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Reportaje:EL LABERINTO ABERTZALE

Batasuna-ETA: ¿el fin de la simbiosis?

Aunque la relación entre el grupo terrorista y su rama política se encuentra en crisis, ninguna de las partes parece hoy en condiciones de disolver esa vieja asociación

No hay atajos", le ha dicho ETA a Batasuna en el peripatético vídeo difundido con carácter de "exclusiva mundial" por la BBC . No hay atajos y además la confrontación es imprescindible, le ha advertido con el propósito de que no se llame a engaño sobre el alcance del anuncio de suspensión de las acciones armadas ofensivas". El mensaje subyacente sería algo así como: "Vale, declaramos el alto el fuego para que intentéis estar en las elecciones municipales del año que viene y de paso contentamos a EA y a nuestros amigos de la mediación internacional, pero quede claro que nosotros no vemos condiciones objetivas para que el verdadero proceso de negociación pueda llevarse a cabo".

El control de la organización terrorista sobre su brazo civil se ha ido difuminando en los últimos tiempos
El comunicado difundido por ETA el domingo ha dejado deprimido al líder 'abertzale' Otegi
Batasuna tiene toda la prisa que le falta a ETA porque necesita ir a las elecciones si quiere evitar su marginación

Aunque la relación simbiótica de aprovechamiento y alimentación recíproca que ETA estableció con su criatura política civil ha hecho crisis tres décadas más tarde, ninguna de las partes quiere o puede hoy disolver esa vieja sociedad. La organización terrorista sabe que si se desconecta de la masa social, Batasuna se convertirá en un grupo residual condenado a la grapización aunque pueda seguir tirando durante un tiempo de sus jóvenes simpatizantes. Y Batasuna teme a la dolorosa división interna que se abriría en su seno, a la implosión de esa comunidad forjada en tantos años de comunión en la sangre derramada y en la invocación al sacrificio personal y colectivo en nombre de una patria ideada y sacralizada. De hecho, la disposición a cerrar el capítulo del asesinato masivo tropieza en muchos militantes batasunos con un cierto compromiso moral de no dejar en la estacada a los asesinos presos. Además, tampoco es seguro que Batasuna quiera ser un partido como los demás, liberado completamente del componente fáctico de las armas, pese a que esa perspectiva empieza a suscitar en sus filas más alivio que vértigo.

Dos voluntades diferentes han ido emergiendo en el espeso humus ideológico sectario en el que habitan cuadrillas y familias enteras sin que la reclamación de autonomía política respecto a ETA se haya plasmado hasta el momento en una vía propia. La de Batasuna es una evolución que ha ido acelerándose a medida que la ilegalización judicial, respaldada expresamente por el Tribunal de Estrasburgo, le recortaba el horizonte político y se debilitaban las ataduras estructurales internas con que ETA la mantenía embridada. Y es que el control de la organización terrorista sobre su brazo civil se ha ido difuminando en los últimos tiempos gracias al desmantelamiento de las células de doble militancia, primero KAS, luego EKIN, que mantenía incrustadas en su rama civil.

Las razones del viraje las aportaron los dirigentes de Batasuna en la ponencia Clarificando la fase política y la estrategia que preconiza la desaparición de la "lucha armada" por considerarla contraproducente para sus intereses y objetivos.

"No supimos ver que la detención de la Mesa Nacional (dirección de Batasuna) era el comienzo de una dinámica represiva dirigida a frustrar la estrategia de la izquierda abertzale. El Estado dejó de lado su esquema de respuesta habitual (combatir a la lucha armada e integrar en la legalidad las demás formas de lucha) y se ocupó de bloquear también la lucha de masas y la lucha institucional. Así, al neutralizar nuestro campo político atacaron la estrategia político militar que nos permitía aglutinar todas las luchas".

