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Crítica:László Moholy-Nagy | ARTE / Exposiciones
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La luz como material artístico

Las vanguardias artísticas de hace cien años atacaron con violencia los principios en los que se asentaban la composición, la forma, el color, la imagen..., pero se atrincheraron en los géneros heredados, manteniendo la diferenciación entre pintura, poesía, escultura o arquitectura. La fama que alcanzó la Bauhaus, una escuela de "artes aplicadas", se basó en la enorme capacidad de experimentación que supieron desarrollar algunos de sus "maestros de taller", como Wassily Kandinsky, Oskar Schlemmer, Paul Klee, Mies van der Rohe o László Moholy-Nagy (Borsod, Hungría, 1895- Chicago, 1946), por mencionar solo a algunos. Este último incorporó en el taller de metalurgia, que él impartía, la luz, una materia insustancial que no pertenecía expresamente al mundo de la pintura, la escultura o la arquitectura, que era más propia de la fotografía y del cine cuando aún existían dudas sobre las cualidades "artísticas" de estos medios expresivos.

László Moholy-Nagy

El arte de la luz

Círculo de Bellas Artes

Alcalá, 42. Madrid

Hasta el 29 de agosto

Personaje con una sólida formación intelectual, ensayista y pedagogo, Moholy-Nagy se preocupó más que por las artes por el desarrollo integral del hombre, por la utopía de la formación de un hombre nuevo dotado de una "nueva visión". Ese hombre, capaz de construir un mundo con la ayuda de la técnica, se apoyaba en la naciente cultura industrial promovida por la Werkebund, en la que se había abolido la imagen romántica del artista genial para dar paso al protagonismo del trabajador y del técnico que dominan la materia y la forma. No en vano Moholy-Nagy tuvo a su cargo el taller de metalurgia de la Bauhaus desde el que experimentó además de con metales con los nuevos materiales que la industria empezaba a producir y que permitían manipulaciones y tratamientos novedosos.

Precisamente construyendo con chapas y varillas de metal una escultura móvil, que giraba lentamente bajo la iluminación de unos focos, que proyectaban luces y arrojaban sombras y reflejos cambiantes sobre las paredes, toma conciencia del valor que posee la luz como material que se puede modelar, elongar y retraer. La luz y las sombras serán en su trabajo un tema recurrente que excede sus aportaciones como fotógrafo, cineasta y escenógrafo. En los primeros años veinte, partiendo de presupuestos estéticos del constructivismo, trabajó sobre la idea de la desjerarquización de las artes, aplicando sus técnicas compositivas como pintor al mundo de la fotografía y empezando a proyectar luces y a crear sombras directamente sobre el papel emulsionado, de esta manera, consiguió fotografías sin cámara que son interesantes e inesperadas huellas visuales de objetos materiales y de formas abstractas.

Su trabajo como fotógrafo, experimentando con los ángulos de enfoque, el encuadre, la luminosidad, las texturas, las dobles exposiciones, los cambios de escala, se complementa con su trabajo analítico como pintor y constructor de collages, siempre plenos de vida y no exentos de humor, como se puede comprobar en la espléndida y completa exposición que se muestra en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, encuadrada en el programa de PhotoEspaña.

<i>Chicago</i> (1940), de László Moholy-Nagy.
Chicago (1940), de László Moholy-Nagy.

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