_
_
_
_
_

Kiss triunfa en un Kobetasonik que atrajo a 53.000 espectadores

Hoy se anuncia si el festival 'heavy' tendrá continuidad

Un éxito. Así hay que calificar sin ambages a la primera edición de Kobetasonik, el festival de heavy metal que el parque bilbaíno de Kobetamendi acogió el viernes y el sábado pasados. Frente a quienes quienes creen que se trata de un género minoritario y en declive, la muestra reunió cada día a más personas que las que el pasado año, y en las mismas fechas, se acercaron al mismo recinto para escuchar a Red Hot Chili Peppers y Fito & Fitipaldis. En total han sido más 53.198 los aficionados al rock duro los que han acudido al reclamo de Kiss, Judas Priest, Saxon, Dio, Europe y otros 20 grupos.

El primer día subieron a Kobetas 24.120 espectadores, que tuvieron oportunidad de descubrir a bandas como Airbourne y, sobre todo, disfrutaron con la actuación de Judas Priest, clásicos del género que no tiraron piedras contra su leyenda. A Rob Halford se le vio encorvado, pero su voz sonó como en los mejores tiempos y cumplió con la tradición de sacar una moto al escenario.

Más información
Kiss solo despega al final ante 15.000 de sus fanáticos

Pero la auténtica triunfadora de la cita fue Kiss, una banda que el sábado atrajo a 29.078 personas con un espectáculo que justifica el uso de expresiones como gran circo del rock. Su puesta en escena tuvo momentos auténticamente circenses, como cuando el bajista Gene Simmons escupió fuego utilizando una espada a modo de antorcha, y no escatimó en explosiones, llamaradas, confeti y fuegos de artificio. Simmons, un músico encasillado que no deja de mostrar la lengua y empuña un bajo con forma de hacha, escupió sangre y voló sobre el escenario, mientras el cantante y guitarrista Paul Stanley lo hizo sobre el público y el propio baterista tocó a varios metros de altura gracias a una plataforma móvil.

Y entre tantos efectos, que suplieron la merma de rabia respecto a los años setenta, el cuarteto neoyorquino, vestido con su habitual indumentaria glam, no se olvidó de cumplir en el plano musical. Abusó de sus intentos de buscar la complicidad del público, pero satisfizo a los aficionados al hard rock y al guitarreo, y divirtió cuando tocó rock and roll. Con el himno festivo Rock and roll all nite llegó el momento cumbre y I was made for loving you recordó que también flirtearon con los ritmos discotequeros. El fin a dos horas de música y teatro se produjo cuando Stanley presentó Detroit rock city ondeando una ikurriña.

Antes de hacer público un balance oficial hoy, cuando está previsto que se anuncie si habrá una segunda edición de Kobetasonik, evento nacido en principio sin vocación de continuidad, la organización quiso agradecer a los asistentes "su comportamiento ejemplar y cívico".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_