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Reportaje:ARTE | Exposiciones

El arte de vivir el futuro

Siempre ha mirado hacia delante, pero la vigésima edición de Art Futura sugiere una vista atrás a la evolución de la cultura digital

De esa reunión sólo podía surgir algo prodigioso. Y así fue. Timothy Leary -el gran gurú de las sustancias psicodélicas-, entusiasmado con una idea que rondaba la cabeza del dibujante de cómic y diseñador de animación por ordenador Montxo Algora, convoca a Eric Gullichsen -uno de los primeros experimentadores con la realidad virtual-, quien hace cómplice a William Gibson, el padre del cyberpunk, autor de la novela fundacional Neuromante (1984). Se decide crear un festival en el que las nuevas tecnologías y el arte se fundieran bajo un nuevo concepto. Un eslabón entre la contracultura y la cibercultura. Se llamaría Art Futura. La histórica iniciativa tuvo lugar en Los Ángeles, en 1989. En enero de 1990 se celebra la primera edición en Barcelona. El tema elegido no podía ser otro que la realidad virtual. Entre Gibson, Gullichsen y Scott Fisher, investigador de la NASA, lanzan esta tecnología en nuestro país. Con Gibson en plan estelar: "Mi método", revelaba entonces, "es la deconstrucción poética de la tecnología". Rebecca Allen, investigadora y artista, sintetiza aquel momento, pues estaba allí: "El primer Art Futura fue un evento seminal. Confirmó que los asistentes sentían curiosidad y estaban interesados en las diferentes formas que el arte y la tecnología estaban adoptando".

El objetivo principal es buscar el alma de las máquinas para potenciar sus emociones y sentimientos

El próximo jueves empieza la vigésima edición de Art Futura. Durante las pasadas dos décadas, 500.000 personas han asistido en Barcelona, Madrid, Sevilla y, de nuevo, Barcelona al festival del new media para entregarse a su pasión preferida: buscar el alma de las máquinas para potenciar sus emociones y sentimientos. Entre los invitados no han faltado artistas de todas las disciplinas posibles, pensadores, diseñadores, novelistas, especialistas en efectos especiales, programadores, músicos, performers, o desarrolladores de videojuegos. En la lista figuran creadores como Peter Gabriel, Laurie Anderson, Derrick de Kerckhove, David Byrne, Mariscal, Howard Rheingold, Eduardo Kac, Rebecca Allen, Kevin Kelly, Sherry Turkle, Moebius, Gabriel González, Bruce Sterling, Toshio Iwai, Chris Cunningham, Águeda Simó, Blast Theory, Tomato.

Pero quizá, a estas alturas, convenga recordar algo de su historia en palabras de algunos de sus participantes. El festival coge impulso en 1991 con Derrick de Kerckhove, sucesor de McLuhan, en su cátedra de Toronto (Canadá). Él es el más apropiado para hablar de Cibermedia, el tema que abordó aquella edición, mientras las bombas caían sobre Bagdad, en la primera guerra del Golfo. De Kerckhove lo recuerda hoy así: "Aquellas primeras ediciones fueron heroicas. La selección de artistas e instalaciones era impresionante. La esencia de Barcelona se concentró en aquel evento con lo más arriesgado en arte en todas las disciplinas".

No podemos olvidar la cosecha de 1992. Art Futura compitió en desventaja con los Juegos Olímpicos, en Barcelona, y con la Expo, en Sevilla. Su apuesta, La mente global, fue otro tema visionario. Kevin Kelly, fundador de la revista Wired, y Sherry Turkle, investigadora del MIT, entre otros, debatieron sobre lo que entonces se conocía como "redes telemáticas". No existía la www, tal como la conocemos, pero ellos previeron su desarrollo. Kelly reflexiona ahora, irónico: "Siempre me impresionó Art Futura en el sentido de que asumía que los científicos y los ingenieros podían -pueden- hacer arte tan bien como los artistas. Art Futura se dio cuenta de ello y lo celebró". Aquel festival echó el resto con el espectáculo El palacio de la memoria, con textos de Gibson y música de Peter Gabriel.

La cibercultura fue el tema de 1994 y la asistencia fue multitudinaria. Una conferencia de Mark Dippe, entonces director creativo de ILM, convocó a más de mil personas que se acercaron al Centro Cultural de la Villa a escucharle. Otro, en este caso minoritario pero no menos importante, fue el primer encuentro nacional de hackers, paralelo al festival y al que asistió el mismísimo Wau Holland, del Chaos Computer Club. Para que no faltara nada, Art Futura lanzó su propio manifiesto: "La cibercultura está entre nosotros. Sus simpatizantes son los primeros nómadas del ciberespacio. Su eslogan: La información debe ser libre".

Gabriel González, ex miembro del grupo dijo el monje, participó con su obra, dijo, diré, dirá. Lo vivió así: "Tenía 21 años y lo recuerdo como un maravilloso sueño que cambió mi vida para siempre. Mi obra se instaló al lado de la de Bill Viola. Art Futura siempre es sinónimo de 'estar donde están pasando las cosas' y de participar en una comunidad que no conoce fronteras".

Dos ediciones en el Círculo de Bellas Artes (CBA) cierran el periplo madrileño con muestras espectaculares, como la de Chico MacMurtrie o la de David Byrne. Más de sesenta robots y knowbots de todos los tamaños se despliegan en el Salón de Baile, con nombres como El trepador de cuerdas, La máquina constructora de montañas o el Super Perro Mono campan a sus anchas. En 1997, David Byrne, vestido de azul eléctrico, explica su exposición, Stairway to Heaven, que consta de 12 inmensas cajas de luz: "Son obras bonitas, desconcertantes, ambiguas y algo peligrosas, como todos los anuncios". Puro Byrne.