Es el reconocimiento más palmario de que el fin de la impunidad política de la que disfrutaron durante décadas les ha forzado a moverse. ¿Hasta qué punto se puede creer en la voluntad y capacidad emancipatoria de una Batasuna genéticamente concebida como prolongación y complemento político del terrorismo? ¿Cuánto pesa el miedo a la cárcel que, hoy por hoy, mantiene a la gran mayoría de la Mesa Nacional fuera del juego político, cuánto el temor a la marginación política, el hastío de asistir a la marcha incesante de jóvenes que matan, son encarcelados y arrastran a sus familias a la desolación, mientras la locomotora de la violencia sigue ciega, incontrolada, por su vía errática?

No hay un gramo de autocrítica, de reconocimiento moral de culpa, de petición de perdón a las víctimas, en las declaraciones y comunicados que tanto prodigan los jefes de Batasuna. Todavía resuenan las palabras del viejo dirigente Tasio Erkizia: "Hay más razones que nunca para la lucha armada, pero menos condiciones objetivas que nunca". ¿Qué hará Batasuna si ETA contesta con un atentado a la negativa gubernamental y judicial a legalizar a Batasuna y a aplicar medidas especiales para los presos de ETA? ¿Condenarán el atentado y romperán con la organización terrorista, como les exige el Gobierno y van vendiendo con la boca pequeña por las cuatro esquinas del país, o se plegarán nuevamente a ETA desde el habitual silencio cómplice o la meliflua condena genérica de todas las violencias?

Batasuna tiene toda la prisa que le falta a ETA; sobre todo, porque necesita participar en las elecciones municipales y forales de dentro de siete meses si quiere conjurar el peligro de la marginación. Y, por el contrario, la organización terrorista necesita reponerse de los golpes sufridos, aunque parece que ya ha dejado de lamerse las heridas y de taponar las vías por donde se produjo la hemorragia de detenciones. Puede, incluso, que se haya procurado cierta capacidad operativa antes de difundir el comunicado del "alto el fuego" y de activar con él el envite al Gobierno, a los partidos políticos y a la sociedad. Es lo que piensan los observadores policiales que registran su actividad en Francia, contabilizan el número de coches robados, los movimientos de los puntos vigilados, los casos de extorsión económica, en ascenso...

Aunque Batasuna y ETA comparten sensaciones similares de progresiva debilidad -la propia organización terrorista lo anota en sus escritos internos-, solo Batasuna parece convencida del agotamiento del ciclo en el que se ha desenvuelto hasta ahora. ETA no tiene esa disposición ni esa prisa porque, además, ha adoptado una estrategia de supervivencia y economía de acciones para frenar su persistente declive operativo. Hace tiempo que tratan de suplir sus carencias agrupando atentados en periodos cortos de tiempo para multiplicar el impacto psicológico y deshacer la impresión de que no tienen futuro. Desde que Francia entró resueltamente en la pelea y puso en marcha el reloj de arena, ganar tiempo y administrar bien los recursos para alejar en lo posible el riesgo de colapso total se ha hecho para ellos norma obligada. El poder del sello de ETA, labrado con los asesinatos y las terribles imágenes de los atentados de todas estas décadas, hace el resto. La organización terrorista ha estado un año entero inoperante por razones técnicas y, sin embargo, su sombra no ha dejado de pivotar sobre la sociedad española, sus siglas no han dejado de estar presentes en la política y los medios de comunicación.

Más aún en los tiempos que han empezado a correr, conviene no olvidar que el símbolo de ETA suma la fuerza del hacha a la astucia de la serpiente y que su lema: bietan jarrai (continuar en los dos) consagra la unión de la lucha militar y la lucha política. En abril último, la policía encontró en el despacho de la abogada Arantza Zulueta en Bilbao un texto que congeló las esperanzas de quienes creían que la organización terrorista buscaba una salida. Era el plan estratégico de la dirección de ETA para la aplicación de lo que los liberticidas de la democracia vasca llaman "Proceso Democrático". Los analistas descubrieron que la única salida que busca ETA es la salida triunfante, la que le otorgaría la obtención de la territorialidad (Navarra), la autodeterminación y la excarcelación de los presos en las mesas de negociación. "No hay atajos, ni fórmulas mágicas; solo ideas claras y confrontación", se adelantaba ya en ese escrito.

