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EE UU establece las pautas para usar la medicación preventiva del VIH

Tomar dos antivirales antes de una relación de riesgo reduce un 44% el riesgo de resultar infectado

¿Qué debe hacerse si se sabe que un hombre, por los motivos que sea, va a tener una relación desprotegida con otro que puede estar infectado por el VIH? Hasta hace poco, nada. Pero un estudio publicado en el New England Journal of Medicine el 23 de noviembre del año pasado ha sido tan concluyente que el Centro de Control de Enfermedades de EE UU (CDC, el equivalente al Instituto de Salud Carlos III español por lo que tiene de organismo de referencia para las políticas sanitarias) ha establecido ya el primer protocolo para el uso de este método preventivo, que se conoce como profilaxis preexposición (PrEP), a diferencia de la postexposición, que es la que se da, por ejemplo, al personal sanitario que se pincha con una aguja con sangre de una persona infectada.

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En concreto, la guía elaborada por Dawn K. Smith pone como condiciones que se trate de una persona que no esté infectada previamente y que se confirme que está en "un riesgo continuo y considerable de adquirir el VIH". Como se trata de una guía clínica, el documento no entra a valorar cuáles pueden ser esas circunstancias.

La combinación recomendada es una pastilla de Truvada al día (un fármaco que es en verdad combinación de dos), lo que debe proteger de un 44% de las posibilidades de resultar infectado. En principio, se recomienda que se den medicamentos para 90 días, y que se haga seguimiento de VIH y otras enfermedades de transmisión sexual periódicamente.

A falta de una vacuna contra el VIH, que no va a llegar a corto plazo, la profilaxis preexposición es una de las opciones que más fuerza gana para proteger a personas en situación de riesgo que no pueden utilizar otros medios de protección, como el preservativo (personas con capacidades limitadas, que se dedican a la prostitución, que tienen riesgo de violencia en la pareja... etcétera). Esta posibilidad se conoce hace tiempo, pero tiene varios inconvenientes. El primero, que la protección es reducida (no llega al 50%); el segundo, aunque parece que cada vez importa menos, que si se empieza a tratar a alguien es posible que el virus cree resistencias; el tercero, también cada vez menos importante, los posibles efectos secundarios de estos fármacos (se pide un nivel mínimo de creatina en sangre, por ejemplo) y, por último, su precio. En España, por ejemplo, una caja de Truvada, que serviría para un mes, costaría a un hipotético comprador 502,99 euros. Y ni aún estando dispuesto a pagarlo lo podría conseguir, ya que el medicamento es solo de dispensación hospitalaria, y no se vende en farmacias.

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