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EDUCACIÓN

Barricada de niños en Extremadura

Los padres de 14 pueblos se enfrentan a la Junta impidiendo a sus hijos viajar al instituto

La famosa frase "lo hago por tu bien" está en boca de todos. La pronuncian los políticos y por supuesto los padres, pero hay dudas de que el "bien" de más de 4.000 niños de 14 pueblos extremeños sea estar a la cabeza de las manifestaciones, gritando pareados bastante malos -"¡¡si esto no se apaña, caña, caña, caña!!"- y perdiéndose las clases un día tras otro. ¿Hasta cuando?: "Hasta que se solucione el conflicto". ¿Y no sería mejor seguir negociando mientras los chavales aprenden en la escuela?: "Es que los niños son nuestra única arma". Quien así de sincero responde es Francisco Zahíno, portavoz de la coordinadora No al Traslado de los Niños. A un lado del conflicto están los padres, más dispuestos a que sus hijos de 12 años se queden en casa que a montarlos cada mañana en un autobús con destino a un instituto cercano. De la otra parte, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, el presidente de la Junta de Extremadura, quien asegura: "No vamos a dar marcha atrás. Si los niños no van a clase será un problema de la sociedad extremeña, que se está jugando su futuro. Los niños deben educarse en condiciones de igualdad y calidad". En la guerra que sostienen desde hace 15 días sus padres con los políticos, los alumnos apenas pueden desempeñar otro papel que el de barricada: "¡¡Si esto no se arregla, guerra, guerra, guerra!!", cantaban fuerte el jueves en Mérida para que nadie se quedara sin oírlos.Este conflicto empezó a larvarse en 1996. Aquel año, y según la Logse, los niños de primer ciclo de la ESO -entre 12 y 14 años- tenían que abandonar los colegios y pasar a los institutos. Aquella medida, que buscaba una enseñanza más adecuada a las necesidades de cada edad, provocó una gran reestructuración en la red de centros. Algunos colegios del país llegaron a cerrar por falta de niños. El problema en Extremadura surgió en los pueblos pequeños. Por un lado, los colegios de primaria perdían alumnado -la franja de 12 a 14 años-. Y, por otro, la falta de un instituto en cada pueblo obligaba al traslado de los chavales. Según la ley, el centro de destino nunca podía estar más lejos de 30 kilómetros o media hora de camino. Una enormidad, según los padres, que se movilizaron y fueron a ver a la ministra de entonces, Esperanza Aguirre, del PP. "Le explicamos nuestro problema", dice José María Moreno, vecino de Granja de Torrehermosa, "y nos comprendió: conseguimos que nuestros hijos se quedaran en el colegio del pueblo. Nos parece bien que los chavales de 14 años viajen, pero con 12... son muy pequeños".

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La comprensión de la ministra tiene una lectura muy distinta según quien la analice. Para los socialistas de la Junta de Extremadura, no fue precisamente un rasgo de generosidad. "Congeló el problema", asegura sin rodeos Luis Millán Vázquez de Miguel, consejero de Educación, Ciencia y Tecnología. "El Gobierno del PP", añade, "dejó a los niños en colegios inadecuados para no tener que enfrentarse a los padres, y que lo hiciéramos nosotros cuando recibiéramos las transferencias en materia de Educación". Si fue eso lo que pensó la ex ministra, acertó: la batalla con los padres ha conseguido sacar de sus casillas y crear un gran problema al presidente Rodríguez Ibarra [de los 4.000 niños en huelga, sólo unos 700 están afectados por el traslado, pero el resto no va a clase por solidaridad]. Si el departamento que dirigía Esperanza Aguirre pensó otra cosa, no lo sabemos. Este periódico planteó el jueves a los actuales responsables de Educación la siguiente pregunta: "¿Por qué el Ministerio dejó que niños de 12 años siguieran en colegios inadecuados de Extremadura aun contraviniendo la Logse?". Todavía no han respondido.

Día a día, se produce un deterioro de las relaciones entre administrados y administración. Aunque la mayoría de los pueblos en armas batalla por que sus hijos no se muevan hasta los 14 años, hay otros más grandes, como Zahínos (Badajoz), que reclaman a la Junta la construcción de un instituto propio, y algunos más, como Navaconcejo (Cáceres), que protestan airadamente por el cierre del que ya tienen. Lo que sí une a todos es un fantasma más antiguo que la actual polémica, pero que ahora resucita con fuerza: el temor a la despoblación de las zonas rurales. "Si se llevan a los niños", garantiza Sigifredo García, vecino de Navaconcejo "el campo se quedará vacío. Hay padres que ya trabajan en los pueblos más grandes; si ahora se llevan a sus hijos, venderán la casas y se irán".

Así que no sólo es un problema de las curvas -las malas carreteras aterrorizan con razón a los padres- ni de las malas formas de Rodríguez Ibarra, que amenazó con tirar de fiscal y empapelar a quien no fuera al cole. También es de la tierra. Lo dice el profesor Juan Morcillo, director del colegio de Hernán Cortés (Badajoz): "La Junta cumple con su obligación. Sin duda los niños aprenden mejor en un instituto que en un colegio, pero es lógico que los padres estén preocupados por la carretera. Y por que el campo se quede solo".

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