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El PNV limita a las elecciones de 2011 la vigencia de la propuesta de Egibar

El partido intenta evitar que cuaje la imagen de dos caminos contrapuestos

La salida del Gobierno, el declive de ETA y los movimientos de la izquierda abertzale ilegalizada están haciendo aflorar de nuevo en el PNV las dos posturas que dieron lugar a la salida de su presidencia de Josu Jon Imaz en 2007, y que nunca han llegado a medirse en un debate de profundidad por temor al desgarro interno. "Todo lo que estamos diciendo es Loyola, formulado de una u otra manera o acentuando más una u otra cosa", justifican fuentes de la ejecutiva que encabeza Iñigo Urkullue, evocando las conversaciones que mantuvieron PNV, PSE y Batasuna durante la anterior tregua de ETA.

El plan Ados, referencia permanente de Urkullu, y la propuesta soberanista Batu Gaitezen, apadrinada y presentada el pasado día 2 por el portavoz parlamentario y líder guipuzcoano peneuvista, Joseba Egibar, son el catecismo de cada parte. Esta última, con la que el PNV ha abierto ya su precampaña en Guipúzcoa, se presenta, sin embargo, como una propuesta más bien instrumental y con una vigencia limitada en el tiempo, sin intención ni posibilidad de marcar camino o acción de futuro, según voces autorizadas de la mayoría de Urkullu en la ejecutiva.

El PNV busca ser "la casa común" del voto soberanista en Guipúzcoa
30 años en el Gobierno han facilitado mantener el doble mensaje

Andoni Ortuzar, homólogo de Egibar en Vizcaya y mano derecha del presidente de la formación, asegura a EL PAÍS que esa propuesta tiene "un plazo tope de vida". Su límite de vigencia está "en las elecciones municipales y forales de mayo" próximo, precisa, algo de lo que Egibar sería también consciente.

De atender a esta lectura, Bildu Gaitezen sería una propuesta de pura coyuntura, con el objeto de intentar hacer del PNV "la casa común" del voto autodeterminista en Guipúzcoa, pero sin intención de que tenga un mayor recorrido después. Egibar la presentó ya elaborada a la ejecutiva nacional, que la aceptó atendiendo a la especificidad de ese territorio, según fuentes oficiales peneuvistas.

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"Es que las cosas están raras en Guipúzcoa", justifica Ortuzar la oficialización del doble discurso en su partido, con Egibar y su principal respaldo institucional, el diputado general, Markel Olano, como abanderados de las psoturas alternativas a Urkullu.

Los dirigentes del PNV intentan evitar que cuaje la imagen de dos caminos contrapuestos, tanto como niegan que Egibar cuestione el acercamiento y los compromisos, conocidos o no, que Urkullu va tejiendo con el PSOE y el presidente Zapatero. Ahí todo apunta cada vez más al regreso a la transversalidad de los años ochenta y noventa, con socialistas y populares, alternativamente, como socios.

Las distintas fuentes de la mayoría consultadas en la ejecutiva peneuvista presentan Batu Gaitezen como una especie de concesión temporal, que no traspone los límites de la ponencia pactada a la salida de Imaz por Urkullu y Egibar y que viene dada por la necesidad electoral de este último en su territorio. Su único "conejo en la chistera", justifican sus compañeros, es tratar de galvanizar en las listas del PNV el voto de cuantos temen o detestan el pacto PSE-PP.

Especialistas académicos en la política peneuvista señalan que el momento es tan "importante" como "dificultoso" situarse bien en él. Usando un símil, el PNV tendría que simultanear la preparación de tres carreras de muy distinta exigencia: una de cien metros (las elecciones de mayo), otra de medio fondo (tratar de recuperar el Gobierno en 2013) y una maratón (el desenlace del pulso de 30 años con la izquierda abertzale tras el fin de ETA). La clave es que los aliados que precisa una no le exijan romper con los que necesitará en las otras y que pueda mantener abiertas al tiempo tantas puertas.

Los dirigentes del PNV no niegan que están realizando ese doble discurso respecto al abordaje del fin de ETA, el tratamiento a la izquierda abertzale y las posibles alianzas futuras. Ni que todo obedezca a un reparto de papeles, según el enemigo a batir en cada territorio. "Vamos a negociar los presupuestos con Zapatero y vamos a hacer también el discurso del derecho a decidir", reivindican en la ejecutiva.

De regreso a 2001

- Casi una década después, lo que intenta el PNV en Guipúzcoa es repetir lo que hizo Juan José Ibarretxe en 2001 con respecto a la alianza que entonces forjaron el popular Jaime Mayor Oreja y el socialista Nicolás Redondo Terreros. El gran riesgo, por las diferencias registradas en estos 10 años, es que el miedo a aquel cambio no funcione ahora. Primero, el tabú se ha roto ya con la llegada del PSE al Gobierno; segundo, al frente de esa entente se encuentran ahora los socialistas con los que el PNV se entiende; y, tercero, el PP de Antonio Basagoiti se parece muy poco al de 2001.

- Si el miedo no funciona y hay dispersión de voto entre el PNV y el resto de formaciones nacionalistas, agrupadas o no en el polo soberanista, Joseba Egibar puede cosechar su segunda derrota en unas elecciones municipales y forales -ya perdió las de 2007- y la cuarta en total desde ese año.

- El resultado electoral de la iniciativa Batu Gaitezen resultará determinante para el liderazgo de Egibar en su territorio y para su peso dentro del PNV en su conjunto.

- Esa posición será capital. Justo después de las elecciones de 2011, el PNV se sumergirá en la preparación de su asamblea general cuatrienal y la nominación del candidato a lehendakari. Los números tasarán el poder de los dos sectores que pactaron en 2007, a la marcha de Josu Jon Imaz.

¿Funcionará desde la oposición?

La incógnita principal del doble mensaje del PNV es si le va a funcionar estando en la oposición como le funcionó durante años desde su posición en el Gobierno. El partido de Iñigo Urkullu no está haciendo nada distinto a lo que ha hecho siempre: mantener dos discursos con los que ocupar todo el espacio posible, taponando flancos tanto a sus oponentes moderados como a los radicales.

Partido y Ejecutivo, e incluso las mismas personas dentro de ellos, han estado en uno u otro lado según las épocas: nada que ver el Xabier Arzalluz que quiso votar a favor de la Constitución o alabó a José María Aznar con el del Pacto de Lizarra, o el que blandió en público su bastón 10 años después cantando el Eusko Gudariak.

Nada que ver el último Ibarretxe con el laborioso vicelehendakari de José Antonio Ardanza, en el que Rodrigo Rato vio incluso un posible buen ministro tras negociar con él en 1996 la ampliación del Concierto que pagó la investidura de Aznar.

El objetivo siempre ha sido mantener una posición que permita "tomar todos los tranvías", en expresión usada ya en la clandestinidad. Gobernar 30 años ha facilitado lanzar un mensaje desde la institución y otro desde el partido, satisfaciendo así las dos tendencias que conviven en el seno del partido. ¿Funcionará igual ahora que los mensajes discordantes salen de una misma ejecutiva? ¿O terminará evidenciando que hay dos líneas y una clarificación pendiente?

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