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Tentaciones
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Entrevista:EN PORTADA

La maldición del chico más 'cool'

El primer billete de cien dólares que me dio P Diddy creo que me duró 14 años", recuerda el londinense Mark Ronson en un hotel barcelonés horas antes de pinchar en el Razz Club. Se encontraba aquella noche Ronson poniendo discos en Nueva York y el rapero millonario, impresionado con su set, le dio un billete en el que había escrito su número de teléfono. El inglés lo enmarcó en su casa. Y ahí estuvo hasta que una noche se moría de hambre. No tenía efectivo. Abrió el marco, cogió la pasta y bajó a comprarse una pizza. "Un tiempo después me encontré a Diddy y le conté la historia", recuerda el hombre que produjo el Back to black de Amy Winehouse. En el tiempo que pasó entre el primer encuentro y el segundo, Ronson se había convertido en la estrella global que es hoy. Productor reputado que ha trabajado con Kaiser Chiefs, Duran Duran o Lily Allen, además de exitoso músico, mascota de la vida social neoyorquina y hombre mejor vestido del planeta, según la revista GQ. "Diddy me dio otro billete y me pidió que no lo perdiera. Al cabo de unos días, me encontré en el aeropuerto JFK de Nueva York muerto de hambre. Abrí la cartera y solo tenía el billete de Diddy. Me lo volví a gastar en comida". Ronson, que en septiembre cumplirá 36 años, narra la anécdota con la calma con la que solo sería capaz alguien que ha pinchado en la boda de Tom Cruise y Katie Holmes, que tiene una hermana que a veces se acuesta con Lindsay Lohan (la dj Samantha Ronson), que retrasó la salida de su último disco (Record collection) porque le hacía ilusión que su amigo Jay Z lo escuchara antes que nadie y que ganó un Brit Award al mejor solista con un álbum de versiones (Version).

"Como productor soy un buen psicólogo, más que manejar el aspecto técnico"

"Con 32 años estuve a punto de dejarlo. Simplemente, empecé a pensar que no era bueno y que mi techo en el mundo de la música era componer jingles para anuncios o pinchar en fiestas", recuerda Ronson con respecto a la sensación de fracaso que se adueñó de él tras el fallido Here comes the fuzz. Había compuesto para anuncios de Tommy Hilfiger y era regular de la cabina de Suede, el club de Justin Timberlake. Las frases que se referían a él parecían diálogos sacados de Gossip girl. Muchos pensarían que estaba en la cima, pero este hijo de escritora y hombre de negocios, popular entre las madres de sus compañeros de escuela en Nueva York por ser el único amigo de sus hijos que empezaba las frases con un por favor y las terminaba con un gracias, y además lo hacía con un extraño y transatlántico acento, quería más. "Soy dj desde los 18 años y pinchar fue por lo que me conocieron. Me hice un nombre, así que cuando triunfé con Version y mi sello me dijo que debería salir de gira, me di cuenta de lo divertido que es estar en el escenario con seis o siete personas. Entendí entonces por qué estaba tan frustrado con la falta de éxito de mis discos. Quería salir de la maldita cabina y no podía. Pinchar es solitario y, aunque parezca un poco una idiotez, sientes que todo el mundo está pendiente de ti. No soy una persona extrovertida. Lo paso mal en esas situaciones. No me siento cómodo. Bajo la cabeza y hago ver que estoy haciendo cosas, buscando temas o ajustando la mesa de mezclas, cuando en verdad no hago nada".

Es mucha la gente que aún piensa que Ronson no hace nada; simplemente, se aprovecha de tener la mejor agenda de contactos de la industria musical. Así, fue solo cuando decidió aceptar finalmente quién era y por qué le querían y tiró de agenda, abandonó momentáneamente la idea de escribir material original y capitalizó su buena genética que alcanzó el éxito con un disco propio, el consabido Version. Pero Ronson es un eterno insatisfecho. "Los puristas me odiaban. Incluso recibí amenazas de muerte por parte del club de fans de Morrissey", recuerda el inglés. Su disco contenía un cover de Stop me (If you think that you've heard this one before), de The Smiths, se había convertido en el primer tipo al que se le permitía remezclar un tema de Bob Dylan y su producción para el segundo disco de Amy Winehouse sugería que incluso empezaba a existir un sonido Ronson. Sin quererlo, había arrancado él solito el revival soul y además empezaba a aparecer regularmente en la portada de las revistas, ya fuera colgado del brazo de novias trofeo, como Daisy Lowe, o de amigos vip, como Mick Jagger o David Bowie. Iba a las mismas fiestas de siempre. La única diferencia es que ahora las cámaras lo buscaban. Su vida parecía una novela de Bret Easton Ellis. "Fue muy frustrante. No tanto por los palos que me dieron, sobre todo en Inglaterra, donde me veían como un intruso y les molestaba hasta mi acento, sino porque yo jamás pertenecí al mundo de las celebridades... Bueno, sí, pero era un secundario. No me sentía cómodo de estrella".