"El proceso no es un proceso de paz para que la izquierda abertzale dé el salto del ciclo armado al ciclo político", explicaba la dirección de ETA, al tiempo que advertía sobre los peligros de precipitarse en un hipotético proceso de negociación con el Gobierno. "Los costes políticos históricos de actuar con precipitación serían imperdonables" (...) "Qué mas da el mes o el año en que deba abrirse el proceso; lo que hay que decidir es qué escenario, en qué condiciones" (...) "Las prisas y precipitaciones son malas consejeras", subrayaba la organización terrorista.

ETA y Batasuna comparten plenamente el propósito de abrir el frente negociador con el Gobierno, o el Estado, como dicen últimamente, y aspiran a conseguir en las mesas de negociaciones lo que no pueden obtener por vías políticas. Quieren negociar para ganar aunque las diferencias en la percepción de las prisas y urgencias tampoco son inocuas, ni inocentes, porque la premura en buscar una solución invita al pragmatismo y conlleva la huida de los maximalismos megalómanos que la organización terrorista cultiva en su delirio.

El texto intervenido a ETA en abril, fechado en agosto del pasado año, cobra ahora interés puesto que incluye un análisis de las condiciones fijadas para la apertura del proceso negociador y todo un programa de acuerdos parciales escalonados que deben conducirles al triunfo. En el escrito, ETA comunica puertas adentro que no declarará un "alto el fuego" -expresión que, efectivamente, no aparece como tal en el comunicado difundido el domingo pasado-, ni nada susceptible de ser interpretado como anuncio del abandono de la "lucha armada", hasta haber alcanzado el nivel de lo que denomina el "Acuerdo Político Amplio". En su esquema, ese acuerdo debería darse en la tercera de las seis fases en las que dividen el proceso de negociación, la que corresponde al pacto para la eventual unificación de Navarra y el País Vasco, la excarcelación de los presos, el regreso a Euskadi de los activistas huidos y la retirada de los policías a sus cuarteles.

Pese a que el comunicado del domingo dista bastante del "alto el fuego verificable por agentes internacionales" que pedían los líderes de Batasuna -el interno de la prisión de Logroño Arnaldo Otegi se muestra estos días deprimido, según fuentes penitenciarias-, la formación política está decidida a tirar adelante con lo que le han puesto en las manos. "¿Hay alguien que pueda creer que una organización armada con medio siglo de historia que ha sentado a varios Gobiernos en la mesa de negociación va a anunciar su disolución de la noche a la mañana, sin ni siquiera hablar de sus presos y represaliados?", se interrogaba con simulada candidez el martes uno de los editorialistas del diario Gara. El problema está en el propósito de ETA de trastocar su derrota policial en victoria política, en su intención de dirigir y tutelar un proceso en el que, según afirma, la paz no llegará hasta haber obtenido sus objetivos políticos. "ETA no pedirá perdón por sus acciones, solo hará un reconocimiento de las víctimas civiles derivadas de su lucha. Al Estado le pedirá el reconocimiento de las víctimas creadas por él", adelanta en su plan de negociación. Sus diferencias con Batasuna no residen, desde luego, en los escrúpulos morales o en la revisión autocrítica del pasado.

No hay confrontación entre ambos, pero sí escaramuzas y lucha de líneas. En octubre último, ETA puso a debate en Batasuna la ponencia Mugarri, que ratifica el papel pasado, presente y futuro de la lucha armada sin dejar de respaldar la alianza con EA, que según los documentos internos está destinada a "fulminar a Aralar y a desgastar al PNV". La iniciativa de ETA fue contrarrestada por Batasuna con un texto propio, precedente de la ponencia Zutik Euskalherria, que predica el arrinconamiento progresivo de la "lucha armada". El hecho de que el texto fuera aprobado por la gran mayoría de los 7.000 militantes prueba hasta qué punto el hastío ante la violencia se ha adentrado también en el campo de la rama política de ETA.

