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Reportaje:UROLOGÍA: APARATO GENITAL

Cada vez más impotentes

El mayor protagonismo sexual de la mujer, una de las causas del incremento de disfunciones eréctiles

Milagros Pérez Oliva

El jefe de Andrología de la Fundación Puigvert es categórico: las consultas por impotencia están aumentado mucho en los últimos años. Muchísimo. Y quien lo dice, Josep Maria Pomerol, habla con conocimiento de causa, pues es el director del que está considerado como el servicio médico de referencia en España para estas patologías.¿Causas? "No las sabemos, aunque evidentemente tienen que ver con el estrés y también con el nuevo papel, mucho más competitivo, de la mujer". No parecía imaginable que el mayor protagonismo de la mujer fuera tomado por muchos hombres tan a la tremenda.

El incremento coincide, en cualquier caso, con la aparición de nuevos fármacos cuya mala utilización por parte de usuarios que no los precisaban ha provocado en Estados Unidos impotencias irreversibles.

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El Servicio de Andrología de la Fundación Puigvert, concertada con la Seguridad Social, atiende cada día entre 60 y 80 pacientes procedentes de toda España. La fundación ha tenido que ampliar el número de consultorios en los dos últimos años. Ahora tiene cinco en servicio y en estos momentos la lista de espera es tal que las primeras visitas se programan para el mes de abril del año próximo.

El incremento ha sido realmente sorprendente, hasta el punto de que la impotencia supera a las consultas por infertilidad; por eso, en la Sociedad Española de Andrología nos planteamos hacer un estudio en profundidad". También Simón Marina, director del Centro de Estudios Andrológicos, ubicado en la clínica Teknon de Barcelona, de carácter privado, corrobora este incremento.

Inhibidos y bloqueados

Si proyectamos estudios efectuados en Estados Unidos, en España debe haber entre 1.5 y 2 millones de hombres con disfunción erectil. "Es muy complejo llegar a determinar las causas, porque toda impotencia presenta alteraciones orgánicas y psicológicas al mismo tiempo. En nuestra consulta, el 60% de los casos están motivados por causas psicógenas y el resto por alteraciones orgánicas", precisa Josep Maria Pomerol.Entre las causas psicológicas, Pomerol cita "el mayor protagonismo de la mujer". "Antes era mucho más conformista sexualmente. Ahora es más exigente y hemos observado que este hecho provoca en muchos hombres inseguridad, temor e inhibición.

El problema psicológico, cualquiera que sea su causa, bloquea los mecanismos fisiológicos y eso sucede cuando el hombre es más espectador que actor del acto sexual", indica Pomerol.

También las consultas por causas orgánicas se han incrementado. "Muchos hombres de sesenta años que antes se resignaban pensando que era cosa de la edad, acuden ahora al médico en cuanto observan los primeros síntomas de disfunción", afirma Simón Marina, en cuya consulta predominan las impotencias por causas orgánicas.

"La edad no tiene por qué afectar a la capacidad de erección, pero conforme esta avanza, es más fácil que aparezcan patologías que la afectan", afirma. Por ejemplo, problemas vasculares, que pueden provocar el taponamiento de las arterias por las que llega la sangre al pene, o fallos en el mecanismo de oclusión que ha de mantenerla dentro del pene mientras dura la erección.

También son muy frecuentes los problemas neurológicos. Impiden en este caso el correcto funcionamiento del mecanismo de la erección, cuyos resortes se han revelado mucho más complejos de lo que los andrólogos pensaban.

En este grupo se encuentran, por ejemplo, los enfermos diabéticos. Finalmente, hay muchas impotencias provocadas por fármacos, muchas veces con absoluta ignorancia de quienes los toman. Muchos hombres no saben, por ejemplo, que la mayor parte de los tratamientos contra la hipertensión pueden afectar a la función erectil. Y también los antidepresivos y las píldoras para dormir, además de las drogas, particularmente el alcohol, la cocaína y la heroína.

No es fácil llegar a precisar el diagnóstico. La tecnología médica ha acudido en ayuda de estos pacientes, y ahora hay métodos fiables para determinar los casos que tienen una causa orgánica clara. Pero el camino es a veces largo.

La primera criba es muy simple: "¿Puede usted masturbarse?". Si puede, no hay duda: la causa es psicológica. Si no puede, se somete a una segunda prueba, en este caso con ayuda de la técnica. Se coloca en su pene dos anillos conectados a un ordenador capaz de medir los cambios en rigidez y volumen que presente el pene y se le deja en la intimidad, con una pantalla de vídeo donde se proyecta un estímulo erótico visual.

Erecciones en sueño

Si no hay respuesta, el siguiente paso es comprobar si el paciente reacciona a las drogas vasoactivas. Se inyectan en el pene y si provocan una erección funcional, significa que conserva al menos los mecanismos vasculares. Si tampoco responde a estas drogas, la causa puede ser tanto una afectación vascular o neuronal como un caso de bloqueo por causa psicológica.Será preciso entonces internar al paciente y estudiar su comportamiento en sueños. De nuevo el aparato de las anillas es de gran ayuda. Un hombre sano tiene entre tres y cinco episodios de erección en una noche mientras duerme.

Si el aparato registra alguna erección, no hay duda: el caso es psicológico. Sólo en los casos en que tampoco se produce erección en sueños se practican estudios fisiológicos más completos para determinar el estado interno de venas y arterias, o de las terminaciones nerviosas.

"En cualquier caso, un calvario", dice J.M., un hombre de 43 años que lleva ya ocho meses de pruebas y todavía no ha logrado aclarar qué le ocurre. "No se lo deseo ni a mi peor enemigo. Pero no hay más remedio. Peor es seguir así".

Una vez logrado el diagnóstico, las perspectivas son mejores, pero tampoco una bicoca, pues en estos momentos únicamente un pequeño porcentaje de pacientes puede beneficiarse de un tratamiento curativo: los hombres que padecen determinadas deficiencias hormonales y pocos más.

La psicoterapia resuelve muchos casos de bloqueo mental, pero muchas veces las causas orgánicas y psicológicas se confunden, y la cirugía de revascularización que se practicaba en los pacientes con taponamiento vascular se está abandonando por sus pobres resultados, salvo en casos en que la afección se debe a un traumatismo.

Una gran parte de los impotentes ha de conformarse con tratamientos paliativos, que, dicho sin eufemismos, significa que sólo disponen de algunos fármacos y prótesis capaces de provocar una erección mecánica.

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