Hoy Mark Ronson siente que, finalmente, ha encontrado su lugar en el mundo. Tras varias peleas con Amy Winehouse y Lily Allen, el inglés descubrió que se sentía más a gusto en el papel de Rick Rubin fotogénico que en el de Andy Warhol con trompetas. Produjo discos de gente con la que le apetecía tomarse una cerveza (Black Lips, Kaiser Chiefs, The Rumble Strips), de novias que no iban a venderle por una portada (The Like) o incluso de héroes de su infancia (Duran Duran). "Era muy fan de Duran Duran y me encantó hacer el disco. Quería que sonaran como son ellos. Hay tantas bandas nuevas que los aman y que los consideran una influencia. Buscaba que volviera esa banda que ha sido tan importante. Me di cuenta de que como productor soy un buen psicólogo. Hago creer a la gente en sus puntos fuertes, más que manejar el aspecto técnico del estudio. En un diván sería un fracaso, pero en un estudio funciono", recuerda al respecto de su trabajo en All you need is love, del cual sacó las conclusiones para lo que sería Record collection, su álbum pos-Version, el disco con el que emprendería su reinvención definitiva. Ya no sustituía la falta de talento con buen gusto. "Al principio, ver en algunos sitios escrito aquello del sonido Ronson me hizo gracia. Luego empecé a ver que esa idea me convertía en un tipo predecible. Quería progresar, mejorar, cambiar, pero no soy Radiohead. Me gusta lo que me gusta. Propongo cambios, no un progreso continuo. Muchos de los que amaban Version odian Record collection y viceversa".

Con esta idea, saltó de los sesenta a los ochenta, abandonó las trompetas en favor de los sintetizadores analógicos, bajó el caché de celebridad de sus colaboradores, que ahora serían estrellas underground del hip-hop (Q Tip), mitos descastados de los ochenta (Boy George) o indies (Kyle Falconer, de The View). Inclusó firmó el disco como Mark Ronson & The Business Intl. "Funciono por impulsos, algo que irrita bastante a mi sello en EE UU. Ellos creen que hay temas del disco que deberían cantar Gwen Stefani o Pink, y que entonces serían éxitos enormes. Pero si alguna de ellas debiera cantar esos temas, yo ya las hubiera llamado. Esto funciona de forma no planeada. Me encuentro a Lily Allen por la calle y le propongo que cante", apunta Ronson, negando la idea de Record collection como un disco de huida. Se trata más bien de la primera estación en el camino de vuelta. "Sé que de aquí a tres o cuatro años ya no tendré este éxito. Por eso he vuelto a aceptar pinchar. Debo prepararme para cuando todo vuelva a ir mal", advierte el hombre cuyo concepto de ir mal aún sigue distando mucho del que posee el común de los mortales. Al fin y al cabo, si controla su apetito, siempre puede llamar a P Diddy.

Mark Ronson pincha en la fiesta Ibiza Rocks: el 12 de julio, en Mallorca, y el 13 de julio, en Ibiza. El 29 de julio actúa con The Business International en Amnesia, dentro del I Want My MTV Ibiza.

<b>Mark Ronson, productor deseado y <i>dj</i></b>
Mark Ronson, productor deseado y djALEXEI HAY
<b>El flúor no engaña: Mark Ronson, dispuesto a liarla en sus visitas a Ibiza Rocks y I Want My MTV Ibiza.</b>
El flúor no engaña: Mark Ronson, dispuesto a liarla en sus visitas a Ibiza Rocks y I Want My MTV Ibiza.ALEXEI HAY

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