Todas las organizaciones de la llamada izquierda abertzale asumieron entonces la ponencia, excepto los jóvenes de Segi que se apuntaron a la tesis de ETA y no acudieron a los actos de presentación de Zutik Euskalherria. El boletín interno de Batasuna de 26 de abril de 2010 dio cuenta de esa ausencia en términos discretos y conciliadores. "La foto (del acto realizado en Pamplona) reflejaba un extenso abanico de militantes de izquierda abertzale, pero la unidad popular debe hacer autocrítica en torno a la falta de un mayor peso de la juventud en la misma". La reactivación de la kale borroka, banco de pruebas en el que se foguean los jóvenes de Segi llamados a integrarse en ETA, parece mostrar que la organización terrorista conserva la adhesión de la organización juvenil, un objetivo vital para ella porque la distancia que Batasuna ha establecido respecto a la violencia podría enfriar los ánimos activistas adolescentes y dejarle sin repuestos en esa industria de la muerte. No por casualidad, la dirección de la organización terrorista indica que la kale borroka debe continuar a lo largo de las negociaciones porque da testimonio, dice, de "la existencia del conflicto".

No parece que a corto plazo ETA vaya a tener problemas de recluta. Después de tres décadas de hegemonía nacionalista, las encuestas muestran que el 15% de los jóvenes vascos comprenden o justifican el terrorismo, pese a que la gran mayoría del cuerpo electoral de Batasuna se manifiesta partidario de poner fin a la violencia. Decenas de militantes de Batasuna, buena parte de ellos cargos electos o sindicalistas, alternan regularmente sus apariciones públicas con el propósito de dar una imagen coral y diluir la posible responsabilidad penal. Pero el golpe de audacia que supuso la presentación y aprobación en ese mundo de la tesis que juzga a la violencia contraproducente es obra de veteranos curtidos en mil batallas y difícilmente impresionables por los jóvenes surgidos de la kale borroka situados en la cúpula de ETA.

El abogado Iñigo Iruin (San Sebastián, 1953) es un fino penalista que ha participado en prácticamente todas las negociaciones con los Gobiernos, empezando con la de Argel (1989) donde también estuvo Rafael Díez Usabiaga (Lasarte, 1956), secretario general del sindicato LAB desde 1996 a 2004. Arnaldo Otegui (Elgoibar, 1958) formó parte de ETA y pasó por la cárcel antes de convertirse en líder natural de Batasuna. Ellos son los que tienen prisa, los destinatarios, por tanto, de la reconvención etarra: "No hay atajos". Cada uno en su estilo, los tres poseen un talento natural para la persuasión y el marketing, y habilidad probada para vender y revender en las redacciones, las sedes de los partidos, las audiencias y los foros internacionales la piel del tigre con el que están asociados. Les queda por demostrar, y es la clave, capacidad, voluntad y valor para conseguir que la fiera desaparezca.

Imagen capturada del vídeo enviado a la cadena BBC y al diario Gara por la organización terrorista ETA, el pasado 5 de septiembre, en el que se anuncia un alto el fuego.
Imagen capturada del vídeo enviado a la cadena BBC y al diario Gara por la organización terrorista ETA, el pasado 5 de septiembre, en el que se anuncia un alto el fuego.EFE
Arnaldo Otegui, a la izquierda y Rafael Díaz Usabiaga, a la derecha, líderes de la ilegalizada Batasuna y del sindicato LAB, durante un acto en Durango, el 3 de junio de 2006.
Arnaldo Otegui, a la izquierda y Rafael Díaz Usabiaga, a la derecha, líderes de la ilegalizada Batasuna y del sindicato LAB, durante un acto en Durango, el 3 de junio de 2006.Santos Cirilo
Un joven  lanza una piedra contra la <i>Ertzaintza</i> en  Bilbao, el 21 de agosto de 2009.
Un joven lanza una piedra contra la Ertzaintza en Bilbao, el 21 de agosto de 2009.Luis Alberto García
Rufino Etxeberría (tercero por la izquierda), Marian Beitialarrangoitia, alcaldesa de Hernani (centro de la mesa, frente a los micrófonos) y Txelui Moreno (a su lado, con gafas), durante una rueda de prensa de la izquierda <b><i>abertzale </b></i>en Bilbao sobre el último comunicado de ETA.
Rufino Etxeberría (tercero por la izquierda), Marian Beitialarrangoitia, alcaldesa de Hernani (centro de la mesa, frente a los micrófonos) y Txelui Moreno (a su lado, con gafas), durante una rueda de prensa de la izquierda abertzale en Bilbao sobre el último comunicado de ETA.Santos Cirilo
En este vídeo que ETA ha enviado a la BBC y que ha confirmado después el diario <i>Gara,</i> la banda anuncia que "no llevará a cabo acciones armadas". ETA asegura  que "tomó la decisión hace meses" para "poner en marcha un proceso democrático". ETA no precisa si el alto el fuego es temporal o permanente. <a href="http://www.elpais.com/especial/eta/" target="_blank">Especial: ETA anuncia un alto el fuego</a>Vídeo: AGENCIA ATLAS