Si se trata de hablar de futuro, nadie más apropiado que Max More, fundador del movimiento extropiano, que persigue, nada más y nada menos, alcanzar la inmortalidad criogenizando sus cabezas para revivir en el futuro: "Me sentí gratamente sorprendido por la cálida acogida que tuvieron mis ideas sobre el transhumanismo y el ser humano como lienzo creativo. Ahora, está claro que un número cada vez mayor de artistas recogen el concepto de ciborgización", comenta.

Art Futura, de vocación nómada, como el Zeitgeist que nos está tocando vivir, se trasladó a Sevilla. Como no podía ser menos, se aborda el lado humanizado de las máquinas, dotadas de un componente no racional, el kansei. La última frontera entre el hombre y la máquina pasa por diseñar interfaces capaces de percibir el estado de ánimo de los usuarios. La segunda piel, lema del año 1998 tiene nombre y apellidos, Eduardo Kac, artista transgénico, premiado con el Golden Nika del más prestigioso festival del género, Ars Electrónica (Linz, Austria): "En mi arte biotelemático, la biología y el arte en red ya no están co-presentes, pero se unen para producir un híbrido. Enigma es un 'plantimal', una nueva forma de vida que he creado, y Edunia, una flor genéticamente modificada, que es un híbrido de mí mismo y Petunia". El ADN del propio artista se expresa en las venas rojas.

El año siguiente, Moebius, el gran creador francés, destacó su participación en el proyecto El garaje hermético, de Metreón, un centro de entretenimiento y ocio recién inaugurado entonces en San Francisco. Las reflexiones de Max More y Eduardo Kac se prolongan en la última edición sevillana: Internet como cyborg. Una reflexión: Internet sería la extensión más poderosa de nuestros pensamientos, metáfora perfecta del cyborg.

El año 2001 fue simbólico para retornar al origen con la apuesta de El arte colectivo. Desde el universo de los videojuegos en red hasta la nueva economía de la información practicada por las redes peer-to-peer. Destaca la presencia del colectivo de diseñadores Tomato y la exposición de arte colectivo online, organizada por Roberta Bosco y Stefano Caldana, Digital Jam.

Con La pintura estirada, en 2003, Art Futura se reinventa y bate su récord de invitados a conferencias y debates. Y hay muchas dudas: ¿arte contemporáneo, digital o diseño?, ¿originales o copias?, ¿museos virtuales? ¿Palabras pintadas, sentimiento o gadgets? Los invitados aplauden el esfuerzo del festival. Es el caso de Sherry Turkle, investigadora y autora de La Vida en la pantalla, un texto imprescindible: "Las dos visitas a Art Futura influenciaron la forma de mi trabajo. En los noventa me ayudó para los placeres y peligros de la virtualidad, su vértigo. En mi última visita me preocupaba más la fuerza de los objetos, tanto visuales como físicos, con su significado, sus esperanzas, sus propias historias".

Seguramente, el novelista Bruce Sterling suscribiría estas palabras, pero él va más allá: "En mil años seremos máquinas o dioses, si alcanzamos nuestro estadio superior y holístico".

Y así llegamos a Máquinas y almas. Es el título de la última exposición organizada por Art Futura. Se estrenó en el Reina Sofía y después se presentó en la sede del festival (Barcelona, 2008). Máquinas y almas alude a una nueva generación de creadores que en el siglo XXI combinan arte, tecnología y misterio, emoción y belleza: Montxo Algora asegura parafraseando a Einstein: "La experiencia más grandiosa es el misterio. Es la emoción fundamental que yace en la cuna del arte auténtico y de la ciencia auténtica". El arte digital tiene alma.

Los protagonistas recurrieron al software art, a la robótica o a la biotecnología, para plantear cuestiones como la intimidad y el control de lo tecnológico en la sociedad en red y para replicar artísticamente los mecanismos de la vida y la inteligencia. Algunos blogueros no escatiman elogios: "El regreso del deleite al arte" (My Sweet). O: "Este arte nos hace pensar en el ingenio humano, en su inteligencia, en el desarrollo tecnológico, pero estas máquinas también nos hacen sonreír, nos dan miedo, nos hacen creer en animales mitológicos con vida propia. Es decir, despiertan nuestra imaginación" (Art Blogspot).

Montxo Algora, artista, diseñador y fundador de Art Futura, hace su propio balance: "Fue hace veinte años y nuestro mundo ha cambiado. Vivimos en lo que alguien ha llamado, tiempos exponenciales. Cada mes hay treinta y un mil millones de búsquedas en Google. Cada día intercambiamos más de seis mil millones de mensajes de texto. El número de usuarios de Internet supera los 1.668 millones. Si Facebook fuera un país, sus 300 millones de usuarios le convertirían en el tercer país más poblado de la Tierra".

En la vigésima edición que se celebra en Barcelona a partir del próximo jueves, Art Futura abordará el tema De la realidad virtual a las redes sociales. Tal vez uno de los mayores logros del festival ha sido demostrar no sólo que la tecnología es imprescindible para acercarse al arte de nuestro tiempo, sino para humanizarla, hacerla cada vez más amistosa, más cercana. Anticiparse, lanzar propuestas, provocar dudas y suscitar interrogantes entre sus seguidores, y ése es, sin duda, el camino a seguir ¿Acaso hay otro? -

Sterlac, con su brazo robótico (1993)
Sterlac, con su brazo robótico (1993)
William Gibson, Rebecca Allen, Timothy Leary, Montxo Algora durante la rueda de prensa de 1990, en la que se presentó la primera edición del festival (Art Futura).
William Gibson, Rebecca Allen, Timothy Leary, Montxo Algora durante la rueda de prensa de 1990, en la que se presentó la primera edición del festival (Art Futura).

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