"Siempre quise ser un 'ninja"

Por más que ahora chuten las heroínas de acción, pocas pueden presumir de lo que ha logrado Resident evil. Si la franquicia se parió en paralelo con la de otra popular chica de videojuego, Lara Croft, lo cierto es que Angelina Jolie cayó en el segundo asalto, y esta, encarnada por Milla Jovovich, ha alcanzado en solitario la marca de una cuarta parte, esta vez en 3D, y recaudado más de 300 millones de euros hasta la fecha.

Resident evil lleva camino de estirar el chicle tanto como lo hizo Viernes 13, cuya décima parte, Jason X, ya sucedía en el espacio exterior. ¿Hasta qué delirante extremo se propone Milla llevarla junto a su marido, el director Paul W. S. Anderson? "¿Zombies y disparos en una nave espacial? ¡Eso suena genial!", exclama por teléfono la actriz desde Tokio. "Estamos dispuestos a llevarla lo más lejos posible, y tenemos la suerte de que no tenemos a un estudio tosiéndonos en el cogote para que entreguemos un capítulo cada Halloween o algo así. Por eso podemos permitirnos mimar cada entrega para superar a la anterior".

"A los 18 años dejé la moda y el cine por el rock. Todos tenemos derecho a enloquecer"

A pesar de esta declaración de intenciones, el efectismo 3D se ha convertido en la excusa definitiva para cargar aún más las tintas en la acción y dibujar unos personajes cada vez más planos. Pero qué más da, esto es un matazombies con una conspiración de dominio mundial de fondo, no Ciudadano Kane. "Exacto", relativiza la actriz. "Solo nos mueve una cosa: seguir divirtiendo al público".

Para ser una tía tan dura en la ficción, Jovovich se muestra demasiado correcta en sus respuestas. Solo parece deshacerse del corsé cuando se le plantea una digresión entre su auténtica persona y la que le ha traído el éxito en la ficción con cintas como El quinto elemento o Ultraviolet. "No te confundas", interrumpe. "Siempre he sido superfán de la ciencia-ficción. Crecí viendo series de dibujos con personajes de chicas combativas, como She-Ra [la hermana de He-Man] o Thundercats. Y los domingos por la tarde veía pelis de kung-fu con mi padre. Siempre quise ser un guerrero ninja". Es por eso que ahora que su hija va a cumplir tres años va a apuntarla a clases de artes marciales. "Cuanto antes empiece, mejor". Posiblemente sea este el acto más transgresor de su apacible vida actual, que transcurre, cuando no está rodando, "entre días de piscina y barbacoas familiares".

Su infancia no fue así. A los 11 años la descubrió Richard Avedon, y a los 12 firmó su primer contrato con una agencia de modelos. Se estrenó en cine a los 16, con Regreso al lago azul. Poco extraña que después se rebelara. "A los 18 dejé la moda y el cine, me mudé a Europa, monté una banda de rock y me entregué a la vida en la carretera. Todos tenemos derecho a enloquecer un poco", recuerda, sin querer entrar en detalles.

Lo cierto es que tanto el disco que grabó como la marca de moda que montó con una amiga (Jovovich-Hawk) le trajeron todo tipo de adeptos. Ahora todas sus ambiciones creativas se dirigen a concebir una firma de ropa para bebé. "Es tan difícil encontrar cosas monas y a buen precio", revela, eclipsando toda fantasía de zombies y mamporros.

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