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Reportaje:

El encanto comercial de lo usado

Primero fue la ropa de segunda mano. Y ahora son todo tipo de objetos usados los que se pueden comprar en un número de establecimientos del País Vasco que no deja de crecer. Desde una chaqueta de ante hippy a una botella antigua de gaseosa pasando por unos esquís, un ordenador o un dormitorio. La nueva oferta comercial permite en muchos establecimientos comprar las cosas que otros han usado y vender objetos que nos sobran y a otros les vienen bien. Es un negocio que mueve millones en países europeos y estadounidenses y que en nuestro país, tras unos tímidos inicios, cada vez tiene más adeptos y genera más oferta. "En una sociedad consumista, la mayoría de la gente tiene productos que aunque tengan todavía un buen uso, no utiliza y también regalos que están arrinconados desde que los recibieron. Y a ese objeto que su dueño le asigna un valor cero, otra gente le da mucho valor, porque le permite disfrutar de cosas que de primera mano no se puede permitir". Así explica la lógica del negocio Javier Amezua, director de operaciones en la zona norte de Cash Converters, una franquicia australiana de compraventa de objetos que llegó aquí en 1997 y que está causando furor en sus cinco tiendas de Barakaldo, Bilbao, San Sebastián y Pamplona. Es viernes por la tarde en Cash Converters del barrio donostiarra de Gros y las dependientas no dan abasto. La gripe ha causado varias bajas en los empleados del establecimiento pero los clientes no dan tregua. En esta franquicia, se pueden comprar y vender todo tipo de objetos: electrodomésticos, aparatos de música, ropa y equipos deportivos, juegos, discos... De todo, excepto ropa, muebles y libros, que ya tienen su lugar en otros establecimientos. En estas tiendas, las zonas de compra y de venta de objetos están diferenciadas. Muchos de los depositarios, después de vender su producto, no resisten la tentación de echar una ojeada a los expositores con los productos a la venta. "Cuando hablas de segunda mano, la gente se imagina un sitio lúgubre, cutre, tipo rastro. Pero esta es una tienda como cualquier otra, donde ofrecemos objetos en buen estado y con garantía y a un precio entre un 30% y un 50% más barato que si estuviera nuevo", comenta el responsable en el norte de España de Cash Converters, que factura en el mundo 50.000 millones de pesetas anuales, de los que 5.000 millones se venden en el mercado español. Pese a que la cultura de comprar de segunda mano es una idea exportada, cada vez cuaja más entre el público español y son más los comercios que abren sus puertas con artículos usados. En Bilbao, Amsterdam Plain y Urbana, que ofrecen ropa de segunda mano; en San Sebastián, Trueque y Cash Converters, con una variopinta selección de objetos, y en Vitoria, Woodstock y El ropero, en ropa y Trato Hecho, Segunda Mano y Araba Segunda Mano, con muebles, ordenadores y todo tipo de cosas curiosas, son algunos de estos establecimientos. La clave del éxito, en opinión de Amezua, está en la severa selección de productos y en su presentación cuidada. Una idea que comparten el resto de los comercios de segunda mano consultados. Es el caso de Lola Alquegui, dueña de Trato Hecho, una tienda donde los clientes dejan en depósito sus productos y donde se puede encontrar desde ordenadores hasta chisteras y escritorios del siglo XVIII. "La gente deja sus cosas, les ponemos precio y cuando se venden, el dueño se queda con el 70% y yo con el 30%. Si al cabo de tres meses, nadie lo compra, revisamos el precio y volvemos a ponerlo a la venta", explica Alquegui, que ofrece en su establecimiento pequeños objetos desde 100 pesetas hasta antigüedades que alcanzan las 400.000 pesetas. A su tienda de 350 metros cuadrados en pleno centro de Vitoria llega gente de todas las edades y presupuestos. Allí coinciden niños buscando videoconsolas, coleccionistas de curiosidades y nostálgicos a por discos de los años sesenta. De sus productos, destacan una serie de relojes con música diferente cada vez que dan la hora y antigüedades valiosas como la talla de una virgen del siglo XVIII que tiene una corona para los días normales y otra más historiada para los festivos. "La gente está respondiendo muy bien y tenemos muchos clientes que vienen todas las semanas", asegura la propietaria, que tiene entre sus clientes habituales a Javier Alfaro. "Al principio entré por curiosidad. Había visto este tipo de tiendas en Australia, Francia y Estados Unidos pero en ésta concretamente el nivel es superior", asegura este asesor de empresas de 37 años. Alfaro tuvo que desmontar una casa y vendió todos los muebles útiles y en buen estado a Trato Hecho y, según asegura, ahora llena su nueva casa de objetos que encuentra en la misma tienda. "Mi mujer está a punto de echarme de casa por la cantidad de cosas que compro, pero soy un adicto a estas tiendas", afirma para añadir que "no es la típica lonja en la que te pones sucio de sólo mirar; aquí los productos están perfectamente limpios y en buen estado, los precios son mucho más baratos y la atención es muy buena". Lo que no vende esta tienda de Vitoria es ropa de segunda mano, un negocio que introdujo por primera vez en Bilbao Amsterdam Plain. Esta tienda comenzó vendiendo chaquetones sesentones y setentones de cuero y ante en un piso del Casco Viejo en 1993 y ahora cuenta con una lonja en la Plaza Nueva, que habla por sí sola del aumento de los adeptos a la ropa usada. "Empezamos porque vimos que en Amsterdam y en Londres funcionaba muy bien", comenta Ana, una de las socias del negocio. Ropa, bolso y bisutería de plata conforman la oferta de esta tienda, que tiene clientes "entre los 14 y los treinta y tantos años".

Ropa usada para crear empleos

El auge del negocio de segunda mano ha llevado a Cáritas, Traperos de Emaus y Rezikleta a sumar esfuerzos y crear una empresa para dar salida a la ropa usada. El proyecto, que de momento ha cristalizado en la creación de la empresa conjunta Oldberri. Su objetivo, además de aunar esfuerzos, es "crear empleos para los colectivos de difícil inserción laboral", explica Txema Rodríguez, responsable de la iniciativa. Las tres asociaciones están contactando con los Ayuntamientos vascos para que apoyen la idea. Una de sus pretensiones es que la ropa usada sea considerada un residuo más por los responsables medioambientales y se instalen contenedores de ropa usada en las calles. Una vez consigan este objetivo, Oldberri creará dos empresas en Rentería y Muskiz donde se seleccionará y limpiará la ropa recogida. "La ropa en buen estado se comercializará en las tiendas de Traperos de Emaus, Rezikleta y algunos locales de Cáritas con la misma marca y la ropa que sea irrecuperable para la venta, se exportará a otros países y se donará a roperos de Cáritas y otras instituciones", explica el responsable del proyecto. Una manera de rentabilizar lo que otros tiran, con eficacia y proyección. 63 puestos de trabajo Si todo sale según lo previsto, las tres asociaciones, que hasta ahora se dedicaban a reciclar ropa por separado, crearán con su empresa conjunta unos 63 empleos en los tres próximos años. Esta inciativa empresarial aprovechará el tirón que la ropa usada tiene, sobre todo, en personas de 14 a 35 años, aproximadamente. Como Sonia, una bilbaína de 22 años, que compra habitualmente Amsterdam Plein porque "son modelos muy bonitos que ya no se hacen y las chaquetas de cuero me gustan más y me quedan mejor que las nuevas", explica. Además, en estos establecimientos pueden adquirir lo que de otro modo no podrían costearse.

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