_
_
_
_
_
Reportaje:TENDENCIA

Demoler tópicos sobre las olas

Mayor flexibilidad. Mayor capacidad para ser metódicas. No hay que repetirles cómo afrontar cada reto. Los instructores expertos opinan todo esto de las chicas que se acercan a aprender surf en las abundantes escuelas que jalonan la costa del Cantábrico. "He llegado a ver mujeres de 38 años hacer en tres días de curso cosas que a otros hombres les puede costar quince", apunta uno de esos profesores, Lurta Nikolas. Promotor del singular espacio Barrika Surf Kanp, en la costa vasca, cerca de Bilbao, Lurta ha llegado a tener "hasta un 80% de mujeres" en sus cursos mixtos de entrenamiento. El Barrika Surf ha albergado este agosto el Roxy Girls Camp, un campamento sólo femenino auspiciado por la marca internacional de ropa surfista Roxy, filial para chicas de Quiksilver. Hasta La 2 de TVE emite ahora Blue Water High, una serie adolescente sobre amantes del surf en la que las chicas adquieren protagonismo. "Tenemos nueve escuelas oficiales repartidas por todo el Cantábrico, Cádiz y Tarifa, y dos surf camp en el País Vasco. También disponemos de nuestro propio equipo de chicas surfistas", explica Maider Eguskiza, del departamento de marketing de Roxy. "Queremos mostrar el surf como una forma de entender la vida entre las mujeres, como lo ha sido para los hombres", afirma. Parte de ese plan se ha forjado con la edición mundial del lujoso libro Surf Girl Roxy. En él, la autora Natalie Linden traza la historia de este deporte en clave femenina, acompañada de fotografías de destacadas surfistas. Entre ellas, las gemelas canarias Ruano Moreno, referencia mundial en el windsurf con olas, y también competitivas en surf. "Antes no había ni escuelas ni facilidades", explica Daida Ruano. La evolución social, una fabricación de material deportivo cada vez más acorde a la fisonomía femenina y un paulatino vencimiento de tópicos han ido llevando a las chicas a las olas.

"Sólo hace falta saber nadar y no tener limitaciones físicas para iniciarse", explica Lurta Nikolas. "Pero luego deberá ser la propia mujer quien ponga sus límites, conociéndose y, sobre todo, conociendo el mar". Vía de escape, co¬¬nexión con la naturaleza, un modo de superación y hasta de introspección: esto es el surf para muchas de sus hijas.

La windsurfista Daida Ruano tiene en su poder 13 títulos mundiales. "Mi hermana Iballa y yo empezamos en 1995, con 17 años, y no pudimos dejarlo. Eso sí, hace falta muchísima paciencia, constancia e imaginación", insiste. Canarias es un punto clave, tanto en surf como en windsurf, y las hermanas Ruano quieren propagarlo. Del 26 al 30 de agosto celebran en Gran Canaria su campo de entrenamiento femenino para 50 chicas llegadas de 12 países. "Son mujeres de entre 18 y 35 años", explica Daida. "Aquí se conocen, y nosotras compartimos con ellas lo que sabemos", añade su hermana Iballa, también campeona internacional.

Cada vez hay más encuentros en España en los que el surf femenino tiene cabida, incluso en mares calmos como el Mediterráneo español. Marcas como Rip Curl, Billabong e incluso la cervecera San Miguel han organizado eventos. "Hay muchas españolas practicando como profesionales, tenemos muy buenas condiciones de olas para ello", explica Daida Ruano. "Además", insiste Lurta Nikolas, "vivimos por fin una segunda generación autóctona de aficionados, ya vemos a padres que llevan a sus hijas a aprender el deporte". "Las tablas no son caras, cuestan a partir de 250 euros", dice Maider Eguskiza.

Hace 50 años que el surf llegó a Europa vía Biarritz, pero España tuvo que esforzarse en observar a los de fuera para aprender. Si bien a partir de los ochenta se produjo el creciente acercamiento masculino, ha sido en los últimos años cuando ha ido creciendo el femenino.

Hoy se baraja el dato de que un 10% de los aficionados españoles al surf puedan ser mujeres de todas las edades, y con cada vez más referentes. Como Estitxu Estremo, Miriam Imaz o Erika Franco. Gallega de 14 años, Erika es una de las últimas amazonas del agua. "Empecé a los nueve años", indica, "en la playa veía bajar niños con tablas, y decidí probar". "Nadie de mi familia hace surf, al principio estaban desconcertados", reconoce. El misterio de deslizarse por las olas sobre una tabla, para ella, es que "estás más libre; cuando lo haces, vives intensamente". El surf es eso, una y otra vez, como entienden cada vez más mujeres.

Las surfistas Missy Gibson y Cristiana Pires.
Las surfistas Missy Gibson y Cristiana Pires.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_