebre como quiera", dice otro responsable popular. En la formación de Antonio Basagoiti se desconoce por el momento cuál es la intención del Ejecutivo ni qué haría el propio PP en el caso de que fracasara cualquier posibilidad de acuerdo.

El Gobierno previsiblemente fijará entre mañana, lunes, y el martes su decisión final después de analizar las diferentes posibilidades que tiene ante sí.

Y a este panorama se suma otro elemento de posible división. En 2010, las principales instituciones se sumaron de una otra forma a la celebración. Esta vez dicha opción se antoja más lejana cuando dos de ellas -la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento donostiarra- se encuentran en manos de Bildu.

"Este año iniciamos una tradición futura: el Día de la Memoria", señalaba el año pasado el lehendakari, Patxi López, en su discurso en Andoain, una de las localidades donde ETA ha dejado más dolor. Por el momento, lo que parece tradicional en Euskadi es la división política sobre esa misma memoria.

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Sobre la firma

Javier Rivas
Forma parte del equipo de Opinión, tras ser Redactor Jefe de la Unidad de Edición y responsable de Cierre. Ha desarrollado toda su carrera profesional en EL PAÍS, donde ha trabajado en las secciones de Nacional y Mesa de Cierre y en las delegaciones de Andalucía y País Vasco.

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