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Tradición y ruptura

Israel Galván vuelve al Festival de Cante de Las Minas con su 'Edad de oro'. José Mercé le sigue con un recital de cante clásico

Tradición y ruptura. El baile de Israel Galván siempre oscila entre esos dos elementos. Él se define como bailaor flamenco: ni contemporáneo, ni vanguardista, ni nada. Baila como le sale. Anoche en el Festival Internacional de Cante de Las Minas volvió a demostrarlo. Presentó un espectáculo con el que ya había estado en este escenario, La edad de oro, sobre el transcurso del tiempo y el homenaje al pasado, revisado para la ocasión.

La edad de oro, según explica el propio bailaor, es su campo de pruebas, el espectáculo en el que permanentemente sustituye elementos por otros que nacen de sus investigaciones, de sus estudios. "La edad de oro es mi repertorio, la forma que tengo de bailar yo flamenco a secas, sin un concepto", explicaba horas antes de subir al escenario. Describir lo que hizo en La Unión es complicado, porque no hay otro elemento para comparar más allá del propio baile de Galván, que nace de la tradición más absoluta pero que, pasado por su especial tamiz, adquiere un carácter revolucionario, aunque no tenga esa intención.

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Perfiles, brazos al viento, posturas imposibles, zapateados eléctricos y sobre todo, baile fragmentado. Da lo mismo que sea una seguiriya que unos tientos, tangos o alegrías, la visión de Galván es diferente y los cantes son interrumpidos, los elementos de baile colocados en un orden diferente, el baile secundario frente a los músicos. Arropado por los hermanos Lagos, David al cante y Alfredo a la guitarra, que son, a su manera muy personal, la esencia del flamenco de Jerez, Galván desmontó la soleá para pasarla por la bulería, hacerla soleá por bulería, alternando el protagonismo con los músicos, de tacón preciso, de movimiento cargado de electricidad.

Una electricidad que nace, en 2005, de la rabia con la que creó este espectáculo, su rebeldía contra la incomprensión ajena. "Este espectáculo nació un poco del rencor. En el Festival de Jerez queríamos hacer otro montaje, y dijeron que no, que en el Teatro Villamarta no, que había una sala pequeña para cosas experimentales", explicaba ayer el bailaor. "Me dio coraje que se me encasillara como vanguardista, porque yo hago las cosas como me vienen, sin etiquetas. Y dije: mira, vamos a hacer una cosa que va a ser rara, en cierto modo, pero a la vez jonda".

Es la cuarta vez que actúa en La Unión (ganó el premio de baile del concurso, el Desplante, en 1996) y poco a poco se gana el favor del público local. Desde el patio de butacas se escucharon piropos y aplausos, aunque muchos, probablemente, sigan sin comprender qué es lo que están viendo.

La fórmula Mercé

Una hora y media después de que Galván saliera a escena llegó el turno a José Mercé, segundo recital de la noche. El jerezano acudió a La Unión acompañado de su inseparable Moraíto, con el que se entiende a la perfección, tanto que a veces parece que no necesitan oírse el uno al otro para saber por dónde van. Mercé tiene una larga trayectoria en el flamenco a sus espaldas, y sabe cómo meterse al público en el bolsillo casi sin abrir la boca. Anoche lo volvió a demostrar.

Hizo un repertorio clásico, el repertorio Mercé: malagueñas, soleares, seguiriyas, alegrías y bulerías. Todos los cantes los hace este cantaor de libro, tal y como deben aparecer en los métodos de cante flamenco jerezano. El público estaba entregado y le ovacionaba tras cada intervención. Cuando además hizo una letra por bulerías relativas a las minas, el antiguo mercado de La Unión casi se viene abajo con la ovación.

Mercé no quiso entretenerse: despachó su recital en una hora escasa. Al finalizar ofreció una propina: unas bulerías de pie, sin micrófonos, seguidas de unos fandangos. Y ante la insistencia de un público que le pedía más hizo dos de los temas que más trascendencia pública han tenido en los últimos años: Al alba, de Luis Eduardo Aute, y Aire, del disco que editó en 2000 junto a Isidro Muñoz.

Israel Galván en el Festival de Las Minas (Murcia).
Israel Galván en el Festival de Las Minas (Murcia).PEDRO VALEROS

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