El PP sería el nuevo interlocutor a ojos de ETA

El PSOE, Zapatero y el presidente del PSE, Jesús Eguiguren, han dejado de interesarles como interlocutores de una eventual negociación porque las miras más largas están ya puestas en el PP, aunque se plantean entablar relaciones con las "sucursales de los partidos españoles" y pedirle a Eguiguren que les remita por escrito propuestas ante un hipotético acuerdo político, según el texto etarra encontrado por la policía en abril.

"ETA no cree que haya que apostar por llevar a cabo un proceso con el PSOE, dada su situación de debilidad. Nadie cree que ZP ganará otra legislatura". (...) "De cara a España, hay que intentar abrir el hilo con el PP", escriben, tras subrayar la importancia de que el partido gobernante en España asegure que todos los poderes del Estado, la justicia incluida, asumirán el proceso de negociación y renunciarán a actuar por su cuenta. Por fantástico que parezca, las mentes calenturientas de ETA contemplan eso y mucho más, incluida una proclamación de victoria por su parte y la pretensión de que las organizaciones internacionales u otras fuentes les financien con cuatro millones de euros anuales para que no tengan que seguir recurriendo al "impuesto revolucionario". Hasta entonces, la consigna, que está siendo aplicada diligentemente, a juzgar por las nuevas oleadas de cartas de extorsión, es cebarse en los empresarios y "llenar el cerdito". Pero, más allá del fanatismo y de las ensoñaciones, el escrito en cuestión constituye un ejercicio de análisis político tan detallado que interpela fuertemente a los expertos policiales sobre la identidad de su autor o autores.

¿Hay un jefe tapado de ETA?

Pese a que la sospecha se ha mantenido siempre en la nebulosa de las deducciones y no hay prueba alguna que la acredite, algunos estudiosos del problema de ETA creen en la existencia de un jefe tapado, situado fuera de las estructuras convencionales de dirección, que vive muy de cerca la política vasca. Están convencidos de que determinados análisis de la dirección de ETA no son atribuibles a los sucesivos jefes del aparato político, los Mikel Antza, López Peña Thierry, David Pla, etcétera, que han ido cayendo en los últimos años, sino a una cabeza pensante que marca la estrategia política y maneja la memoria, no solo documental, de la organización terrorista. Sus escritos se caracterizan por una notable carga didáctica y la frialdad expositiva, ajena por completo a toda exuberancia discursiva juvenil. No hay pistas, pero se persiga o no a un fantasma, la búsqueda se centra en antiguos presos instalados en el sur de Francia, aunque también podría ser un analista vocacional instalado en el anonimato que dispone de una fórmula segura de conexión con la dirección de ETA. Lo que es seguro es que en estos tiempos en que ningún dirigente terrorista dura lo suficiente como para imponer y asentar una estrategia, hay alguien que dirige el timón de la organización terrorista. No hay enfrentamiento entre los brazos armado y político, y Batasuna está muy lejos de pedir a ETA que abandone las armas de forma unilateral y sin condiciones.

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