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Crítica:Ted Hughes: El azor en el páramo (Antología poética) / Gaudete | LIBROS / POESÍA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

En páramos de vida

Poesía. En pocos meses se cumplirán 12 años de la muerte de Ted Hughes (Yorkshire, 1930-Devon, 1998), figura medular de la poesía inglesa del siglo XX. A pesar de las agrias circunstancias de su vida -tras el suicidio de Silvia Plath, su primera mujer, nunca logró librarse de inciertas acusaciones-, su escritura es esencialmente vitalista, fascinada por la naturaleza y el mundo animal, marcada a veces por el exceso, pero de una fuerza y energía verbal difíciles de imitar. Fue un poeta prodigioso, y hoy más que nunca el genio y grandeza de sus textos resuenan con feroz actualidad. La soledad de sus poemas, muchas veces comentada, no es cierta del todo, pues a pesar de la dureza áspera de sus versos ("La sangre es el vientre de la lógica") su núcleo está en el corazón, que a modo de génesis verdadero, hace del poema principio de vida, una forma de esperanza y ternura. De ese interés renovado por su obra es buena muestra la publicación, casi simultánea, de dos libros imprescindibles.

El azor en el páramo (Antología poética)

Ted Hughes

Traducción, introducción y notas de Xoán Abeleira

Edición bilingüe

Bartleby. Madrid, 2010

419 páginas. 22 euros

Gaudete

Ted Hughes

Traducción de Juan Elías Tovar

Lumen. Barcelona, 2010

483 páginas. 21,90 euros

La antología El azor en el páramo, envidiablemente editada, anotada y traducida por Xoán Abeleira, uno de nuestros mejores traductores y conocedores de la obra de Hughes, reúne 68 poemas, uno por cada año de vida de su creador, en parte inéditos en castellano. La selección ofrece un nuevo hábitat para el paisaje poético de Hughes, pues los textos elegidos amplían la mirada hacia atrás y hacia delante, revisitando y revisando la relación orgánica y cruzada que unen sus poemas, haciendo que la visión no sea fríamente retrospectiva, sino instrumento activo de lectura. Esta colección contagia y convence al lector, aquí está la médula de un trabajo poético de una tensión lingüística y conceptual incomparables, "Como si la creación fuese una herida / Como si este flujo fuese todo un plasma sanador". Hay ausencias, no están todos los que son o hubieran podido ser, pero sin duda, sí son todos lo que están, lo que hace que este libro sea importante y necesario. La crónica silenciosa de esos páramos "Donde la piedra del cielo / Muele la luz y la sombra".

Gaudete es un largo poema épico, cuya riqueza de imágenes Juan Elías Tovar ha trasvasado al castellano con sorprendente solvencia. Una de las mayores innovaciones poéticas de su época, su lenguaje es empujado más allá de los límites, sumergiéndose en un mundo enigmático y visionario. En origen guión cinematográfico, es en parte novela y en parte poesía, un texto con diferentes modos de expresión: prosas, alucinados poemas en prosa, poemas narrativos y poemas líricos de los más densos en la obra de Hughes. Recreando mitos de iniciación y fertilidad, cuenta la historia del reverendo Lumb, abducido al "otro mundo" por "espíritus elementales", que envían a su parroquia a un doble hecho de "un tronco de roble". Este impostor seduce a las feligresas prometiendo que una dará a luz al Mesías engendrado por él. Cuando el verdadero Lumb, después de la aniquilación de su doble, vuelve transformado, compone versos de alabanza a la diosa de la naturaleza. Concebido como una sucesión escénica de imágenes, casi como una secuencia ritualizada de fotogramas, sugiere que dividir la "lealtad del corazón" entre la carne y el espíritu es dañino, igual que la esterilidad espiritual de la sociedad moderna, vacía por la separación entre el hombre y la naturaleza. Pero a pesar de todo siempre queda la realidad de la vida: "Lo que en verdad queda de mí / es justamente eso: mi ausencia". Mensajes de otro mundo en el centro de nuestro propio ser.

Ted Hughes y Silvia Plath, en 1959.
Ted Hughes y Silvia Plath, en 1959.ROLLIE MCKENNA

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