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Doñana, atrapada por los proyectos turísticos tras aprobarse la urbanización de Hohhenlohe

Un campo de golf en Sanlúcar rompe el equilibrio entre el parque y sus vecinos

El futuro se complica para el parque nacional de Doñana, declarado patrimonio de la humanidad. La salida de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) del Plan Territorial, del Entorno de Doñana y la aprobación para que Alfonso de Hohenlohe construya una urbanización turística con campo de golf en este municipio han vuelto a aguijonear los ánimos de los pueblos de los alrededores, que siguen viendo en la protección del espacio natural más emblemático de Europa un obstáculo a su desarrollo. Aunque los expertos coinciden en señalar que el proyecto de Hohenlohe no afecta en sí a Doñana, el peligro radica en que abre la brecha de tener que ceder ante otros proyectos en Huelva que sí dañarían el coto.

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Con la modificación del Plan Territorial del Entorno de Doñana, hecha la pasada semana por la Junta de Andalucía, ningún municipio de Cádiz queda bajo la influencia del parque nacional, mientras que una docena de pueblos de Huelva y Sevilla sí han de depender de la conservación del famoso coto, un lugar único de playas, dunas móviles y bosque mediterráneo, puente entre dos mares y dos continentes. Los tres expertos consultados relacionados con la gestión de este parque nacional, aunque sólo uno, Miguel Delibes, ex director de la Estación Biológica de Doñana, ha accedido a que su nombre aparezca públicamente, por las implicaciones políticas que acarrea el asunto coinciden en que el proyecto turístico de Hohenlohe no supone peligro concreto para Doñana, pero sí va a abrir la vía para otras amenazas.Si los vecinos de Almonte (Huelva), los más guerreros con el parque nacional desde que se paralizó la urbanización Costa Doñana -20.000 plazas hoteleras en la costa junto a Matalascañas-, no se han agitado más es porque prevén alguna compensación. De hecho, en Huelva ya se han levantado las reivindicaciones, de otras urbanizaciones, ampliamente debatidas y frenadas: la del Castillo de Moguer, en Moguer, 15 kilómetros al oeste de donde se planteó Costa Doñana y con una dimensión similar, y la Ciudad del Caballo, en tomo a El Rocío, en término de Almonte.

Pelea territorial

"La operación se ha explicado mal", comenta el biólogo Miguel Delibes. "La impresión que se ha dado es que, a un lado del río Guadalquivir se puede hacer de todo y en el otro, no. Eso, claro, levanta la indignación de los municipios y puede dar lugar a una guerra regional. Se ha dado una impresión de arbitrariedad, en vez de presentarlo como lo que es, una cuestión técnica que sí tiene su lógica. En una localidad como Sanlúcar meter unos miles más no representa tanto. El río es una barrera física, y en buena lógica ese proyecto no tiene por qué afectar a Doñana. Pero se ha presentado muy mal. Y esa pelea territorial sí puede tener un impacto sobre Doñana".

Los otros dos expertos, vinculados a este parque nacional desde hace tiempo, dan argumentos similares: "En sí, la urbanización de Hohenlohe no tiene un grave impacto. El lugar donde se va a asentar no tiene valor ecológico, un terreno de viñas arrancadas, y está en el marco de un pueblo de 70.000 habitantes. Además, la toma de aguas no afecta al acuífero que sustenta a Doñana, al contrario de lo que pasa en Matalascañas y de lo que hubiera pasado con Costa Doñana. Pero el problema está en que este proyecto turístico supone una ruptura del modelo de desarrollo sostenible y de turismo centrado en la riqueza cultural y artística que había recomendado el famoso dictamen de la Comisión Internacional de Expertos de 1992, y una ruptura también del equilibrio geoestratégico, que va a traer nuevas andanadas en todos los municipios. Se desequilibra la balanza entre las dos orillas del río".

El consejero de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, José Luis Blanco, reconoce que el peligro podría venir porque cada municipio del entorno de Doñana reclamara su proyecto de urbanización turística, "pero ahora sólo están contemplados el de Sanlúcar y el de la Ciudad del Caballo, y ésta se desarrollará además como una promoción pública en terreno público, por lo que no cabe especulación". Sí ve además el proyecto de Hohenlohe dentro de lo recomendado por los expertos: "Lo que pedían era evitar la ocupación del litoral, y éste es de turismo de interior".

El ambiente se empeora además, y los recelos aumentan, por la lentitud con que se está aplicando sobre el terreno el Plan de Desarrollo Sostenible del Entorno de Doñana -63.000 millones hasta el año 2000, con dinero sobre todo de la UE-, que trata de hacer compatible el desarrollo de la región con el tesoro natural que es Doñana, más de 50.000 hectáreas donde llegan a darse cita 300.000 ejemplares de aves acuáticas. Hasta el consejero reconoce que sólo se ha hecho un 60% de lo que se debía haber invertido en estas fechas; con lo cual, los habitantes de los alrededores de Doñana pueden sentir más la tentación de mirar hacia el turismo de siempre, ése de sol y playa, grandes hoteles y cadenas de adosados.

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