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Reportaje:

Epilepsia de película

El cine perpetúa los viejos tópicos y supersticiones sobre una enfermedad que padecen 300.000 españoles

La imagen social de la epilepsia no ha cambiado. Decenios de pensamiento científico y racionalismo no han erradicado la superstición asociada a este trastorno neurológico visto, en muchos casos, como un síntoma de locura. No es extraño que sea así, pues el cine, uno de los principales referentes culturales de la sociedad actual, se empeña en perpetuar una visión engañosa basada en los viejos tópicos sobre una enfermedad que padecen más de 300.000 españoles.

A esta conclusión llega un estudio publicado este mes en la revista The Lancet Neurology en el que se analiza la imagen que ofrecen de la epilepsia 62 películas producidas entre 1929 y 2003. "Con esta revisión hemos encontrado en el cine ejemplos de todas las creencias antiguas sobre la epilepsia: posesión divina o demoníaca, genialidad, locura y delincuencia, entre otros", explica Sallie Baxendale, autora del estudio y miembro del departamento de Psicología del Hospital Nacional de Neurología y Neurocirugía de Londres.

Los personajes masculinos pueden ser héroes o villanos según la causa de la epilepsia

Pero la epilepsia tiene muy poco que ver con todos esos tópicos. Se trata, en realidad, de una afección crónica caracterizada por crisis recurrentes debidas a una descarga excesiva en las neuronas. "Las crisis epilépticas pueden aparecer como consecuencia de cualquier lesión que se produzca en el cerebro, como traumatismos severos en la cabeza, tumores o infartos cerebrales. Otras veces las crisis tienen una causa genética o bien son de origen congénito. Pero también existen epilepsias de las que se desconoce la causa", explica Santiago Arroyo, del servicio de neurología del hospital Clínico de Barcelona.

Sin embargo, el cine suele preferir otras causas más alejadas de la realidad. En la mayoría de las películas analizadas por el estudio, el ataque epiléptico lo desencadena una situación estresante, como ocurre en Otelo (1965) cuando el protagonista sufre una crisis durante un ataque de celos o cuando en Black Hawk derribado (2001) un soldado norteamericano padece un ataque en el transcurso de una misión militar en Somalia. En otras ocasiones, el episodio epiléptico se asocia a impulsos violentos en los que el protagonista, mayoritariamente masculino, pierde el control y ataca o mata a otros personajes (El impostor, 1997).

En el caso de las protagonistas femeninas es más habitual vincular la enfermedad neurológica a la excitación sexual. "La pérdida de control asociada a la epilepsia se liga con el abandono sexual en algunas películas", según la autora del estudio. Algo así ocurre en la película Novecento (1976) cuando una prostituta sufre un ataque mientras yace entre los cuerpos desnudos de los actores Robert de Niro y Gérard Depardieu.

Aunque en la mayoría de las películas analizadas la epilepsia tiene una causa desconocida, el trastorno se presenta asociado a otras patologías con las que no tiene nada que ver, como la dificultad de aprendizaje, el alcoholismo, la psicosis, la delincuencia, la ceguera, la sordera, la esquizofrenia y las enfermedades psiquiátricas. "Muy a menudo la gente cree que la epilepsia es un trastorno psiquiátrico, que las personas que la padecen están locas, y supongo que el cine habrá tenido algo que ver en eso", explica Marta Sauri, presidenta de la Asociación de Lucha Contra la Epilepsia.

Mientras que las protagonistas epilépticas de las películas estudiadas suelen presentarse únicamente como personas vulnerables, los personajes masculinos pueden ser héroes o villanos dependiendo de la causa de su enfermedad. "Un asunto llamativo y común en todos estos filmes es que los personajes masculinos con epilepsia postraumática son retratados como héroes, en contraste con los que padecen una epilepsia de causa desconocida".

Mientras que los primeros consiguen conducir la trama hasta un final feliz gracias a sus hazañas y a pesar de su enfermedad (El coleccionista de huesos, 1999), los segundos sufren los ataques como uno más de los impulsos violentos que determinan su vida criminal (El impostor, 1997). No obstante, la epilepsia postraumática está sobrerrepresentada en el cine, ya que su prevalencia es del 3% y aparece en el 10% de las películas.

Aunque la ocultación de la epilepsia ha sido un tema recurrente en el cine durante todo el siglo XX, la reciente aparición de las películas para televisión ha conseguido que se trate la enfermedad de manera más franca y realista. Sin embargo, la autora del estudio no es del todo optimista. "A pesar de que hemos pasado de la ocultación de la enfermedad a su tratamiento sin reservas, no se puede decir que haya habido una progresión similar en los estereotipos asociados al trastorno", explica Sallie Baxendale. "Las películas han presentado a personajes crueles con epilepsia durante décadas y tanto las más antiguas como las más recientes exploran ideas sobrenaturales de espiritualidad asociada con la epilepsia", añade.

Así pues, no es de extrañar que en 1998 se reunieran más de 100 expertos y responsables gubernamentales de Europa y firmaran la Declaración Europea sobre Epilepsia, en la que decían cosas como: "La epilepsia es una enfermedad mal entendida, lo que ha llevado al miedo, al secreto y al riesgo de penas sociales y legales. En algunos países europeos la epilepsia todavía no está reconocida como un problema cerebral y hasta el 40% de los afectados reciben un tratamiento inadecuado".

Al parecer la televisión, un medio mucho más masivo que el cine, contribuye a conservar los tópicos. "Programas como Expediente X mantienen vivas viejas supersticiones al describir los poderes sobrenaturales de personas con epilepsia", afirma Baxendale.

Secuencia de la película <i>Otelo,</i> de Oliver Parker, cuyo protagonista sufre una crisis epiléptica por celos.
Secuencia de la película Otelo, de Oliver Parker, cuyo protagonista sufre una crisis epiléptica por celos.

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