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El ADN revela que el anestesista Maeso contagió la hepatitis C a 171 pacientes

El anestesista Juan Maeso Vélez es el único responsable del contagio de hepatitis C a 171 pacientes en Valencia entre 1994 y 1998. Así lo concluye el estudio de ADN realizado por seis especialistas de la Universidad de Valencia por encargo del juez instructor. El innovador análisis genético revela que el virus que afectaba a Maeso coincide exactamente con el de los enfermos. La hepatitis C es una enfermedad extremadamente peligrosa que se vuelve crónica en un 70% de los casos, de los que un 20% acaba en cáncer de hígado y otro 20% en cirrosis.

La Consejería de Sanidad ha gastado más de 60 millones de pesetas en la elaboración del informe, realizado por el Instituto Cabanilles de Biodiversidad y Biología Molecular de la Universidad de Valencia. Según señalaron a EL PAÍS fuentes cercanas al caso, el trabajo, concluido a falta de algunos detalles intrascendentes para su resultado final, es concluyente: Maeso, jefe de anestesiología del hospital maternal de la ciudad sanitaria La Fe, de Valencia, es el único foco de contagio.La investigación ha sido llevada a cabo por un equipo multidisciplinar encabezado por Andrés Moya, catedrático de genética de la Facultad de Biológicas de Valencia. Los expertos, que han analizado las muestras de más de 500 personas afectadas por el virus de la hepatitis C, han determinado la secuencia (el orden exacto de las letras que forman el ADN)de varias cepas del virus.

Delitos de lesiones

Los resultados del trabajo son concluyentes. Si el primer informe señalaba que el ADN de la región relevante del virus de Maeso (la que no está sometida a rápidas variaciones en cada generación) se relaciona estrechamente con la de los infectados, este último va más lejos: la parte del virus que varía más rápidamente es idéntica también en Maeso y gran parte de los contagiados, lo que convierte la conclusión en irrefutable.

Según fuentes de la Universidad de Valencia, la tarea encomendada al Instituto Cabanilles supondrá un hito internacional. El estudio involucra a expertos en biología molecular, virología, estadística o análisis filogenético, y para su realización ha sido necesaria la adquisición de equipamiento muy avanzado. Sus resultados, según las mencionadas fuentes, son indiscutibles, por lo que debilitan aún más la posición de Maeso en el procedimiento que sigue el Juzgado de Instrucción número de 5 de Valencia.

De hecho, el titular de ese juzgado, José Manuel Ortega, investiga la actividad profesional de Maeso ante "la existencia de indicios" para imputarle "varios delitos de lesiones, dolosos o por imprudencia grave". El magistrado sostiene desde el inicio de la investigación, en mayo de 1998, que el anestesista pudo contagiar la hepatitis C a decenas de sus pacientes mediante una praxis profesional no sólo heterodoxa, sino también ilegal.

Así , el estudio epidemiológico concluyó que la intensidad del trabajo diario del anestesista Juan Maeso estaba "directamente relacionada" con el número de contagios. Es más, "los cambios introducidos en su actividad profesional son concordantes con los cambios observados en las curvas epidémicas". En este punto, el informe relacionó directamente los lugares en que trabajaba Maeso (La Fe, un hospital público, y la Casa de Salud, una clínica privada) con la detección de nuevos contagios.

La localización del brote provocó una verdadera conmoción en la Comunidad Valenciana. La consternación de la clase médica -abrumada por la posible negligencia de uno o varios de sus miembros- palideció ante la preocupación de las autoridades sanitarias (desbordadas por las consecuencias del contagio y alertadas por el fallo de los sistemas de seguridad) y, sobre todo, ante la angustia de los potenciales portadores de un virus que no es de los más estudiados.

La hepatitis C tiene unas consecuencias muy graves. En el 70% o el 75% de los casos, la enfermedad se convierte en crónica. De éstos, un 20% deriva en una cirrosis en el plazo de 10 o 20 años, y otro 20% degenera en cáncer de hígado.

La Consejería de Sanidad, al tiempo que reconocía la detección del brote, impulsó la realización de cientos de análisis para acotar el alcance del contagio. Multitud de mujeres -las pacientes de Maeso en el hospital maternal de La Fe- acudieron, acongojadas, a comprobar si eran portadoras del virus.

Un equipo creado para la ocasión tomó 4.871 muestras de sangre. En 690 personas se detectaron anticuerpos frente al virus de la hepatitis C, de las que 530 tenían además virus en la sangre. De ellas, 171 tenían un virus con el genotipo 1A, casi idéntico al de Maeso. El estudio de la Universidad de Valencia ha ratificado (y ampliado) las ya demoledoras conclusiones de la comisión de expertos.

Con camperas en el quirófano

Juan Maeso (Madrid, 1941) saltó en apenas unos meses el estrecho margen que existe entre la gloria y la miseria. El médico era una profesional, a decir de sus compañeros, de gran valía y enorme entrega a su profesión. Tan es así, que muchos de sus colegas y algunos miembros de sus familias fueron anestesiados por el facultativo, ahora suspendido de empleo. La imagen de Maeso cambió en pocas semanas: Las necesarias para que el entonces consejero de Sanidad, Joaquín Farnós, y el juez del caso, José Manuel Ortega, le culparan del brote.

El consejero acusó al anestesista de ser el origen del contagio y "adicto a los opiáceos". El magistrado se remitió a la legislación y a los indicios. Ortega sostiene, provisionalmente, que Maeso pudo "contagiar el virus de la hepatitis C del que era portador a pacientes a los que atendió" tras el consumo, "con ocasión de las intervenciones quirúrgicas, de productos tóxicos o estupefacientes (...). Dicho consumo permitiría explicar la existencia de contacto percutáneo entre el anestesista y el paciente y el subsiguiente contagio".

Es decir, el juez trabaja con la hipótesis de que el médico, en el quirófano o su antesala, se inyectó las sustancias que posteriormente aplicaba a sus pacientes. Ninguno de los testigos ha confirmado esa sospecha. Ahora bien, la vida personal de Maeso ha salido a relucir en multitud de foros. Su afición por los deportes de aventura (travesías por el desierto del Sahara), su querencia por las motocicletas de gran cilindrada o sus poco ortodoxos métodos profesionales (según una enfermera, acudió calzado con unas botas camperas al quirófano) han sido objeto de numerosos chascarrillos.

En cualquier caso, y con indepedencia del futuro de Maeso, los principales afectados por la crisis sanitaria son los infectados. La hepatitis C es una inflamación del hígado causada por un virus. En el 50% de los infectados la enfermedad se vuelve crónica, una vez en ese punto puede provocar una cirrosis hepática en el 20% de los casos. Otro 20% puede sufrir un cáncer de hígado. Todo, desde luego, con el paso del tiempo.

Este virus, descubierto en 1989, es asintomático en principio. Luego, puede ser mortal o provocar tratamientos de molestísimos efectos secundarios: desde una gran fátiga hasta frecuentes cefaleas.

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